Creo que nunca he sido demasiado constante con mis aficiones.
Cuando tenía unos trece o catorce solía escribir cada día, o cada pocos días, y además solía ser capaz de ponerme horas y horas seguidas sin aburrirme y sin parar. Ni siquiera me costaba esfuerzo.
Ahora me parece mucho más difícil. Durante un tiempo pensé que quizá eso significaba que había dejado de gustarme escribir, que mi cerebro me estaba dando señales de que ese hobbie ya no me aportaba nada, que no era lo mío y que buscara otra cosa.
Pero de vez en cuando me ponía, y hay épocas en las que me sentía súper inspirada y no paraban de venirme ideas a la cabeza sobre cómo seguir con una historia, sobre cómo hacer un fanfic de mi última obsesión, o sobre más historias que podría hacer. Y cuando de verdad me ponía a escribir, o terminaba un capítulo (aunque a veces me cueste días o semanas), sentía una alegría y orgullo que pocas veces he sentido con otras cosas.
Así que he llegado a la conclusión de que sí es lo mío. Simplemente, voy a rachas. Pero eso se puede arreglar, si consigo ser constante y entreno un poco la disciplina.
Puede que no me salga solo el ponerme horas y horas cada día a crear, o que las palabras no me fluyan como cuando tenía catorce años y sin saberlo estaba haciendo una versión tremendamente cutre de Hush, hush, pero cuando me pongo, sé que lo estoy haciendo bien.
Además, tampoco es que no haya terminado nada nunca. Si me pongo a contar, tengo dos libros terminados, uno a punto, un relato corto que con un poco de suerte termino en unos días, dos fanfics que realmente son novelas (y estoy muy orgullosa de uno de ellos, aunque quede mal decirlo), varias historias cortas... Supongo que, viendo cómo todo el mundo escritoril a mi alrededor no para de hacer cosas, de subir contenido a sus redes, a su Patreon, de rellenar cuadernos con su worbu, etc., me es muy fácil caer en el pensamiento de "no estás haciendo suficiente, mira cómo ellas hacen todo eso, y tú aquí perdiendo el tiempo cada día".
También es una broma recurrente que he visto por redes la de decir que a los escritores les encanta tener cosas escritas pero odian escribir. Y eso, de vez en cuando, me sirve para paliar a esa vocecilla que no para de decirme que soy un desecho como escritora.
Quizás es el famoso síndrome del impostor.
En fin, lo que yo venía aquí a decir es que he decidido tomar cartas en el asunto. El otro día por Twitter me encontré un post en un blog con 52 retos literarios, 52 "prompts" para hacer un relato por cada semana del año.
Y he decidido que voy a intentar hacerlo.
Sé que no me cuesta demasiado inventar relatos, porque ya hice cuatro para Halloween (que quizá suba por aquí?), así que he pensado que me podría venir bien para, por lo menos, mantenerme ocupada y conseguir una rutina, aunque cada relato no sean más que 200 palabras. Además, me viene bien practicar los relatos porque soy pésima en ir al grano como seguramente, si es que alguien ha llegado hasta aquí, habréis podido comprobar.
Ya voy a empezar mal, porque ya estamos en la segunda semana y aún no he empezado ni el primero pero, en mi defensa, estoy de exámenes. Así que ya compensaré cuando los termine (pero de verdad, no es una excusa (espero)).
He empezado por apuntarme en la agenda los dos primeros temas de los relatos, para verlos cada vez que la mire y quizá me venga alguna idea a la mente: uno tiene que ir sobre un baile multitudinario; otro sobre algo que pase el Día de Reyes.
Por ahora estoy procastinando escribir y estudiar, ¡pero deseadme suerte!
No hay comentarios:
Publicar un comentario