Originalmente yo iba a venir aquí a hablar de cómo la gente
de Erasmus o de las ciudades universitarias solo tenía una (1) única idea en
mente. Quería hablar de cómo parecía que todos simplemente buscaban comerle la
boca a alguien, y lo que surja. De que una vez mi amiga se puso triste al final
de la noche porque ese día, esa semana, no había conseguido liarse con nadie.
Y sí es cierto que voy a hablar de todo eso, porque me está
pareciendo una experiencia curiosa, pero después de un tiempo me he dado cuenta
de que esa dinámica de impaciencia, de casi desesperación por el contacto, se
aplica a más cosas que las relacionadas con el sexo, a pesar de que esas creo
que son las más llamativas.
Para empezar, una de las primeras veces que salí en este
país terminé yéndome a casa pronto porque todos mis amigos literalmente se
estaban liando entre ellos. Fue gracioso, la verdad, porque encima dos de ellos
habían empezado liándose y terminaron haciendo un trío con una tercera del
grupo (luego hubo movidas porque querían una relación poliamorosa pero no
funcionó y demás, pero esa es otra historia).
El caso es que ese día yo había estado muy ilusionada.
Normalmente no puedo ir tanto de fiesta como me gustaría, sobre todo porque eso
conllevaría lidiar con mis padres mucho más de lo que me gustaría. Y, ahora,
por fin en un país lejano, independiente, podía salir cuando quisiera hasta
cuando quisiera.
Y me estaba volviendo a las doce y media a casa porque mis
amigos estaban más interesados en comerse las caras entre ellos.
Fue algo agridulce, porque sinceramente es una buenísima
historia que contar, pero en el momento sentí que les importaba más eso que
estar con amigos AKA yo que teniendo pareja (una muy agradable) pues no estaba
interesada en esos tejemanejes.
Después de eso, las siguientes fiestas fueron mejores pero
en parte no muy diferentes. En todas siempre me encontraba a alguna de mis
amigas liándose con alguien aleatorio cada vez que me daba la vuelta. O entre
ellas. O entre ellas y con otro chaval mientras yo estaba encerrada con los
tres en un espacio reducido.
Pero bueno, estoy bien.
Eso, junto con las historias esperpénticas y clichés que me
contaba mi amiga Rocío (que es mi colaboradora en otro blog en el que también
hablamos de cosas Erasmus, y se llama [link]), pues empezaba a tener bastante
claro que la gente en estos sitios no tenía como prioridad precisamente la de
la amistad.
Sin embargo, como dije al principio, últimamente me he
estado dando cuenta de otra cosa que creo que está bastante ligada a todo esto.
Ahora que llevo casi la mitad de mi estancia en este país,
me he dado cuenta del frenesí con el que suceden todas las relaciones. Es como
si todo el mundo supiera implícitamente que su tiempo con las personas de su
alrededor es limitado, muchas veces incluso bastante corto, y es por eso que
todo resulta tan intenso. Es por eso que la gente se vuelve íntima tras solo
horas o días de conocerse, ya sea de una manera sexual o simplemente de
amistad.
Una de esas chicas de las que hablo, tras tan solo una
semana de conocernos, ya me estaba diciendo que me quería y que creía que
nuestras almas eran hermanas (fue muy lindo sinceramente y obviamente le
correspondí igual, pero es solo para que veáis).
Me he dado cuenta de que es muy probable que no vea a muchos
de los amigos que ahora veo cada semana cuando me vuelva a España. Y no solo en
mucho tiempo, sino que puede que nunca. Es algo que sé desde el principio,
porque es muy difícil mantener una amistad para siempre con tanta distancia —y más siendo pobre. Y creo que
es algo que todos sabemos, pero nadie lo menciona.
Quizá
nadie quiere realmente pararse a pensarlo, prefieren que sea algo implícito, un
impulso que les lleva a profundizar más rápido de lo que harían si supieran que
tienen todo el tiempo del mundo para conocer a alguien. Aunque sepan que,
aunque se encariñen mucho de todas esas personas, es muy probable que en el
futuro las vayan a perder.
Ahora
mismo se me hace rarísimo e imposible no ver a mis amigas dentro de unos meses,
solo tenerlas como alguien que ve mis stories y que de vez en cuando me
responde a los snaps, hasta que las respuestas y las visualizaciones se hagan
cada vez más esporádicas y, finalmente, desaparezcan.
El otro
día me pasó, pensando en lo emocionada que estaba porque creí que realmente
había hecho un amigo de verdad aquí, un amigo en masculino. Esa es una de las
cosas que más difíciles me parecían, porque juro que me da la sensación de que
los tíos aquí se pasan el día con la p*lla apuntando y dirigiendo a quién
tienen que hablarle.
Pero
estaba (y estoy) muy emocionada por el prospecto de haber conocido a un chico
con el que pueda pasar el rato y quedar sin tener que estar preocupada por si
tiene segundas intenciones, alguien que si le digo que tengo novio no me vaya a
responder “bueno, no soy celoso”, “bueno, ¿pero él está aquí?”, “bueno, mejor”,
o cualquier otra excusa de mierda que empiece por “bueno” —que, por cierto,
esas tres son reales y han pasado, muy a mi pesar.
El caso
es que me puse a pensar, que por mucho que esa relación de amistad fuera a
prosperar, solo iba a durar dos o tres meses. Solo iba a poder hacer esos
planes chulos durante un puñado de semanas, y luego ya me vuelvo a casa. Y ya
solo quedarían las fotos, los recuerdos, y los “tenemos que ponernos de acuerdo
y quedar para vernos en algún momento”.
Este es
el ejemplo más dramático, porque al ser más reciente que lo de mis amigas con
las que ya llevo quedando un par de meses, me chocó bastante más esta idea, y
por eso estoy ahora aquí hablando de eso.
Y puede
que también por eso la gente solo busca comerle la boca a mucha gente, lanzarse
de cabeza a cada persona que les parece atractiva, o hacer amigos íntimos que
sean “hermanas de alma”. Quizá lo que se busca aquí es cualquier relación
afectiva dura, intensa, y significativa, antes de que el tiempo se acabe.
Porque no es precisamente lo que más tenemos.
Yo vine
aquí a quejarme de que sentía que casi todos mis amigos parecían más
interesados en comerle la boca a alguien que en estar conmigo, pero supongo que
todos estamos aquí buscando lo mismo: una intensidad que valga la pena cuando
lo único que quede sea el recuerdo.
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