tag:blogger.com,1999:blog-22812430825110645902024-03-14T04:12:38.889+01:00Drama bohemioQueda poco tiempo para tantas palabras.
No estoy intentando ser profunda, es que no puedo parar de procastinar.Bea http://www.blogger.com/profile/16473190309861347042noreply@blogger.comBlogger58125tag:blogger.com,1999:blog-2281243082511064590.post-82681627777039969772020-11-09T18:56:00.003+01:002020-11-09T18:56:23.046+01:00Prompt 22: Un personaje que aprende a nadar<p>«Bueno, al menos el agua está calentita»</p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">Eso fue lo único que me consolaba un poco
esa noche. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">Ahí estaba yo, con mi bañador azul oscuro
nuevo, las manos en las caderas, mirando la enorme expansión de agua que se
expandía a mi alrededor. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">Eran las once de la noche de un viernes,
y en lugar de salir con mis amigos, me había colado en la piscina climatizada
municipal a aprender a nadar por mí mismo. Con diecisiete añazos. Y, en media
hora, tan solo me había atrevido a bajar el primer maldito escalón de la
piscina olímpica. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">A ver, no es que no supiera nada. Bueno,
más bien, no es que no supiera <i>sobrevivir</i>. Si alguien me empujara al
agua en el punto más profundo de esta piscina sería capaz de volver a la
superficie y salir. Un poco como un gato asustado, pero vivo, por lo menos. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">El problema era que a mí lo de nadar
nunca me había llamado mucho la atención. No era algo que me fascinara, ni me
lo pasaba genial yendo a la piscina en verano. Normalmente, lo único que hacía
era básicamente tomar el sol y presumir de abdominales.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">Pero eso era hasta que llegó Mario. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">Ay, Mario… con su pelo larguito y sus
ojos de chulo. Y con esos <i>pedazo de hombros.</i><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">No había parado de presumir de que era
nadador en un equipo federado desde que se cambió a nuestro instituto a principios
de curso. De alguna manera, había convencido a todos mis amigos de ir mañana a
la piscina con él a pasar el día. Y a mí me había estado chinchando, diciendo
que tenía ganas de ganarme en una carrera. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-font-family: Calibri;">—Pero cómo me vas a ganar en
una carrera, marica, si en cuanto me meto al agua empiezo a chillar y patalear
como un pug herido… —musité, pasándome una mano mojada por el pelo— Bueno,
venga, ya está. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-font-family: Calibri;">Me dije eso para animarme a
meterme de una vez al agua, pero no me sirvió, por supuesto. Lo único que
conseguí fue bajar otro tímido escalón y ahogar un chillidito cuando el agua me
puso la piel de gallina.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-font-family: Calibri;">—Las cosas que hago por amor…<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-font-family: Calibri;">Finalmente, después de otros
agónicos quince minutos, fui capaz de meterme por completo en el agua. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-font-family: Calibri;">La primera vez, tardé cinco
minutos en atreverme a separar las dos manos a la vez del bordillo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">«Vale, genial, Jaime. Ahora solo respira…
respira… genial… ¡no, pero debajo del agua no! »<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">Saqué la cabeza de golpe, y mis brazos
corrieron a agarrar el bordillo. Ridículo, eso es lo que era. Escupí el agua, y
pensé en lo poco atractivo que era hacer eso. Así que no lo podía repetir mañana.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">Poco a poco, me fui soltando y empecé a
nadar (más o menos) siguiendo la línea del bordillo. No me estaba molestando en
intentar dar brazadas y esas cosas de experto, pero por lo menos ya no
pataleaba como un animal moribundo y tenía cara de estreñido. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">Después de un rato, incluso conseguí
hacer un largo entero sin tener que agarrarme al bordillo. ¿Qué si terminé extremadamente
cansado a pesar de que había ido muy lento? Pues sí. Pero no me había agarrado,
que era lo importante. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">Llegó un punto en el que empecé a
pillarle el truco. Incluso me lo estaba pasando más o menos bien, y me atreví a
intentar bucear un poco al final del largo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">Quizás si no hubiera hecho eso hubiera
podido ver a tiempo la linterna que se dirigía hacia mí. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">Pero no. Cuando quise sacar la cabeza al
llegar al bordillo, una luz me golpeó en la cara.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-font-family: Calibri;">Solté un grito y agradecí estar
agarrado. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-font-family: Calibri;">—¿Quién anda ahí? ¿Quién eres? —tronó
la voz de un hombre mayor.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-font-family: Calibri;">—¡Por favor, no me mates! ¡Te
juro que no diré nada! <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-font-family: Calibri;">La luz dejó de apuntarme la
cara, y me atreví a abrir los ojos. Era un hombre de unos cuarenta años, calvo
y con una gran barba. Ah, sí, y un uniforme de guarda, acompañado de una porra
y la dichosa linterna. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-font-family: Calibri;">Fantástico. Mi madre me iba a
asesinar. Encontrarían mi cuerpo magullado en un callejón, y el juez le daría
la razón a mi madre. ¿Cómo no iba a hacer eso, si su hijo era irremediablemente
estúpido? <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-font-family: Calibri;">Escuché un suspiro profundo cuando
el señor me vio metido en la piscina, con el pelo en la cara. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-font-family: Calibri;">—¿Cuántos años tienes? <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-font-family: Calibri;">—Diecisiete —respondí, con la
boca pequeña. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-font-family: Calibri;">Me pareció ver que ponía los
ojos en blanco. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-font-family: Calibri;">—Claro que sí. Y, casualmente, te
has dejado el DNI en casa, ¿a que sí? <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-font-family: Calibri;">Parpadeé confuso.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-font-family: Calibri;">—No, está en mi cartera —señalé
mi ropa, que había dejado en un montón al lado de la pared. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-font-family: Calibri;">Eso pareció sorprenderle. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-font-family: Calibri;">—¿Te has colado en la piscina a
hacerte unos largos, eh? Parecía buena idea en tu cabeza, ¿supongo? ¿Qué podría
salir mal?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-font-family: Calibri;">Empecé a temblar, confuso y más
que un poco asustado. Tampoco sabía qué responderle a eso, porque era justo lo
que había pasado. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-font-family: Calibri;">—¿Puedo salir? —me atreví a
preguntar. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-font-family: Calibri;">—Claro, hombre. Y ya si tienes
el teléfono a mano me vendría de perlas, porque vamos a hacerle una llamadita a
tus padres. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">«Adiós, Mario. Eres lo mejor que me ha
pasado en la vida, te amaré siempre. Por favor, recuérdame como un tío guay, y
no como el chaval al que pillaron colándose en una piscina, aprendiendo a nadar
para impresionarte»</span><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-font-family: Calibri;"><o:p></o:p></span></p>Bea http://www.blogger.com/profile/16473190309861347042noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2281243082511064590.post-86312618145139851872020-11-07T23:02:00.005+01:002020-11-07T23:02:36.955+01:00Prompt 21: un personaje cambia de identidad y añora su antigua vida<p> Al
llegar a mi piso saludé a Lucía, que estaba saliendo de su casa en ese mismo
momento. Ella me sonrió y saludó de vuelta con la mano, diciendo una disculpa
rápida porque se tenía que meter corriendo al ascensor para no perderlo.</p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Lucía
era una buena mujer, de unos cuarenta años. Estaba casada y tenía dos hijos. A
veces, íbamos a tomar un café y hablábamos de nuestras cosas. A ella le venía
muy bien porque así podía despejarse después de toda la semana entre el trabajo
y los niños. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">A mí me
venía muy bien porque era de las pocas amigas que había podido hacerme desde
que me mudé. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Le
había dicho que me llamaba Marta, aunque mi verdadero nombre es Ana. Pero ella
no puede saber eso, por razones de seguridad. <i>Mi</i> seguridad. Si alguien
de mi antigua vida me descubría, estaría muerta. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Me hice
una cena rápida y me puse a ver una de mis películas favoritas después. Era San
Valentín y no tenía ningún plan. Patético, ya lo sé. Pero bueno, crear una
nueva vida tomaba un tiempo, y no me estaba presionando mucho. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Sin
embargo, no pude evitar recordar lo que había estado haciendo el año pasado en
esta fecha. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Isra me
había traído un libro para que me lo leyera. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">—Tiene
algunas anotaciones mías, de mis partes favoritas —me dijo, con esa sonrisa tan
bonita en la boca.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">A mí no
me gustaba mucho cuando la gente manchaba los libros, pero lo acepté igualmente
y le di un fuerte abrazo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Después,
le llevé a uno de nuestros restaurantes preferidos, y nos pedimos una pizza para
compartir. Al terminarla, él me cogió la mano y me miró con calidez en esos
bonitos y brillantes ojos suyos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">—Ya sabes
que para mí esta fecha no significa demasiado… Pero este año no puedo parar de
pensar la suerte que tengo de tenerte a mi lado. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Podía
escuchar perfectamente su voz en mi cabeza, como si apenas hubieran pasado unas
horas desde que le vi. Qué tonta fui. Me creí a pies juntillas que lo que me
había dicho era verdad, eso y todas las otras veces que me engañó, jugándomela
como a una estúpida, y finalmente haciendo que tuviera que dejar atrás toda mi
vida. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Al principio
todo iba bien. Él me hacía sentir como una reina, me venía a ver cada vez que
tenía un rato libre, hablábamos de todo, me hacía reír… y, bueno, del sexo ni
hablamos, pero la verdad es que yo era consciente de que me iba a costar
encontrar a alguien que lo hiciera como él.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Fue
después del primer año cuando las cosas empezaron a ir a peor. Mis amigas me
iban avisando de que había algo raro en él, de que no me fiara.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">—Tía,
el otro día subió una foto con su amiga Paula, y es que estaban como muy juntitos.
No sé, es que según lo que me cuentas, de que desaparece por ahí sin más y no
te avisa, y luego todas las veces que queda con ella… Que ya sabes que ella ya
ha estado más veces con gente con pareja, no me fío mucho —me dijo un día mi
amiga Gabriela.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">—No
seas tonta, tía —le respondí yo, cabreada—. Él nunca me haría eso. De verdad,
que lo he hablado mucho con él, el tema de los cuernos, y estamos los dos súper
en contra. Además, que siempre me trata genial y se nota que me quiere, él
nunca me haría eso.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Tonta
de mí. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">No solo
sí que estaba poniéndome los cuernos con esa chica, sino que su comportamiento
hacia mí empezó a agriarse y a distanciarse, como una flor moribunda.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Y yo
intenté ir tras él, de verdad que lo intenté. Incluso cuando estaba casi segura
de que me estaba engañando yo seguí aferrándome a él como si fuera mi ancla.
Era toda mi vida, mi niño, mi cielo, el padre de mis futuros hijos. Él lo era
todo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Empezó
a ignorarme cada vez más, a llamarme loca cada vez que yo le decía mis
preocupaciones y mis sospechas, exagerada cada vez que me quejaba por algo que
él había hecho. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">—¿Pero
cómo voy a hacer yo eso? ¿Te estás escuchando? No me puedo creer que pienses
eso de mí —me dijo, el último día que le vi. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Estaba
realmente ofendido, tanto que hasta me hizo sentirme un poco culpable por las
cosas que estaba sintiendo y pensando. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Se fue
al baño, y la cagué. Sí, fui esa novia tóxica que le coge el móvil a su novio.
Lo que vi en su galería no dejaba lugar a dudas: no solo me estaba engañando, sino
que llevaba muchos meses haciéndolo mientras me llamaba loca por dudar. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Después,
todo se fue a la mierda. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Fueron
semanas muy duras, las peores de mi vida. Tuve ansiedad, no podía dormir, y
siempre iba mirando por encima del hombro, con miedo cada vez que salía de casa
o que alguien llamaba a la puerta. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Hasta
que conseguí escapar y dejarlo todo atrás. Lo tuve que hacer sola, porque por
su culpa dejé de lado a todas mis amigas y a mi familia. Ahora nadie sabe
dónde estoy ni qué me ha pasado, y eso no puede cambiar si quiero seguir
construyendo mi nueva vida en paz. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Sin embargo,
viendo esa dichosa peli, no puedo dejar de recordar los buenos tiempos que
pasamos juntos. La calidez en mi pecho cada vez que le veía, cada vez que le
abrazaba y que le tenía al lado. Cada vez que dormíamos juntos y me abrazaba en
sueños, o me besaba la cabeza cuando creía que yo estaba dormida.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Le echaba de menos. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Le echaba mucho de menos, a pesar de que sabía que las cosas no podían seguir así, que algo
tenía que cambiar.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">A
veces, le echaba tanto de menos que desearía no haberle matado aquella noche.<o:p></o:p></span></p>Bea http://www.blogger.com/profile/16473190309861347042noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2281243082511064590.post-30815631116246766482020-11-07T18:50:00.002+01:002020-11-07T18:50:05.829+01:00Prompt 20: una lucha con unos bō<p>Todo el mundo le había dicho que el instituto sería más difícil que el colegio, pero no se lo había creído hasta que se dio cuenta de la cantidad de trabajos que tendría que hacer en casa. </p><p>Toda esa semana se la había pasado encerrado en su cuarto, con la cabeza enterrada entre cuadernos, el portátil con la Wikipedia abierta y unas cartulinas de colores. Tenía dos trabajos para la semana que viene, y los acababa de empezar esa tarde. </p><p>Estaba desesperadamente buscando una excusa (la que fuera) para poder dejar de trabajar, y fue justo entonces cuando su amigo Lucas llamó al portero de su puerta. </p><p>—Javi, Lucas está abajo esperándote. Dice que habíais quedado para dar una vuelta —su madre asomó la cabeza por su puerta, con el ceño fruncido. Miró lo que hacía, tratando de descifrar si su hijo de verdad había estado trabajando o distraído en internet. </p><p>Antes de que a ella le diera tiempo a decidir, Javi cerró el portátil de golpe y se levantó de un salto.</p><p>—ay si! Me había olvidado de decírtelo, íbamos a ir a dar una vuelta y ver una nueva tienda de videojuegos que hay por donde la plaza vieja. </p><p>Era mentira, por supuesto. No recordaba haber siquiera hablado de quedar con Lucas, pero tampoco era tonto. La ocasión se había presentado, y el la iba a aprovechar. </p><p>A su madre no le hizo mucha gracia, pero aún así le dejo salir hasta las 9. Eso eran casi tres horas de poder liarla con su mejor amigo, perfecto.</p><p>Lucas le estaba esperando en el portal con una sonrisa malvada en la cara y las manos tras la espalda. Pudo ver que tenía una bolsa de plástico grande agarrada.</p><p>—Hola, tío —Lucas liberó una mano y los dos se saludaron con esa especie de apretón-abrazo tan común en los adolescentes. </p><p>—Hola. ¿Qué haces aquí? ¿Qué tienes ahí? </p><p>Su pregunta solo hizo que la sonrisa de Lucas aumentara. </p><p>—Ya lo verás. ¿Te apetece liarla un poco?</p><p>A Javi siempre le apetecía liarla un poco. Era su hobbie favorito, siempre que el lío no incluyera el riesgo de que su madre se enterara. Así que se fio de su amigo y le siguió. Los dos caminaron tranquilamente entre los vecinos, y se sentaron en un banco de un parque a comer pipas hasta que empezó a anochecer y las calles empezaron a vaciarse un poco. Aún quedaba una hora para que Javi tuviera que estar en casa. </p><p>Lucas miró al cielo pensativo.</p><p>—Bueno, yo creo que ya. </p><p>Javi se rio.</p><p>—¿Ya te vas? —se burló. </p><p>El otro le sacó el dedo medio.</p><p>—¿Qué coño dices, subnormal? Que ya podemos hacer lo que tenía planeado.</p><p>—¿El qué? —mientras hacía la pregunta, Lucas ya estaba hurgando en su bolsa de plástico. </p><p>De ella, sacó una caja de cartón con un dibujo con letras verdes fosforescentes que Javi pudo reconocer de inmediato por los vídeos de miedo que ambos llevaban viendo un par de meses. </p><p>—¿Has comprado una oui-? —le salió un gallo. Frunció el ceño y carraspeó—. Joder. ¿Una ouija?</p><p>El otro asintió con mucho entusiasmo.</p><p>—Sí, tío. Nos podemos colar en el edificio donde kárate, y grabarlo. Podemos usar tu móvil como luz y el mío para grabar, que tiene mejor cámara.</p><p>Javi dudó. Por una parte, le daba un poco de miedo hacer eso, a pesar de que él no creía en los espíritus y sabía que era una tontería. Pero, por otra, le causó un tipo de emoción extraña el pensar en hacer eso.</p><p>Al final, Lucas tan solo tuvo que insistirle una vez más para que no pudiera resistirse. </p><p>El edificio donde los niños habían hecho karate hacía dos años había cerrado unos meses atrás. No solo se enseñaba karate, sino muchas más artes marciales. Los dos se pusieron muy tristes cuando su profesor se lo contó, pero luego se emocionaron al darse cuenta de que era un sitio donde podrían colarse fácilmente, y que además se conocían casi todo el interior. </p><p>Cuando por fin entraron por la puerta de atrás, tras saltarse una pequeña valla y cruzar un jardín descuidado, ya era noche casi cerrada. Aún había un resquicio de luz, así que Juan se convenció de que no podía pasar nada malo.</p><p>Por inercia, los dos chicos subieron directamente a la que había sido su clase. Estaba prácticamente vacía, con una colchoneta rajada al fondo, un corcho caído en una pared y un armario cerrado. Lo que no se esperaban ver era las botellas de alcohol tiradas por el suelo y los grafitis de nombres feísimos que ya decoraban las paredes.</p><p>—Vaya colgaos —musitó Juan, dándole una patada a una botella de vodka. Esta rodó en silencio hasta pararse a unos metros. </p><p>—¿Aquí? —susurró Lucas, mirando con nerviosismo a su alrededor. A pesar de que había sido su idea, ahora ya no se le veía tan convencido.</p><p>La luz de una farola entraba por una ventana enorme, y podían escuchar las risas de la gente que estaba en un bar de la calle de al lado. El cerebro de Javi le dijo que estaba completamente a salvo, así que asintió y se sentó en el suelo con las piernas cruzadas.</p><p>—Saca tu móvil —le instó Lucas, después de sentarse y sacar la caja de la bolsa.</p><p>—Yo creo que hay suficiente luz —replicó él, mirando a su alrededor, viendo todo casi perfectamente.</p><p>Lucas le miró escéptico, pero no dijo nada. Claro, si pedía una luz querría decir que estaba asustado, y ninguno de los dos admitiría eso. </p><p>—Vale —su amigo carraspeó, sacando la tabla de la caja junto con el pequeño puntero—, ¿cómo hacemos esto?</p><p>Javi no podía dejar de mirar las horrorosas letras verdes forforito que emitían un ridículo brillo. </p><p>Cogió distraídamente el puntero (cuyo borde también brillaba, por cierto), y lo dejó sobre la tabla. </p><p>—Pues decimos hola, esperamos a que alguien nos responda, le preguntamos cosas y cuando queramos irnos tenemos que decir adiós —señaló la palabra “adiós” en la tabla. </p><p>Eso era lo que les habían explicado en todos los videos de Youtube que habían visto al respecto, al menos. </p><p>Los dos se pusieron a ello, con dedos algo temblorosos. </p><p>—¿Quieres hablar tú? —preguntó Javi. </p><p>Lucas no le miró, pero se retorció en su sitio.</p><p>—Me da igual, hazlo tú si quieres.</p><p>Hinchando un poco el pecho, así lo hizo.</p><p>—¿Hola? ¿Hay alguien aquí?</p><p>Nada se movió. Un coche pasó rápido por la calle de fuera de la ventana y Lucas apartó el dedo, asustado. </p><p>—¡Lucas! —le regañó en un susurro— ¡No puedes romper el contacto!</p><p>—Ya, ya, perdón. Es que me sobresaltó el puto coche. </p><p>Se volvieron a poner en posición. </p><p>Javi volvió a preguntar. </p><p>—¿Hola? ¿Hay alguien o algo aquí que quiera hablar con nosotros? </p><p>Nada. </p><p>Siguieron intentándolo durante unos minutos, hasta que Javi se empezó a aburrir. Estaba claro que eso no funcionaba porque era una tabla cutre, o que no había nadie allí. Después de todo, eso había sido una escuela, nadie se había muerto allí. No había ninguna razón para que hubiera un espíritu.</p><p>Antes de decir que se fueran, decidió gastarle una broma a su amigo. </p><p>—Si hay alguien aquí, por favor, di algo.</p><p>Esperó unos segundos prudenciales, pretendiendo estar muy concentrado, y luego empezó a mover el dedo sobre la plica. Escuchó a Lucas ahogar un jadeo asustado mientras, muy despacio, la llevaba a “SÍ”. </p><p>Javi pretendió estar asustado mientras ahogaba una risa. </p><p>—¿Quién eres? </p><p>Empezó a mover de nuevo la plica hacia una letra aleatoria, cuando los dos se frenaron al escuchar un movimiento justo encima de ellos.</p><p>Todas las ganas de reírse se disiparon. Se le atascó la respiración en la garganta y sintió que le invadía un calor extraño por todo su cuerpo. Ni siquiera se dio cuenta de que se había levantado hasta que Lucas le imitó. </p><p>—Tío, ¿qué coño ha sido eso? </p><p>Estaba a punto de decirle que era una coña, que era él quien había movido la plica, cuando el sonido se repitió. </p><p>Pasos. Eran pasos rápidos, furiosos, que bajaban las escaleras del segundo piso y se acercaban a ellos.</p><p>Sin pensarlo, corrió hacia un armario y lo abrió de un tirón. Dentro, había palos más altos que él, con inscripciones que no entendía. Cogió dos y le tiró uno a su amigo. A él se le cayó, rebotando en el suelo. </p><p>Se hizo el silencio más absoluto. Lucas le miró con horror escrito en sus ojos. Ni se agachó a recogerlo. Javi estaba seguro de que estaba paralizado.</p><p>Entonces los pasos volvieron a sonar, y él cogió el palo como si fuera una especie de bate y se colocó frente a su amigo, dispuesto a protegerle. </p><p>Una sombra bajó corriendo por las escaleras. Javi estaba seguro de que era culpa suya. No debería haber bromeado con la ouija, no debería haber hecho trampa, y ahora había cabreado a un espíritu y les iban a matar y su madre se iba a enfadar porque no iba a llegar a tiempo a cenar. </p><p>Se le pasaron muchas cosas por la cabeza en el segundo que la figura tardó en bajar. Hasta que éste no estaba a un par de metros no se dio cuenta de que no era un fantasma, sino un hombre. Medía metro sesenta, flacucho, y podría tener cualquier edad entre los veinte y los sesenta. Llevaba unos vaqueros raídos y una camisa gris manchada en las axilas. </p><p>Les estaba mirando con enfado en los ojos amarillentos, y tenía una navaja grande abierta en la mano. </p><p>—¿Qué cojones hacéis aquí? —siseó el hombre, meneando la navaja en su mano. </p><p>Javi sintió que le temblaban las manos, y apretó su agarre para no tirar el palo.</p><p>—No queremos problemas, tío. </p><p>El otro soltó una risa nerviosa y, de alguna manera, agresiva.</p><p>—Entonces no deberíais haber venido aquí. </p><p>El tipo hizo amago de dar un paso hacia él. Javi movió su arma con todas sus fuerzas, esperando darle y que no les hiciera nada. Sin embargo, el movimiento se paró a medio camino con un estruendo cuando la larga vara golpeó contra el marco de la puerta. </p><p>Mierda.</p><p>Los dos se quedaron parados, mirándose, y una sonrisa lenta se abrió paso en la cara del otro. </p><p>Javi estaba segundo de que estaba a punto de volver a atacar y él no podría hacer nada, cuando ambos escucharon un grito. </p><p>Javi se giró justo a tiempo para ver a Lucas corriendo hacia él, con lágrimas en los ojos y el palo por delante, como si fuera un saltador de pértiga. Se apartó justo a tiempo para ver a su amigo pasar y golpear a otro en el pecho, haciendo que se tropezara y cayera hacia atrás con un grito sobre las escaleras por las que acababa de bajar.</p><p>Su cerebro alcanzó por fin a entender lo que acababa de pasar. Tiró su vara al suelo y corrió hacia Lucas, que volvía a estar quieto en medio. Le cogió del brazo. </p><p>—Vamos —tiró un poco de él—. ¡Vamos! </p><p>Eso pareció despertarle. Ambos echaron a correr escaleras abajo, salieron por el jardín, saltaron la verja y siguieron corriendo durante lo que les parecieron horas, pero en realidad apenas fueron unos minutos. Cuando pararon, estaban en casi la otra punta de su pequeña ciudad, al lado de la casa de Lucas. </p><p>La ouija se les quedó olvidada, pero ninguno la mencionó. Ambos entendían que no iban a volver a hacer algo así. Puede que no hubiera espíritus malvados acechando, pero lo que sí era muy real eran los humanos, y esos podrían hacer aún más daño.</p><div><br /></div>Bea http://www.blogger.com/profile/16473190309861347042noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2281243082511064590.post-5101483785242037872020-10-26T19:33:00.005+01:002020-10-26T19:33:58.250+01:00Prompt 19: un buen samaritano<p> —Bueno, pues para la semana que viene, ¿qué te parece si nos traes una lista con todos los pensamientos negativos automáticos que te vengan y los analizamos? Y así te podemos enseñar cómo manejarlos para que no te hagan tanto daño.</p><p>Carla asiente y sonríe con entusiasmo, a pesar de tener las mejillas mojadas de lágrimas y el maquillaje un poco corrido. </p><p>Lara y yo nos quedamos un rato más después de que ella se haya ido, revisando las notas que tenemos y como proceder en su caso. Carla es una chica joven, estudiante de fisiología, que ha tenido la mala suerte de juntarse con muchos hombres como pareja sentimental que la han dejado con inseguridades y con una autoestima muy baja, aparte de un trastorno de ansiedad que lleva arrastrando varios meses.</p><p>No puedo evitar pensar que uno de esos chicos podría haber sido yo. </p><p>Una vez que se ha ido nuestra última paciente de la tarde, Lara se despide de mi y yo me subo al coche, pero sigo dándole vueltas al tema.</p><p>Me pregunto vagamente donde estará mi padre, y luego me pregunto si yo estaría en el mismo sitio si hubiera seguido el mismo camino que él mismo me enseñó. </p><p>Apenas llego a casa, me doy prisa en ducharme y cenar para poder irme a dormir temprano. Normalmente me cuesta horrores irme a la cama antes de las doce, pero desde que empecé este curso no soy capaz de aguantar despierto después de las once.</p><p>A la mañana siguiente, me arrastro fuera de la cama y me visto. Es un poco complicado manejar las prácticas del máster a la vez que el voluntariado en la fundación, pero uno de mis profesores lo propuso como opción el año pasado, y no pude parar de darle vueltas al asunto hasta que por fin me decidí a apuntarme.</p><p>Sé que todo lo estoy haciendo porque me gusta poder ayudar a gente que lo necesita, pero una voz en mi cabeza no para de repetirme día tras día que soy un fraude, que no debería estar allí por lo que hice en el pasado. También sé que no es la mejor manera de lidiar con ello, pero durante toda la mañana me obligo a no pensar en ello porque tengo que concentrarme en los usuarios que necesitan mi ayuda, no en mis propios traumas. </p><p>Al salir, tan solo tengo que cruzar una calle y ya estoy en el restaurante donde había quedado con mi hermana. </p><p>Cloe llega un par de minutos tarde, pero es un logro en comparación a lo que solía tardar antes. Me sonríe y hace el gesto de la paz con los dedos mientras se acerca.</p><p>—Hola, hermano, ¿qué tal tus pacientes?</p><p>Pongo una mueca. </p><p>—Buenos días, hermana. ¿Por qué la formalidad? Qué grima. </p><p>Ella solo se ríe, y empieza a contarme todas las cosas interesantes que está dando en su grado de microbiología.</p><p>Cuando éramos adolescentes, siempre me enfurecía su capacidad de ver el lado bueno de las cosas y reírse por todo. A pesar de todo lo que nos hacía mi padre, de la cantidad de cosas que nos perdimos por su culpa, ella siempre estaba alegre y sonriendo por cualquier cosa —al menos, cuando él no estaba delante.</p><p>Muchas veces le grité, le dije que era una inmadura y la insulté por lo que yo creía que era no ver la realidad. Ella nunca me dijo nada, solo se iba llorando y venía al rato para hacerme compañía. A pesar de ser la pequeña, en el fondo siempre ha sido mucho más adulta que yo. </p><p>Por otra parte, eso también fue culpa de él. La obligó a madurar rápido, a hacer las tareas que hacía mamá antes de enfermar. Cloe apenas podía manejar el instituto y todas las tareas que él la imponía. Eso, sin contar que tenía que soportar a dos imbéciles que no paraban de gritar, pelear y romper cosas todo el rato que estaba en casa.</p><p>Fue ella la que me hizo ver la verdad, darme cuenta de que si no le ponía freno a aquello iba a terminar siendo como él. De hecho, había estado a punto de hacerle mucho daño a Cloe cuando me miró a los ojos, con la mirada más seria que le había visto en la vida, y me dijo: </p><p>—Álvaro, esto no puede seguir así. Tú no eres así, y él te está transformando. No le dejes que te haga como él. O vas a un psicólogo o te juro que me voy de esta casa y no me vuelves a ver en tu puta vida. </p><p>En cualquier otra ocasión, que ella me dijera eso solo habría servido para cabrearme aún más. En ese momento, algo en el tono de su voz, casi vacío de emoción, consiguió hacer que parara en seco. Cloe no me lo había dicho enfadada, ni como un ataque. Pude escuchar la sinceridad claramente en su voz, y supe que no era un farol.</p><p>No podía perder a mi hermana. A pesar de que la había tratado fatal, ella era lo único bueno que tenía en esa vida de mierda.</p><p>Así que le hice caso. Fui a un psicólogo (a pesar de que fue ella quien lo tuvo que buscar porque yo no tenía ni idea), y después de varios meses saliendo de casa en secreto, pude ver lo que estaba pasando. Me dieron herramientas para mejorar, para manejar mucho mejor mis emociones, y para tratar a la gente como se debía. Y, lo mejor, para poder escapar de mi padre.</p><p>Desde entonces, decidí que quería ayudar a otros adolescentes que estuvieran pasando por lo mismo. Así que estudié todo lo que pude, a pesar de que tuve que esperar un año para poder entrar en la carrera de psicología porque mis notas habían dado pena, y lo había conseguido.</p><p>Cloe se mudó conmigo los primeros meses, justo después de que ella cumpliera los dieciocho. Cortamos contacto con mi padre por completo, nos mudamos a otra ciudad y le bloqueamos en todas partes para que no pudiera alcanzarnos. </p><p>Durante mucho tiempo he estado pensando que no merezco estar donde estoy, ni haber conseguido todas las cosas que he conseguido. Que no debería tratar a gente, porque yo soy peor que lo que les está pasando a ellos en el fondo. </p><p>Esos pensamientos cada día son más débiles, y cada vez les hago menos caso. Hacer esto se hizo mucho más fácil, curiosamente, desde que me di cuenta de que todos esos pensamientos resonaban en mi cabeza con la voz de mi padre. </p>Bea http://www.blogger.com/profile/16473190309861347042noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2281243082511064590.post-8633071192427429542020-10-22T18:32:00.000+02:002020-10-22T18:32:00.190+02:00Prompt 18: la tierra como elemento<p>Nada más entrar al recinto, lo que más curioso me parece es el sol resplandeciente que hace. Normalmente, en estas circunstancias, parece lo lógico que el cielo esté nublado, grisáceo, oscuro. </p><p>No tiene por qué, claro. De hecho, apenas son mediados de octubre y el sol calienta lo suficiente como para no pasar frío sin chaqueta. </p><p>Todos andamos con paso lento, siguiendo el coche —un coche con un diseño horrendo, a mi parecer. ¿Qué más dará eso en este momento?, me reprocho a mí misma. </p><p>Tampoco sé muy bien en qué ir pensando mientras caminamos entre las lápidas. Alguien por detrás comenta: «Mira, las de la derecha son blancas y las de la izquierda son grises». Me hace gracia darme cuenta de que no soy la única a la que le vienen pensamientos completamente aleatorios.</p><p>Por fin, el coche se para, y nosotros detrás de él. Estamos justo al fondo de todo el cementerio, y me da coraje. ¿No había ningún hueco antes? Me da la sensación de que le han relegado al final, al último hueco que hay en todo el recinto.</p><p>Hay cuatro hombres sobre un gran agujero abierto en la tierra. Los cuatro llevan uniformes, con pantalones de chándal azules y sudaderas a juego. Miran el coche expectantes, y ayudan a sacar el ataúd. Tardan un poco en colocarlo bien para poder bajarlo, y uno de los hombres grita al resto para que lo pongan correctamente. Me da la sensación de que no están procesando realmente lo que está pasando aquí, ya que esta es su rutina, su trabajo. No les importa de verdad. </p><p>Me pregunto si lo que yo estoy sintiendo me asemeja más a ellos o al resto de familiares a mi alrededor. No siento culpa por no estar devastada: ya he trabajado en eso desde que me dieron la noticia, y sé que no puedo controlar lo que siento. Tiene sentido que no esté así; después de todo, el vínculo no era muy cercano, y él tampoco había sido una persona excepcionalmente buena en vida. Estoy triste por la pérdida y los buenos recuerdos, pero no estoy devastada. No me duele. </p><p>El cura termina de dar su discurso. Unas palabras de consuelo a la familia que me parecen vacías. ¿Cómo sabes si lo que estás diciendo es verdad? Ni siquiera le conocías de nada. No sabes si Dios le ha llamado a su lado. Es más, si creyera en eso, no estoy segura de que fuera a ser Dios quien le llamara. </p><p>Los hombres usan las dos cuerdas para bajar el ataúd al agujero. </p><p>Y ahí empieza un ritual que me parece ridículo, incluso un poco cruel. No sé, quizás es bueno y soy yo que no lo entiendo. </p><p>Los cuatro hombres cogen sus palas y empiezan a echar tierra. De forma rítmica, continuada y un poco robótica. </p><p>Uno de ellos, el que está de espaldas a nosotros, se agacha y se ve que se le caen los pantalones. Se le ve un poco la raja del culo. Me dan ganas de gritarle algo, pero en su lugar me da la risa floja y mi hermano me da un codazo. </p><p>Mi madre empieza a llorar, y me separo de mi hermano para ir con ella. Me gusta ver que mi padre tiene una mano en su hombro para consolarla, y los dos la rodeamos mientras llora. Todos estamos mirando en silencio a esos hombres desconocidos que echan tierra distraídamente sobre una caja cerrada y, de alguna manera, vacía. </p><p>Lo peor empieza cuando los hombres empiezan a raspar las palas contra el cemento, para no dejarse nada de tierra fuera. El ruido que hacen cada vez que golpean el suelo, tan resonante y basto, me parece ofensivo. </p><p>No entiendo por qué se hace esto. No entiendo qué se supone que va a ganar la gente viendo esto. Supongo que debe ser una especie de ritual para ser capaz de pasar página, de cerrar ese capítulo definitivamente, pero en ese momento no paro de pensar que debe de haber una manera mejor de hacerlo. Algo menos tosco. </p><p>¿Hay algo que no estoy entendiendo? ¿De verdad estoy tan separada de ese momento que me estoy perdiendo algo fundamental, que estoy criticando o desaprobando algo que literalmente todo el mundo ve como bueno y necesario?</p><p>Mi padre le dice a mi madre que si se quiere ir. Ella responde que no, que aún sigue habiendo mucha gente de la familia allí, que está feo. Me hace preguntarme si realmente esto le está viniendo bien, o está soportando un mal trago solo por quedar bien frente a su familia. Una familia que, salvo un par de personas, no la han apoyado desde que se murieron mi abuela y mi tía. Es más, algunos incluso han hecho lo contrario. </p><p>Yo no digo nada. Simplemente me quedo allí abrazada, disimulando una mueca cada vez que la pala choca contra el cemento, y pensando que por lo menos el sonido de la tierra cayendo sobre más tierra me parece agradable. Mirando el cielo despejado. Yo no sé de pájaros, pero me da la sensación de que pasa una paloma por encima de nosotros. Tampoco conozco muy bien la Biblia, pero me da la sensación de que eso debería ser una especie de símbolo de esperanza, un mensaje tranquilizador. Pero bueno, quizás es tan solo una paloma. Quizás ni siquiera es una paloma.</p><p>Por fin terminan de echar toda la tierra. Se han esmerado mucho, rascando el dichoso hormigón, y apenas queda un poco de polvo alrededor. </p><p>—Hala, esto ya está —dice uno de los hombres. </p><p>El cura se despide y nos da el pésame y nos desea mucho ánimo. Me parece un buen hombre, y le sonrío.</p><p>Los otros hombres se alejan en parejas. </p><p>—Ya les dejamos —dice uno—. Pasen buen día. </p><p>Ni «lo siento mucho», ni «ánimo», ni «les acompaño en el sentimiento». «Pasen buen día». De nuevo me da la sensación de que no procesan del todo lo que hacen. </p><p>Y allí nos quedamos todos un rato más, mirando un montón de tierra removida que oculta lo último que queda de una persona. Mi prima se acerca y coloca mejor un centro de flores. Mi madre se seca los ojos sin apartar la mirada del dichoso montón de tierra. </p><p>Me gustaría que no tuviéramos que hacer eso. Me gustaría que eso se hiciera sin nosotros, y pudiéramos venir a ver directamente una cruz, una lápida o el símbolo que mi madre y su hermano elijan para poner. </p><p>Pero ya está hecho. </p><p>Y al final nos vamos. Los pájaros siguen cantando, las flores siguen mirándonos con sus colores brillantes, y el sol sigue calentando nuestras cabezas, como si no hubiera pasado nada. Y allí se queda el montón de tierra. </p><div><br /></div>Bea http://www.blogger.com/profile/16473190309861347042noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2281243082511064590.post-82722657492997420792020-10-20T20:07:00.002+02:002020-10-20T20:10:39.185+02:00Prompt 17: Día de la Madre<p> —Al final vienes esta tarde, ¿no, Isabel?</p><p>Disimulé una mueca cuando escuché la pregunta de Ana y levanté la mirada de mi sándwich de jamón y queso.</p><p>—No, lo siento. Mi madre no me deja, y ya sabes cómo se pone.</p><p>Ana, junto con Laura y Maite me miraron con el ceño fruncido y las ya conocidas miradas de desaprobación.</p><p>Siempre era la misma historia: ellas hacían un plan normal, divertido, pero yo nunca podía ir. No pasaba nada el año pasado, pero ya estábamos en segundo de la ESO, y cada día me daba más cuenta de lo mucho que eso estaba molestándolas. Si esto seguía así, las perdería, y eran mis únicas amigas.</p><p>Miré alrededor de nuevo, más como un acto reflejo que otra cosa, casi esperando ver a mi madre cruzar la esquina para ver cómo iba. No era lo usual, pero pasaba de vez en cuando, y no quería que me escuchara hablar de esto con ellas. Siempre se enfadaba mucho cuando mis amigas hacían planes que a ella le parecían peligrosos.</p><p>—Isa, ¡esto es ridículo! —Ana casi gritó y la miré con los ojos muy abiertos— Vamos a ir a dar una vuelta a un parque, y te hemos dicho que va a ser al lado de tu casa.</p><p>—Ya tienes casi catorce años —añadió Maite—, ya es hora de que te dejen salir de casa un viernes por la tarde.</p><p>Suspiré y sentí cómo los ojos se me llenaban de lágrimas.</p><p>—Si ya lo sé, y yo quiero ir. Pero no me deja.</p><p>—¿Se lo has preguntado acaso? —Ana era la que más enfadada se ponía cada vez que pasaba algo así… lo cual, por desgracia, era casi cada semana.</p><p>—¡Claro que se lo he preguntado! —repliqué, con las lágrimas saltándose de mis ojos— Pero ha dicho que no, y no me puedo escapar.</p><p>—¿Por qué te ha dicho que no?</p><p>—No lo sé. Solo dijo “porque no”, y le pregunté mil veces. Luego se enfadó y amenazó con quitarme el móvil.</p><p>Ana bufó.</p><p>—¿Qué más da? Para lo que puede hacer ese móvil viejo…</p><p>Miré al suelo, avergonzada. Era el primer móvil que tenía, y me gustaba bastante. No era un smartphone como el de mis amigas sino un teléfono antiguo de mi madre, que me había dejado para poder mandarme mensajes a lo largo de la mañana para ver cómo iba. No tenía internet, y le había desinstalado los juegos para que no me distrajera y no hiciera los deberes.</p><p>Sin embargo, era mi única manera de poder hablar con ellas. Les había pasado mi número a escondidas. Tenían que llamar ellas, porque sino mi madre se enfadaría si le llegaba la factura de llamadas, pero aún así lo sentía como mi única manera de conectar con el exterior.</p><p> </p><p>En el camino a casa después del instituto, mi madre iba hablando sobre lo que había hecho esa mañana, y sobre cuánto me había echado de menos. Siempre se aseguraba de decírmelo cada vez que me iba a algún sitio. A una parte de mí le gustaba, pero a otra parte le daba una sensación extraña que normalmente intentaba ignorar.</p><p>—¿Qué te pasa? —me reprochó mi madre nada más entrar en casa.</p><p>—Nada.</p><p>Cerró la puerta de un portazo, y me sobresalté.</p><p>—¡No me mientas! Casi no has hablado en todo el camino. ¿Qué pasa? ¿Esas amigas tuyas te han dicho algo? ¿Te han molestado? ¿Alguien te ha pegado? ¿Te ha dicho algo algún profesor?</p><p>Esa ráfaga de preguntas me dejó confusa un momento.</p><p>—¿De dónde te has sacado todo eso? —no pude evitar preguntar, con tono confuso.</p><p>Mi madre había pasado de venir contenta todo el camino a estar roja de enfado. Era una de las cosas que más miedo me daban: los cambios de humor repentinos. Nunca sabía qué podría hacerle enfadar, porque a veces eran cosas que no entendía o cosas que otras veces no la hacían enfadar. Siempre tenía que ir con cuidado de cómo decirlo todo.</p><p>—Así que es verdad. ¿Por qué no me lo habías dicho antes? —recriminó— Te tengo dicho que me llames si pasa algo en el instituto e iré a buscarte.</p><p>—No, no es eso, mamá —repliqué rápidamente—. No pasa nada, de verdad.</p><p>Ella echó a andar con pasos fuertes hacia el salón, donde se quitó la chaqueta y la dejó sobre el respaldo de una silla. Yo la miré desde la entradita, insegura de qué era lo que había hecho mal esa vez.</p><p>—¿Qué haces? Vamos, quítate la chaqueta, que tienes cosas que hacer. Venga, dímelo, ¿qué te pasa?</p><p>Suspiré frustrada.</p><p>—Que no me pasa nada, mamá.</p><p>Mi madre entrecerró los ojos hacia mí y se acercó.</p><p>—Isabel…</p><p>Di un paso rápido hacia atrás.</p><p>—¡De verdad! Es solo que… he estado pensando… mis amigas van a estar un rato en el parque hoy, y me gustaría ir un ratito con ellas.</p><p>—Isabel, ya hemos hablado de esto —me agarró del brazo—. Eres muy pequeña como para salir sola por aquí, te puede pasar cualquier cosa. Esas amigas tuyas están muy descuidadas por sus padres, pero tú no. Lo hago por tu bien.</p><p>—Mamá, ya tengo casi catorce años…</p><p>—¡¿Y qué?! Eres muy pequeña como para estar por ahí.</p><p>—¡Es el parque de al lado, lo puedes hasta ver por la ventana si quieres!</p><p>—¡Te he dicho que no! No vas a salir sola aún, y punto. Ahora ve a lavarte las manos para que podamos comer.</p><p>Cuando llegué a la cocina, mi madre me dio un fuerte abrazo y un beso en la mejilla. Yo estaba muy enfadada con ella porque nunca me explicaba el por qué de nada, pero aún así fingí una sonrisa y le devolví el abrazo. Si no lo hacía, se volvería a enfadar y me diría que no tenía derecho a cabrearme con ella, porque la que estaba equivocada era yo.</p><p><br /></p><p>A eso de las seis de la tarde estaba en el salón con mi madre viendo la serie que veíamos todas las tardes después de hacer los deberes. Ella insistía en hacer cosas las dos juntas. En cierto modo, me gustaba que mi madre pasara tiempo conmigo. Lo que no me gustaba era que, aunque a veces me apeteciera hacer otra cosa, ella se enfadaría si se lo decía.</p><p>Entonces llamaron al teléfono. Me quedé paralizada en el sofá al reconocer el sonido de mi móvil en la mesa.</p><p>—Uy, ¿quién te llama ahora? —mi madre se incorporó para cogerlo. Quise decirle que no, que era para mí, pero eso no le gustaría — ¿Sí? ¿Cómo? ¿Para Isabel? ¿Quién eres?</p><p>Podía escuchar a Laura al otro lado del teléfono, con esa voz tímida pero segura que solía poner al hablar con los profesores en clase, pero no distinguí lo que dijo.</p><p>—Pues es que está ocupada. No, no puede salir. ¿Qué por qué? Pues porque no. No lo tienes que entender, soy su madre y digo que no y punto. No, no puedes hablar con ella, estamos ocupadas. Adiós.</p><p>Miré a mi madre con la boca abierta, horrorizada. ¿Cómo había podido ser así de borde con Laura? No me lo podía creer. Ahora Laura no querría saber nada de mí, y quizás las demás tampoco.</p><p>—¡¿Por qué has hecho eso?! —chillé, apartándome de ella en el sofá.</p><p>El guantazo en el brazo me pilló de sorpresa, y siseé de dolor.</p><p>—¡No me grites! Le he dicho eso porque es la verdad, y esa niña es una impertinente. No quiero que vuelvas a hablar con ella, no te va a hacer bien.</p><p>—Mamá, no puedo dejar de hablar con ella, ¡es mi amiga!</p><p>—Como si es el Papa. Mañana mismo le dices que dejas de ser su amiga.</p><p>—No voy a hacer eso.</p><p>No fue lo correcto que decir. Sentí otro golpe en el brazo antes que verlo.</p><p>—Sí lo vas a hacer. Es más, lo vas a hacer también con el resto. Estoy harta de en lo que te estás convirtiendo desde que las conoces. Antes no me respondías así, y esas niñas solo saben salir por ahí y ponerse en peligro. No voy a dejar que también te pongan en peligro a ti.</p><p>—¡Mamá, no se ponen en peligro! ¡Solo comen pipas en un banco y hablan de chicos!</p><p>—¡De chicos! ¿Qué chicos? Sois muy pequeñas para hablar de esas cosas. Tú no habrás estado con ningún chico, ¿no?</p><p>—¡Claro que no! —no fue una mentira. Nunca me habían interesado los chicos en lo mas mínimo. Mis amigas me parecían mucho más interesantes.</p><p>—Como me entere de que me mientes…</p><p>—¿Por qué te iba a mentir?</p><p>—Es igual. Mañana quiero que te despidas de ellas. He estado mirando información en internet, y a partir del mes que viene te voy a educar en casa.</p><p>El silencio dentro de mi cabeza era atronador. Me costó un buen rato procesar lo que acababa de decir.</p><p>—¿Qué? —salió en apenas un susurro.</p><p>—Lo que has oído. Es muy peligroso ese instituto, y todos los demás. Eres muy pequeña para estar con tanta gente que podría hacer algo malo. ¿Sabes la de adolescentes que se suicidan por sufrir bullying en las clases? ¿O la de adolescentes que se meten en las drogas porque sus amigos les convencen? —su madre negó con la cabeza y chasqueó la lengua— No, no. Tú no vas a ser de esas. Te voy a educar aquí en casa, donde puedes estar segura. Me he informado de todo, no te va a faltar de nada.</p><p>Las lágrimas habían empezado a escapar de mis ojos en algún momento, pero no sabía ni cuándo. Ir al instituto era el único momento en el que podía estar con más gente aparte de ella. El resto del tiempo estaba en casa con ella, o la acompañaba a todos los sitios donde tenía que ir (ya que quedarme en casa sola era muy peligroso). Era el único momento en el que podía hablar con mis amigas sin pensar que mi madre me estaba escuchando.</p><p>Y ahora me lo iba a quitar.</p><p>—No…</p><p>Ella frunció el ceño.</p><p>—¿No, qué?</p><p>—Por favor, por favor —supliqué, juntando las palmas de las manos—, no hagas eso. Déjame seguir en clase con mis amigos. Déjame seguir en el instituto.</p><p>Mi madre puso cara de pena y me cogió de los brazos, forzándome a abrazarla.</p><p>—Ay, cielo —me acarició el pelo—. Es lo mejor para ti. Eres muy joven, y no es seguro.</p><p>—Pero todo el mundo va, y a nadie le pasa nada.</p><p>—Nunca pasa nada, hasta que pasa.</p><p>Esa frase. Esa dichosa frase. Me la había dicho desde que tenía uso de razón, tantas veces que prácticamente la llevaba tatuada en la frente para ese momento. La escuchaba por la calle, la escuchaba cuando cerraba la puerta de mi cuarto, la escuchaba cuando me metía en internet en su ordenador para hacer algún trabajo. La escuchaba hasta en mis pesadillas.</p><p>—No quiero…</p><p>—Ya sé que no te hace gracia la idea, cariño. Pero verás como en seguida te acostumbras al cambio e incluso te gusta más. ¿Quién te va a conocer mejor que yo? Te enseñaré para que aprendas mejor, para que memorices mejor y para que seas más lista que todos ellos. Eres mi niña, y no quiero que te pase nada. Te quiero. Por eso hago todo lo que hago, aunque ahora no lo entiendas. <i>Lo hago para protegerte.</i></p>Bea http://www.blogger.com/profile/16473190309861347042noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2281243082511064590.post-65637596663181915912020-10-18T23:11:00.004+02:002020-10-18T23:19:02.253+02:00Prompt 16: un intercambio de libros<p style="text-align: justify;">Nunca me habían gustado los pueblos. Soy una persona de ciudad, y quizás un poco demasiado acomodado. No me gustan los bichos, ni tener que ir al pueblo de al lado a comprar, ni levantarme pronto cuando pasa la furgoneta que trae el pan y la bollería. </p><p style="text-align: justify;">Cuando falleció mi tía abuela hace unas semanas, apenas un par de años después de mi tío abuelo, nos enteramos de que le había dejado la casa en herencia a su hijo y a sus dos sobrinos (uno de ellos, mi padre). Así que aquí estamos los tres primos, cada uno hijo de los que han heredado, ayudando a nuestros padres a vaciar la casa de todas las pertenencias y arreglarla para poder venderla. </p><p style="text-align: justify;">Llevamos viniendo un par de semanas, pero hay tantas cosas que probablemente tengamos que seguir viniendo varias veces más. Lo peor es que solo tenemos tres semanas más antes de que lleguen los del seguro a hacer las obras y la casa deje de ser nuestra. </p><p style="text-align: justify;">—Toma, Carlos —mi prima Silvia me tiende una caja llena a rebosar con telas y demás cosas que no sé ni qué son—, otra caja.</p><p style="text-align: justify;">Hoy me ha tocado ser el que lleva las cajas de basura al contenedor, que está a la otra punta de la manzana. Lo malo no es eso, sino la cantidad de cajas que hay que llevar y el poco tiempo que tenemos. </p><p style="text-align: justify;">Si hubiera podido elegir, no hubiera venido. Pero mi padre lleva un tiempo mal de la espalda, y le están empezando a doler mucho las rodillas, y sabía que iba a pasarse si no venía a ayudarle. Así que aquí estoy, intentando no tener un ceño fruncido permanente, a pesar de que mi cerebro no para de decirme que debería irme corriendo. </p><p style="text-align: justify;">Durante los cuatro días que hemos venido, me ha tocado vaciar armarios, montar cajas, meter cosas en los coches, sacar la basura, y matar a varios insectos ridículamente grandes que también se tenían que despedir del que había sido su hogar.</p><p style="text-align: justify;">Lo peor no es eso, sino que, cuando vuelvo a casa, tengo que seguir trabajando todos los días. Acabo de empezar un nuevo trabajo bastante competitivo, lo cual quiere decir que cada día hay muchas cosas que aprender para ponerme al día a tiempo. Noto mi organismo demasiado activado, todo el rato, y aún me quedan varias semanas más antes de poder recuperar mis fines de semana.</p><p style="text-align: justify;">—Nos vamos a ir a tomar algo para descansar —dice mi tío cuando vuelvo de tirar la basura por la que me parece la centésima vez ese día—, ¿te apetece venir?</p><p style="text-align: justify;">Pretendo pensármelo un rato, pero en el fondo ya sé la respuesta.</p><p style="text-align: justify;">—No, creo que no. Me apetece dar una vuelta por el pueblo.</p><p style="text-align: justify;">Él me mira algo extrañado pero asiente, y poco después me quedo completamente solo en ese pueblo que dice ser mío pero me parece más un pequeño laberinto de casas parecidas y ojos que miran tras las ventanas. </p><p style="text-align: justify;">No tardo mucho en encontrar un sitio que me gusta. Es un pequeño parque con arbolitos y un banco a las afueras del pueblo, detrás de unas casas bajas. No parece pasar mucha gente, y hay un riachuelo a unos metros de mí con varias ranas que cantan desafinadas.</p><p style="text-align: justify;">De mi pequeña mochila, saco mis dos placeres: un libro y un paquete de tabaco. No suelo fumar, pero estoy tan estresado que me parece el momento oportuno. </p><p style="text-align: justify;">Y así me quedo durante lo que apenas me parecen diez minutos, leyendo El Lazarillo de Tormes y fumando, cuando me empieza a sonar el teléfono. Es mi padre, y hay que volver al trabajo. Suspiro, piso el cigarro y me voy. </p><p style="text-align: justify;">No es hasta esa noche que me doy cuenta de que me olvidé el libro en el banco. Me siento estúpido, mirando el techo de la antigua cama, esperando que no me lo hayan quitado. Ya lo he leído varias veces, pero aún así me sentaría muy mal perderlo por tal tontería. </p><p style="text-align: justify;">Al día siguiente, la misma historia: sacar cosas de arcones, ver si nos sirve. Guardar lo que queramos, tirar lo que no. Repetir el proceso. Una, y otra, y otra vez, con los dos hermanos y el primo discutiendo de fondo por cualquier tontería, intentando que sus respectivos hijos se pongan de su lado. </p><p style="text-align: justify;">Para las seis de la tarde, tengo las orejas como un bombo y ganas de golpear una pared. Llevo todo el día mordiéndome la lengua para no gritarles a todos que se callen e irme de allí. Ellos vuelven a ir al bar a tomar algo, y yo vuelvo a ir a mi sitio, esta vez sin libro, para intentar relajarme un poco y aguantar lo que queda de día. </p><p style="text-align: justify;">Suelto una respiración pesada cuando, al llegar, veo la silueta de mi libro sobre el banco. Sonrío hasta que me doy cuenta de que hay algo que no cuadra: el color de la tapa era verde, no azul. ¿Qué libro es ese? Miro a mi alrededor, esperando ver a alguien por allí que se haya olvidado su libro al igual que yo, pero no.</p><p style="text-align: justify;">Me siento, frustrado, y ojeo el nuevo tomo de soslayo. Me han robado mi libro, se merecen que me quede ese. O, por lo menos, que le eche un ojo para pasar el rato. Es un libro de Stephen King, con las páginas muy dobladas y claramente usado.</p><p style="text-align: justify;">Justo cuando lo abro, un papel se cae al suelo.</p><p style="text-align: justify;">—Mierda, el marcapáginas —odio cuando la gente mira mis libros y me lo descoloca, y me siento mal por habérselo hecho yo a alguien.</p><p style="text-align: justify;">Cuando lo recojo, veo que hay una nota: </p><p style="text-align: justify;"><i>No me suelen gustar mucho los clásicos, pero tengo que admitir que El Lazarillo tiene algo enternecedor, ¿verdad? Espero que me perdones, pero me encontré tu libro y no pude dejar a medias la historia. A cambio, te dejo uno de mis libros favoritos. Espero que te enganche.</i></p><p style="text-align: justify;">Parpadeo varias veces, intentando procesar lo que estoy viendo, y siento una especie de emoción en la boca del estómago que consigue disipar gran parte de la ansiedad que acarreo desde ayer. Mientras leo el misterio que se va formando entre las páginas, incluso me doy cuenta de que estoy sonriendo. </p><p style="text-align: justify;">No sé quién es la persona que me lo ha dejado, pero me apetece devolver el favor, seguir con este juego que ha empezado. Luego me doy cuenta de que no tengo ningún otro libro. Por suerte, me había encontrado un pequeño boli al recoger un cajón en la casa, así que puedo responder a la persona misteriosa, con otra nota al reverso de la primera.</p><p style="text-align: justify;"><i>A mí no me gusta lo paranormal, pero alguien me quitó mi lectura y no me queda más remedio que entretenerme con esto. Quién sabe, quizás cambie mi opinión al respecto; vi la película de It hace unas semanas y fue entretenida. </i></p><p style="text-align: justify;"><i>No tengo más libros que dejarte esta semana. No sé si vives aquí o si solo estabas de paso, pero, si vuelves el sábado que viene, te traeré otro clásico que me parece más divertido. </i></p><p style="text-align: justify;"><i>Gracias por esto.</i></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Para mi sorpresa, hay otro libro con otra nota cuando vuelvo a ese sitio el fin de semana siguiente. Es uno de Agatha Christie, que de primeras me gusta un poco más que el de Stephen King. Yo, a cambio, le dejo mi ejemplar magullado de La Celestina.</p><p style="text-align: justify;">Y así seguimos durante un par de semanas más. Cada día, hay un libro nuevo en el banco, pero nunca veo a nadie llegar. No puedo evitar preguntarme cómo será mi compañera (o compañero) de intercambio. ¿Vivirá allí o estará solo durante una temporada? ¿Estará visitando a alguien? ¿Qué le había llevado a empezar eso? ¿Me estaría vigilando de alguna manera para saber cuándo dejar los libros cuando no estaba yo?</p><p style="text-align: justify;">Según se acerca el fin de semana, me voy sintiendo más y más angustiado por el prospecto de que este pequeño juego se acabe sin más. Es domingo, y el último día que vamos a pasar en el pueblo. Ya hemos recogido toda la ropa de cama y la cubertería, y las pocas cosas que quedaban por ahí. Hemos desmontado los muebles y los hemos sacado, o se los hemos dado a algún vecino que parecía interesado en quedárselos. Cada persona que pasa, o cada persona que me mira, me hace preguntarme si será la que está dándome libros. Si sabrá quién soy, o si está tan perdida en este misterio. </p><p style="text-align: justify;">Cuando llego al banco esa última tarde, me encuentro con un ejemplar del Quijote y frunzo el ceño ante la atípica elección. ¿Por qué ha cambiado la dinámica? Todo queda explicado cuando leo la nota:</p><p style="text-align: justify;"><i>Ha sido un placer poder hacer esto contigo. Hacía mucho tiempo que no me lo pasaba tan bien jugando a algo, y mucho menos algo tan gratificante como leer. </i></p><p style="text-align: justify;"><i>Sé lo que estás pensando: El Quijote no es una novela de misterio, ¿qué hace? Verás, sé que esta es una despedida, y me pareció apropiado regalártelo. Este fue el primer libro que me pude comprar cuando era joven. Además, todo el mundo conoce la historia de Don Quijote de la Mancha. Da igual que Cervantes lleve siglos muerto, y da igual el idioma. Todos se acuerdan, y me gusta pensar que tú también te acordarás de mí cuando veas los libros que te he regalado. </i></p><p style="text-align: justify;"><i>Gracias, y buen viaje.</i></p><p style="text-align: justify;">La vuelta a casa es amarga. Le dejé otra nota con otro libro, pero está claro que aquello era una despedida. </p><p style="text-align: justify;">Nada más entrar a la casa a recoger las últimas cosas, me paro a mirar el libro: es una edición muy vieja, con las páginas amarillentas y algo roídas por los bordes; el dibujo emborronado en la portada y el lomo magullado y casi desecho. Está claro que alguien había querido mucho a aquel libro, y ahora es mío. </p><p style="text-align: justify;">—¿De dónde has sacado eso? Llevaba meses buscándolo.</p><p style="text-align: justify;">Levanto la cabeza para mirar a mi tío.</p><p style="text-align: justify;">—¿Qué? </p><p style="text-align: justify;">Él señala mis manos con la cabeza.</p><p style="text-align: justify;">—El libro. Era de mi madre. Se lo quise llevar al hospital la última semana, pero no lo encontraba por ninguna parte. </p><p style="text-align: justify;">Sentí que se me helaba la sangre en las venas. </p><p style="text-align: justify;">—¿Esto era de la tía? —mi voz subió una octava, y carraspeé para borrar el horror. </p><p style="text-align: justify;">No podía ser. Debía ser una casualidad, o alguien que le había robado el libro sin querer y me había gastado una broma, o…</p><p style="text-align: justify;">—Sí, era su libro favorito. Los últimos años le encantaban las historias de misterio y de terror, pero ese fue su primer libro. Me contó la historia de cómo se lo compró en una librería de un pueblo cercano cuando apenas tenía catorce años —soltó una pequeña carcajada triste—. No sé ni cuántas veces la habré escuchado. ¿Estaba en una de las cajas de la habitación grande?</p><p style="text-align: justify;">No podía articular palabra. Esa era la misma historia que me había contado mi compañera de intercambios. Era la misma elección de libros que me había estado dejando. </p><p style="text-align: justify;">Debería estar aterrado. Debería querer lanzar el libro por los aires, justo con el resto que recibí, o quemarlos todos. </p><p style="text-align: justify;">Sin embargo, no es terror lo que siento en este momento al mirar la tapa gastada y dañada. Lo que siento es una calidez, como si la persona hubiera puesto un pedazo de su alma en cada una de sus lecturas. Como si me quisiera acompañar en cada uno de sus regalos. </p><p style="text-align: justify;">Así que no lo tiro, ni se lo doy a mi tío, ni le cuento todo lo que ha pasado. En lugar de eso, simplemente pregunto:</p><p style="text-align: justify;">—¿Te importa si me lo quedo? Creo que a la tía le hubiera gustado que lo leyera. </p><div style="text-align: justify;"><br /></div>Bea http://www.blogger.com/profile/16473190309861347042noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2281243082511064590.post-43081038654007501302020-10-16T23:52:00.000+02:002020-10-16T23:52:00.303+02:00Prompt 15: Última frase obligatoria<p>Que seas consciente de que va a pasar algo no quiere decir que estés preparado para ello. </p><p>Cuando hace cientos o incluso miles de generaciones nuestros científicos avisaron de que la vida de nuestra estrella llegaba a su fin, muchos de nuestros antepasados no quisieron perder tiempo pensando en ello. Quedaban tantos años para eso que parecía inútil pensarlo en ese momento. </p><p>Incluso cuando hace tan solo algunos cientos de generaciones el sol empezó a calentarse más y más (empezaba a quedarse sin reservas de hidrógeno), nuestros ancestros seguían sin creerse que ese iba a ser nuestro fin. Después de todo, habíamos superado varios desastres nucleares, varias pandemias mortales, e incluso algunos calentamientos globales. Si hasta habíamos sido capaces de desviar de su órbita varios meteoritos que podrían haber terminado con la vida en la Tierra. </p><p>Habíamos superado tanto como especie, que nadie podía pensar que fuera algo tan orgánico como la muerte de nuestra estrella lo que terminaría con la vida en la Tierra. </p><p>Por supuesto, la jerarquía social seguía en el mismo sitio de siempre. Era una constante en nuestra sociedad. Y era por eso que los más ricos del planeta habían sido capaces de abandonarlo en naves hacía décadas, cuando la temperatura del Sol acababa de comenzar a subir, y los niveles de agua comenzaron a bajar. </p><p>—¡Nadia, vámonos o no vamos a llegar! </p><p>—¡¡No encuentro mi dichoso pasaporte!! </p><p>Me giré hacia mis dos mejores amigos. Estaban sudando, y su piel estaba muy tostada por el calor y la radiación de nuestra estrella moribunda. </p><p>Los gobiernos habían puesto en marcha un sistema para poder escapar del planeta. Los ancianos y niños, al ser más débiles, se fueron los primeros; después, la gente de mediana edad. La gente joven, los que teníamos más posibilidades de sobrevivir, fuimos relegados al final con instrucciones muy estrictas para poder salir de aquí en naves más baratas. </p><p>Y mis amigos no encontraban su dichoso pasaporte. </p><p>Era lo único que nos permitía salir de allí, una forma de hacer un enfermo cribado social. </p><p>Escuché a Pablo toser a mi lado. Su garganta estaba permanentemente seca, y se había vuelto asmático en los últimos meses. Puede que los jóvenes tuviéramos más posibilidades, pero eso no quería decir que fuéramos inmortales. Ya habíamos perdido a María hacía unas semanas, de una fiebre que nunca bajó, y temía que Pablo no pudiera superar lo que fuera que se le había agarrado a los pulmones.</p><p>—¡Ya está! </p><p>Nadia salió corriendo de la casa, seguida de cerca por un Raúl con el ceño fruncido. Ambos llevaban unas maletas pequeñas, grises, exactamente iguales a la que llevaba yo. Era el único equipaje que se nos permitía llevar. </p><p>Nos metimos en nuestro coche, con los nervios a flor de piel, y me dediqué a mirar por la ventana. Los cristales tintados obligatorios (tanto de las ventanas como de las gafas de sol homologadas) dejaban ver una bola masiva en el cielo, que se me antojó más rojizo que nunca. </p><p>Esperé escuchar el clic del motor del coche, pero tan solo sonó un chillido, como un bufido enfadado del motor. Mi cabeza se giró hacia Nadia. La vi girar la llave una y otra vez, sin resultado, como si aquello fuera una especie de pesadilla. Me costó un rato escuchar que estaba diciendo “no, no, no” como una plegaria. </p><p>—¿Nadia? —pregunté, esperando que fuera alguna broma. </p><p>—No me jodas —susurró Raúl.</p><p>El pobre Pablo tuvo un ataque de tos y le dio una arcada. </p><p>Mi mente empezó a pensar con rapidez, y miré el reloj. Quedaba una hora y cuarto para que despegara nuestra nave, junto con otras doscientas en todo el planeta. </p><p>Las últimas naves. </p><p><i>Vamos a llegar. </i></p><p>—Vamos —dije, abriendo la puerta del coche.</p><p>—¿Elena? —Pablo me miró con confusión en sus ojos turbios. </p><p>—No funciona —constaté, lo más calmada que pude—, y probablemente no va a funcionar por mucho que nos quedemos. Está muerto. Tenemos que buscar otro coche, o echar a andar ya, o no vamos a llegar. </p><p>—No podemos llegar andando —replicó Raúl, pero salió del coche—, está demasiado lejos. Tendríamos que correr todo el camino, pero no podemos —no pudo evitar que su mirada fuera a Pablo en la última frase. </p><p>—Elena tiene razón —Nadia salió también, con determinación en sus ojos—, tenemos que avanzar.</p><p>Y así hicimos durante otros quince minutos, esperando que apareciera algún otro vehículo, cualquiera, que pudiera recogernos y llevarnos hasta la nave. </p><p>—¡Allí! ¡Alguien viene! —Nadia casi saltó de la emoción, levantando una nube de polvo a su alrededor.</p><p>Todos nos giramos y nos quedamos mirando a la carretera, por donde venía un pequeño coche que hacía demasiado ruido como para estar en buen estado. Todos empezamos a saltar y a gritar, haciendo gestos con las manos para que el conductor parara. </p><p>El conductor no solo nos esquivó, sino que aceleró aún más y nos sacó el dedo por la ventanilla. </p><p>Sin poder evitarlo, empecé a llorar, pero nos forzamos a seguir caminando. Pasaron otros diez minutos antes de que Pablo empezara a toser de nuevo, tanto que se dobló en dos y vomitó junto al arcén. </p><p>—Tenéis que seguir sin mí —dijo cuando por fin pudo respirar. </p><p>—¿Perdona? —respondimos todos a coro.</p><p>—Lo que habéis oído —era curioso; las últimas semanas, Pablo había parecido muy decaído, con los ojos vacíos y la voz temblorosa, pero en ese momento estaba erguido y su voz no tembló ni un momento—. Si seguimos andando, vamos a quedarnos los cuatro en tierra. Si echáis a correr, podréis llegar antes de que cierren las puertas. </p><p>Discutí durante varios minutos, tanto como todos los demás, pero mi corazón se estaba partiendo en mi interior. Sabía que Pablo tenía razón, nunca llegaríamos con él. Y, si estuviera en su lugar, sabía que querría que el resto pudieran sobrevivir. </p><p>Cuando nos despedimos, entre lágrimas y abrazos, no miré atrás. Por suerte, el dolor de tener que correr fue tan grande, que tampoco pude pensar demasiado en ello. Guardé todo mi dolor y culpa en una cajita pequeña, que abriría una vez que estuviéramos en el aire. </p><p>Para cuando vimos la nave de fondo, con la enorme fila de gente disminuyendo más y más según entraba, tenía la sensación de que mis pulmones iban a estallarme en el pecho. Nadia se había tenido que parar a vomitar después de los primeros diez minutos de sprint, pero ya lo habíamos conseguido.</p><p>Una sonrisa se abrió paso en mi cara cuando me di cuenta de que tan solo nos quedaban un puñado de minutos. Lo habíamos logrado. Habíamos llegado. Estábamos salvados, y en unos años podría ver de nuevo a mis padres y a mis dos hermanas pequeñas. </p><p>Estaba tan concentrada, tan distraída por mi propia esperanza, que por eso no vi la sombra de las tres personas que estaban agazapadas tras una esquina, apenas un par de calles antes de la entrada al recinto de la nave. </p><p>Eran tres hombres, con los ojos amarillentos y la ropa negra repleta de polvo. Uno tenía una pistola; los otros dos, cada uno un cuchillo.</p><p>No, no, no, no.</p><p>—No, no, no —escuché a Nadia repetir a mi lado, en un susurro agónico. </p><p>—Lo siento, chavales —dijo uno de los que tenían cuchillos—. Hasta aquí llega vuestro viaje. Pasaportes. </p><p>—No. </p><p>El de la pistola puso los ojos en blanco.</p><p>—O nos los dais y seguís viviendo, u os matamos y nos los quedamos igual.</p><p>—¡Tienen nuestras fotos, no sirve de nada! —gritó Nadia en un tono estridente. </p><p>El otro se encogió de hombros.</p><p>—Seguro que nos las apañaremos. Dádnoslos. </p><p>El gobierno nos había jurado y perjurado que mandarían naves de repuesto, que las pondrían en marcha para los rezagados y los que no habían llegado a tiempo. Casi todo el mundo creía que era tan solo una mentira para tranquilizar a la población, pero en ese momento era en lo único en lo que podía pensar.</p><p>Yo fui la primera en sacar el pasaporte de mi bolsillo y lanzarlo a sus pies. Después fue Raúl. Por último, después de que uno de los otros diera un paso amenazante hacia ella, Nadia. </p><p>Los tres nos miramos, y nuestros ojos solo reflejaban la derrota y la desesperanza. Lo último que se pierde es la esperanza, pero en ese momento parecía un consuelo de mierda.</p><p>Miré tras las gafas de sol, que se me caían por el sudor, a nuestra estrella. La que sería nuestro final. La que nos había arrebatado todo. </p><p>¿Era más grande desde la última vez que la había mirado? ¿Cuánto tiempo nos quedaría antes de morir por deshidratación? </p><p>Eran preguntas tontas, y no perdí mucho tiempo en pensar en ellas. Después de todo, no había nada más que pudiéramos hacer. </p><p><br /></p><p><br /></p>Bea http://www.blogger.com/profile/16473190309861347042noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2281243082511064590.post-51464312759220857992020-10-15T00:08:00.004+02:002020-10-15T00:09:13.120+02:00Prompt 14: Una guerrera que quiere cambiar de vida<p>Xeila no podía aguantar ni un solo día más en el instituto. Todo había ido a peor en los últimos meses, pero esa humillación solo había sido la gota que colmó el vaso. </p><p>Ya sabía que era buena con los cuchillos; para eso la habían entrenado desde que era capaz de hacer pinza con los dedos. </p><p>También sabía que tenía la mentalidad perfecta para la lucha, porque se crecía bajo presión. </p><p>Todas sus compañeras del instituto la admiraban y querían ser como ella o estar con ella. Todos sus compañeros la miraban con el respeto que se había ganado después de tener que patearles y ganárselo a pulso. </p><p>Pero eso no quería decir que eso fuera lo único para lo que valía. Ella tenía mucho más que dar al mundo que las estúpidas peleas que no creaban nada, tan solo destruían.</p><p>Era eso mismo lo que le había dicho a Lucía.</p><p>Lucy. La preciosa y maldita Lucía. Siempre habían tenido una competición entre ellas. Xeila había cometido el error de pensar que había más que esa sana competición, que se habían unido tras años y años de compartir y pelearse por el podio; que se habían convertido en amigas. Que Lucy incluso la miraba con algo más que amistad durante esos últimos meses que habían estado saliendo. </p><p>Quizás por eso no se esperó la puñalada. Resultaba que era buena en esquivar las físicas, pero no tanto las metafóricas. </p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p>—No lo dices en serio —se quedó frente a Lucía con las manos apretadas en puños y los ojos anegados en lágrimas.</p><p>Lucía la miró con el ceño fruncido y confusión en sus bonitos ojos oscuros. </p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p>—No te lo tomes así, Xeila. Has nacido para esta vida.</p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p>—No he nacido para nada. He nacido para hacer lo que quiera, y para tomar mis propias decisiones. Y eso es lo que voy a hacer, contigo o sin ti.</p><p>Lucía bufó y puso los ojos en blanco.</p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p>—No me puedo creer que pensaras que iba a querer estar contigo si te vas del instituto. A ser cocinera, además —dijo la palabra como si fuera lo más asqueroso que había oído.</p><p>Pero eso no era lo que más daño le hizo a Xeila.</p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p>—Entonces, ¿por qué?</p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p>—¿Qué?</p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p>—¿Por qué querías estar conmigo, si no es por mi? Ya te he dicho que yo no <i>soy</i> la lucha. Yo soy mi propia persona, y me vas a descartar como si los últimos ocho meses no hubieran sido nada.</p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p>—Xeila... Estoy contigo porque... Porque tiene sentido. Somos las mejores, hacemos el mejor equipo, nos compenetramos en combate y en la vida. ¿Qué más quieres?</p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p>—¿Que qué más quiero? ¡Que me quieras por lo que soy, no porque tiene puto sentido! No soy una medallita de la que presumir, soy tu novia. Bueno, o era —añadió con una carcajada sardónica.</p><p>Se hizo un silencio tenso. Las dos se miraron a los ojos y se dijeron todas las acusaciones y plegarias que no se atrevían a vocalizar. Fue Lucía la primera que apartó la mirada con desdén.</p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p><p>—Sigo pensando que estás cometiendo un gran error. Tienes un gran futuro en la escuela, y lo que estás planeando hacer hará que lo pierdas todo. No es algo de lo que te puedas arrepentir y volver en un par de meses, Xe.</p><p></p><p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">—Me alegro, porque no pretendía volver. </span></p><p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Alejarse de la persona que creía haber querido más que a nadie fue lo más duro que había hecho hasta la fecha. Más que los entrenamientos a las seis de la mañana en los meses de invierno, y más que aquella vez que se rompió las costillas cuando tenía trece años en un movimiento mal ejecutado y tuvo que estar varios meses en cama. </span></p><p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Y, sobre todo, supo que había tomado la decisión correcta cuando se dio cuenta de que le dolió más dejar a su novia que a ese dichoso instituto del demonio. </span></p><p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Ya había pasado la mayoría de edad hacía unos meses. Es más, había estado a medio curso de graduarse por fin en la escuela y poder dedicar el resto de su vida a proteger y luchar por los ciudadanos de su sociedad y por sus compañeros. El fin le parecía honorable, pero los medios...</span></p><p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Los estudiantes podían tener contacto con el exterior mientras estudiaban allí. No era lo normal, por todo el tiempo que consumían sus prácticas, pero tampoco era rarísimo. Así fue como había conocido a Chema, que era un estudiante de cocina. Se habían conocido una noche de fiesta, poco después de que Xeila empezara a salir con Lucía. Chema había intentado ligar con ella, pero cuando le había dicho que tenía pareja, él había seguido queriendo charlar con ella y se habían hecho amigos. Él había flipado con que ella fuera una de esas prestigiosas estudiantes de la escuela de Lucha y Artes Marciales. </span></p><p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Ella había flipado aún más cuando habían quedado otro día y le había visto cocinar. Las comidas en la escuela siempre eran preparadas en la cocina, y salían ya listas. Pero la precisión en los cortes de su amigo, su capacidad de hacer varias partes del plato a la vez, el mimo y el cariño con el que trataba los ingredientes y el brillo en sus ojos cuando el plato estaba por fin terminado... Eso le pareció increíble.</span></p><p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">La siguiente vez que quedaron, le pidió intentarlo. Él se había quedado asombrado con su precisión al trocear los ingredientes, y se habían estado riendo un rato por los "gajes del oficio". Con la tontería, Xenia había empezado a cocinar cada vez más y más, saliendo casi siempre todos los fines de semana para pasar un rato con su amigo y robarle la cocina. </span></p><p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Ahora, Chema se había graduado y había conseguido entrar en un restaurante de la ciudad. Y, de alguna manera, había conseguido mover hilos y hacer que Xeila tuviera una entrevista.</span></p><p class="MsoNormal">Apenas una semana después de entrar en su nueva casa con los ahorros de la beca de la escuela, Xeila se dirigía a la prueba definitiva. Nada más entrar al restaurante, el olor de la comida y el sonido de las conversaciones a su alrededor la absorbió. El sitio tenía un diseño moderno, con colores claros, y un estilo tan distinto a todo lo que había visto durante toda su vida que debería haberle resultado hortera. </p><p class="MsoNormal">Sin embargo, estaba sonriendo cuando se dirigió al mostrador, y también mientras la chica la guiaba a las cocinas para hacer su prueba. </p><p class="MsoNormal">Tuvo que esperar otros cinco minutos antes de que llegaran los otros dos aspirantes, y para ese momento ya estaba completamente activada. Solo el ver cómo el resto de cocineros se movían de un lado a otro, los sonidos de las sartenes, de los cuchillos, de los platos; las órdenes gritadas, las risas ocasionales... a Xeila le pareció un sueño. </p><p class="MsoNormal">—Bueno, yo creo que ya podemos empezar —se sobresaltó un poco cuando habló una mujer de mediana edad, muy alta y delgada, con el pelo en una coleta y una malla de red. Su mirada era curiosa, y Xeila la había escuchado gritar órdenes durante el rato que había estado observando. </p><p class="MsoNormal">A su lado había un chico y una chica, ambos vestidos de blanco igual que ella (gracias a Chema por prestarle un uniforme), que parecían nerviosos. </p><p class="MsoNormal">—Aquí tenéis los menús del restaurante —la mujer les tendió una libreta a cada uno—. Yo soy Ángela, y seré la persona que va a decidir quién de vosotros se queda aquí a partir de mañana. Vuestra tarea es escoger un entrante, un primero, un segundo y un postre de la carta. Sorprendedme. Vais a tener hora y media para todo, y luego tendréis que defender vuestra elección. ¿Entendido?</p><p class="MsoNormal">Xeila había estado nerviosa al entrar. Es más, había estado nerviosa durante toda la semana anterior. Sin embargo, en el momento en el que Ángela había empezado a dar indicaciones con ese tono potente y autoritario, sintió que su cuerpo se relajaba y entraba en un estado de alerta que era prácticamente su segunda naturaleza. </p><p class="MsoNormal">Los minutos se le pasaron volando. Pudo ver a los otros dos chicos correr de un lado a otro en sus estaciones de cocina, sudando y maldiciendo cuando algo no salía bien. </p><p class="MsoNormal">Xeila sonrió mientras sus cuchillos se movían con fluidez sobre todos los alimentos: las verduras, con ese sonido crujiente agradable, y la satisfacción de partir la carne de forma correcta, de manera que casi le daba la sensación de que se deshacía bajo sus manos. Puede que lo que estaba haciendo no se pareciera en nada a lo que le habían enseñado a hacer desde que aprendió a caminar, pero en ese momento se sentía como si todo fluyera de forma correcta, como si nada pudiera salirle mal, incluso si se equivocara. </p><p class="MsoNormal">Había sido entrenada para trabajar bajo presión, para moverse rápido y con precisión, para tener una estrategia en mente en todo momento, e ir modificándola con los imprevistos que iban surgiendo. Y eso era precisamente la dificultad de la cocina. El alma, sin embargo, era algo completamente diferente. Mientras que en la lucha se intentaba dañar, destruír; en ese lugar tan solo quería agradar, <i>crear</i> algo que fuera a hacer felices a los demás. </p><p class="MsoNormal">Cuando terminó el tiempo, Xeila tenía sus platos perfectamente terminados. </p><p class="MsoNormal">Cuando Ángela se paseó por sus mesas, observando y haciendo preguntas sin expresión alguna, se aseguró de mantener la espalda erguida y de controlar sus nervios.</p><p class="MsoNormal">Y, cuando le dijo que había sido aceptada, Xeila miró a su alrededor y se dio cuenta de que ya se sentía más en casa allí de lo que se había sentido nunca. </p><p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><br /></span></p><p></p>Bea http://www.blogger.com/profile/16473190309861347042noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2281243082511064590.post-35585000994638313552020-08-16T21:23:00.002+02:002020-10-14T23:53:10.510+02:00Reseña: Ronda de Noche (Night Watch) - Terry Pratchett<div style="text-align: center;">
<a href="about:invalid#zClosurez" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="Night Watch: (Discworld Novel 29) (Discworld series) (English ..." border="0" 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/></a></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Roboto Slab";"><div style="font-family: "Times New Roman"; text-align: center;"><span style="color: #c27ba0;"><b><i><u>Sinopsis</u></i></b></span></div><div style="font-family: "Times New Roman"; text-align: center;"></div><div style="font-family: "Times New Roman";"><div>Sam Vimes, el inefable jefe de la guardia de Ankh-Morpork, viaja en el tiempo para atrapar a un asesino y detener una sangrienta sublevación.</div><div><br /></div></div></span></div>
<span style="background-color: white; font-family: "Roboto Slab"; text-align: start;"><div style="text-align: justify;">
Cuando Sam Vimes, duque de Ankh, se halla en plena persecución de un asesino en serie, es engullido por una tormenta junto con el criminal. Al despertar, ha retrocedido treinta años en el tiempo... Nadie le conoce, el asesino anda suelto y además está a punto de desatarse una revolución que obedece a oscuros propósitos. Una vez más, Vimes tomará el mando para evitar un inminente baño de sangre, ¡aun a riesgo de no poder regresar a su mundo ni a su tiempo!</div>
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<b><i><u><span style="color: #c27ba0;">Reseña</span></u></i></b></div>
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Después de varios años sin leerle, la nostalgia por fin me pudo y volvía coger una novela de Terry Pratchett. Todos los libros suyos que he leído me han parecido increíbles, y lo cierto es que este no se ha quedado nada atrás.</div>
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Hace muy poco me enteré de que, dentro de la propia saga, hay como "mini sagas" de temáticas parecidas. Veréis: </div>
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<img alt="Guía de Orden de Lectura del Mundodisco, versión 2.1 | Fancueva" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/proxy/AVvXsEj7lnv694s0nUrbspCH1a6LupR6a5EYELMKE93g0gPAKVC5zgUcvWFUYT18OZLUOlwL2gMjmRb9pMtc-fjWcjm8kKWtV9I6V19VYqF2tHBJsfiT7W49IRLQUEguGgRsboJA_0wsJ0K3Z-b8aDbR4GIrOgTdPxyDKzUZSVaOKsyH=" /></div>
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De esto me enteré después de haber empezado este libro, así que, bueno, supongo que me he hecho algún que otro spoiler sin darme cuenta pero qué se le va a hacer. Lo bueno de esta saga, es que a pesar de que todos ellos tengan una sub-trama enlazada, no es estrictamente necesario leérselos en ningún orden. De hecho, yo creo que de todos los que me he leído, ninguno de ellos estaba en orden cronológico, pero aún así los he podido disfrutar.</div>
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En este caso, sí que pude ver alguna diferencia con el resto de libros que me había leído. Este me pareció ligeramente más "sobrio". A pesar de que tiene el característico humor sarcástico del Terry Pratchett de otros libros, me dio la sensación de que había menos surrealismo (ignorando el hecho de que el protagonista viaja al pasado y se conoce a sí mismo). </div>
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Una de las cosas que más gracia me hace de los libros, y que he visto muchos memes por redes y tal, es que estás tranquilamente leyendo las aventuras de muchos pringados haciendo cosas raras, y de repente Pratchett te cuela así como quien no quiere la cosa tremenda crítica social que te deja mirando al techo reflexionando sobre la vida. Y este libro no iba a ser menos. </div>
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Yo suelo ser muy mala para explicar bien estas cosas, y puede que haya algún matiz que no he llegado a comprender, pero lo que me transmitió a mí fue una crítica brutal al sistema policial (y yo mira, livin' con ese mensaje). </div>
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<i><span style="color: #c27ba0;">"Swing no parecía haber captado del todo el concepto de que se suponía que el sistema debía coger criminales y, de alguna manera, forzarles a ser gente honesta. En su lugar, había cogido gente honesta y les había convertido en criminales."</span></i></div>
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<i><span style="color: #c27ba0;"><br /></span></i></div>
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En este caso, Swing es la cabeza de todo el sistema de seguridad de la ciudad, y controla y maneja todo el cotarro. Sin embargo, Vimes no está de acuerdo con muchas de las medidas y las leyes que hay, y durante todo el libro intenta hacer las cosas como él cree que están bien. </div>
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Algo que suele repetir mucho, y me parece un mensaje muy bueno, es que "son servidores de la ley, no obedecedores de órdenes". </div>
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Durante toda la trama, tiene que hacer malabares entre intentar seguir las órdenes de ese momento de la historia, enseñar a su yo joven para que pueda llegar a ser una persona decente y no se corrompa, y tratar de encontrar a su némesis, un enemigo que viajó al pasado con él y que se ha puesto como reto destruirle la vida y todo lo bueno que hay en la ciudad. Aparte de que Vimes siempre trata de poder volver a casa con su mujer, claro. </div>
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Un detalle que me hizo mucha gracia es que Swing es un firme creyente de la frenología (aunque en ningún momento usan esa palabra). Esto significa que Swing cree que todas las características, personalidad y decisiones que va a tomar una persona están reflejadas en su estructura ósea. Es más, nada más conocer a Vimes, le mide la cabeza y le dice que tiene características violentas. Esto me parece muy curioso, porque yo he tenido la suerte de estudiar esta "disciplina" gracias a mi carrera, y aunque parezca una locura y hasta ridículo al leer el libro, no es una de las ideas alocadas de Pratchett. La gente de verdad se lo creía. </div>
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En general, es una historia bastante fácil de leer, ya que el estilo de Pratchett es fluido y divertido, pero a la vez tiene un mensaje profundo que me gusta mucho. Es un poco más "oscuro" que otros libros de la saga Mundodisco, pero aún así me encantó leerlo. Aunque la próxima vez que me lea alguno, quizá intentaré seguir el orden de la imagen de arriba jeje.</div>
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Como con todos los libros de Pratchett: si estás dudose entre leerlo o no, mi consejo es: <b>sí. Hazlo. Ya mismito. De nada. </b></div>
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<b><br /></b></div>
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Diría muchas mas cosas, porque los libros de Pratchett siempre están llenos de pequeños detalles interesantes, pero tampoco quiero hacer spoilers, así que lo voy a dejar por aquí. ¡Gracias por leerme, y feliz lectura! </div>
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</span>Bea http://www.blogger.com/profile/16473190309861347042noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2281243082511064590.post-85129488551276081112020-05-07T23:23:00.001+02:002020-05-07T23:23:38.085+02:00Prompt 13: Amnesia<b><u>Un idioma secreto</u></b><br />
Estela reganó la consciencia poco a poco. Sentía los pensamientos lentos y pesados, como una masa espesa. De repente, le dio la apremiante sensación de que algo no iba bien.<br />
Abrió los ojos de golpe, y se incorporó en la cama, mirando a su alrededor. Estaba en su cuarto. Eran las mismas sábanas verde menta, el mismo armario entre abierto, las mismas paredes color crema. Su estómago le dio un vuelco cuando pasó la vista por la mesilla de noche, en la que solo había una lamparita, un libro y su móvil con una luz.<br />
Salió de la cama de golpe, derecha al baño. Pasó por el pasillo como una exhalación, con la mano en la boca, y apenas sí le dio tiempo de levantar la tapa del váter antes de vomitar lo poco que tenía en su estómago. No recordaba qué había cenado la noche anterior.<br />
Después de un rato, se levantó y se miró al espejo. Tenía la camiseta del pijama algo levantada, y pudo ver una venda. Frunció el ceño y se levantó más la camiseta. ¿Qué demonios le había pasado? Sintió su pulso acelerándose, y su respiración se volvió loca mientras se tocaba la cadera. Se palpó, intentando decidir algo, y se dio cuenta de que, aunque la venda le daba la vuelta a toda la cintura, le dolía más en la parte izquierda de la espalda baja.<br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">—¿Qué demonios? </span><span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">—musitó, con los ojos como platos. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;"><span style="font-size: 12pt;">Trató de buscar el comienzo de la venda para quitársela y ver qué demonios le había pasado. Sus pensamientos ya no eran espesos, es más, estaba pensando tan rápido que ni siquiera podía entender una idea antes de que fuera </span>sustituida<span style="font-size: 12pt;"> por la siguiente. La mayoría no sabía si tenían sentido, o eran solo una serie de confusos gritos mentales.</span></span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">—No te lo toques.</span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">La voz le hizo dar un grito y un salto, lo cual hizo que le doliera la espalda y tuviera que sisear, poniéndose la mano encima. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">—¿Qué haces aquí? </span><span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">—le preguntó a León, su hermano pequeño. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">Él la miró extrañado. Llevaba el pijama, y sus ojos oscuros le parecieron estar muy, muy tristes. Estaban hinchados. ¿Había estado llorando? ¿Le había pasado algo con alguien, y por eso estaba allí? </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">—Ayudarte con eso.</span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">—¿Qué me ha pasado? </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">Su hermano no pareció ni un poco sorprendido por su pregunta. ¿Por qué no le parecía raro que no se acordara?</span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">—Tuviste un pequeño accidente </span><span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">—dijo, apretando la mandíbula y apartando la mirada</span><span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">—. Te pusieron una anestesia bastante fuerte, dijeron que te costaría un poco recordar. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">Estela se quedó un poco parada con la boca entreabierta, pero la respuesta de su hermano la tranquilizó. Si él estaba así de calmado, no podía ser tan malo, ¿no?</span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">—¿Estoy bien? </span><span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">—se sintió estúpida teniendo que hacer esa pregunta.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">León asintió, aunque se dio la vuelta y fue a la cocina. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">—Vamos a desayunar. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;"><br /></span>
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">En seguida los dos estuvieron en la mesa del salón, con sendas tazas de café. León había insistido en hacerlo de máquina, aunque a ella no le importaba que fuera soluble. Miró a la simple tostada sobre su plato, sin mantequilla pero con una tonelada de mermelada, y su estómago rugió. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">Le dio un gran mordisco y sintió el sabor del melocotón en su lengua. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;"><i>¡Puaj!</i></span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">Levantó la cabeza de golpe, buscando la fuente de esa voz, aunque sabía que había sonado solo en su cabeza. Le pareció una voz conocida, aunque de primeras no supo quién sería. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;"><i>De mi hermano</i>. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">Asintió, mirando a León. Ahora que lo pensaba, sí que había sido de León. Aunque a él no le disgustaban las tostadas de mermelada, es más, se estaba comiendo una igual que ella. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">Frunció el ceño, sintiendo un dolor de cabeza emergente. Dejó la tostada de nuevo en el plato y se levantó.</span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">León la miró con curiosidad. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">—Me voy a duchar.</span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;"><br /></span>
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">Fue a su cuarto y cogió ropa de calle. No sabía muy bien qué quería hacer, pero tenía la sensación de que debía salir, que le diera el aire. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Llegó al baño y cerró tras de sí antes de dejar la ropa sobre el lavabo y coger las toallas que había colgadas en una percha tras la puerta. Al cogerlas, vio algo caer y se agachó para cogerlo.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Sus manos tocaron una tela suave y pomposa, y ahogó un grito, apartando la mano como si quemara. Se cayó al suelo de culo, y solo entonces pudo ver que era un calcetín. Un estúpido calcetín blanco, con círculos azules, de los que son muy suaves y se compran en Primark.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">En su mente apareció una figura de hombre, con la etiqueta "Hermano". Suspiró. Debía ser de León. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Su dolor de cabeza aumentó exponencialmente, y se levantó con un siseo. Cogió un Paracetamol y se lo tomó con un trago de agua del lavabo. Luego, se metió en la ducha sin querer pensar en por qué solo había un calcetín, y por qué su mente había decidido no recordar lo que fuera que había pasado.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Cambria, serif;">Al salir de la ducha y preguntar a León, este le dijo que le habían dado la baja hasta el lunes, o sea que aún le quedaban tres días libres. Una parte de Estela quería ir a trabajar; le gustaba lo que hacía, y echaba de menos a los chavales a los que daba clase en el instituto. Además, tampoco entendía por qué tendría baja, si él le había dicho que no había sido para tanto. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">León decidió que irían a comer por Madrid y a dar una vuelta para despejarse, pero que en el momento en el que se sintiera mínimamente cansada tendría que volver. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">—¿Seguro que es normal que no recuerde nada de lo que pasó? </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">—Los médicos dijeron que sí. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">—Pero, ¿qué pasó? No sería más que un corte, no tiene sentido. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">León suspiró. Iba mirando por la ventana del autobús. En ningún momento la miró mientras hablaban, y ella empezaba a molestarse. Sabía que su hermano pequeño siempre había sido bastante reservado, pero estaban hablando de su salud, física y mental. Podría tomárselo un poquito más en serio. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">—El psicólogo dijo que se llama amnesia psicógena, y que pasa bastante. No hay ningún problema neurológico, ni nada; te hicieron pruebas. Cree que debemos darle a tu cerebro un margen de una semana para que recuerde él solo, que será mejor que decírtelo nosotros </span><span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">—la sorprendió cogiéndole la mano y dándole una pequeña sonrisa</span><span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">—. Pero que sepas que tú estás perfectamente, y todo salió bien.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">Estela se reclinó contra el asiento y exhaló, inflando los mofletes. No le parecía justo que su propia mente se rebelara contra ella, pero le tranquilizó saber que no pasaba nada serio, y que en una semana como mucho sabría la verdad. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">Justo en ese momento, empezó a sonar una canción nueva en el autobús. El conductor llevaba todo el camino con la radio puesta, pero esa en concreto hizo que sus ojos dejaran de enfocar. Era <i>Bad Medicine</i>, de Bon Jovi. Se le puso un nudo de angustia en el pecho, y sintió que estaba más triste que nunca. Miró a su alrededor, confusa. No podía estar así por la canción, porque aunque la letra era algo triste, ella llevaba sin pareja desde hacía años, y estaba muy bien así. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">En su mente, apareció una imagen de la casa de sus padres, con esa canción sonando de fondo. La risa de su madre, la sonrisa de su padre mientras daba un trago de vino. Un reflejo de ella en el gran espejo del salón, bailando la canción con alguien, algo borracha. ¿León? No, una imagen de León, tirado en el sofá con el móvil en la mano, grabándola, completó la escena. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">¿Quién era el que bailaba con ella? </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">El autobús frenó en ese momento, y León tiró de su mano. Era su parada. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">En cuanto puso un pie fuera, decidió que no había nadie más en ese recuerdo. Solo ella, bailando sola con su familia.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;"><br /></span>
<span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">Caminó por las calles de Madrid centrándose en todo a su alrededor. La gente, las tiendas, el ambiente. Fueron por Gran Vía, y llegaron a Callao antes de girar de camino a Sol. Estela se sentía bien, pasando tiempo con su hermano de nuevo. Hacía bastante que no pasaban una tarde así, y le dio cosa que hubiera tenido que encontrarse mal para por fin hacer tiempo para él. Se prometió que intentaría volver a hacer planes más adelante. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">León cada vez parecía más animado, aunque ella seguía viendo un brillo de tristeza en sus ojos, y no entendía muy bien por qué. En cuanto se sentaran en algún sitio a tomar algo, se lo preguntaría. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">La herida le seguía doliendo de vez en cuando, pero León le había dado unas pastillas que le había mandado el médico, y en seguida sintió mejoría. Aunque también sentía la cabeza un poco ligera, supuso que por el anestésico. Se reía un poco demasiado por cualquier tontería.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">Justo se estaba riendo de un hombre disfrazado de koala gigante que había justo frente al Corte Inglés cuando alguien se cruzó muy cerca de ella. Le miró por encima del hombro con el ceño fruncido, hasta que le llegó el olor. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;"><i>Alonso.</i></span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">—¿Quién es Alonso? </span><span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">—preguntó en alto, con el corazón a mil por alguna razón que no llegaba a comprender.</span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">—¿Qué? </span><span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">—la pregunta de León parecía más bien un grito.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">Le miró extrañada, parando en medio de la calle abarrotada.</span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">—El olor de alguien al pasar me ha recordado ese nombre, pero no sé quién es. Solo es un nombre.</span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">Su hermano fingió una sonrisa.</span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">—Siempre me ha parecido muy curioso el poder de los olores. Es como cuando asomas la cabeza por la ventana un día de abril y de repente piensas "huele a verano".</span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">Estela se rio un poco, pero algo en su interior seguía desubicado. Además, León había dicho todo eso con un falso tono alegre que no le gustaba ni un pelo. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">Intentó no decir nada, hasta que después de un rato por fin llegaron a un 100 Montaditos. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">Estela sacó el móvil y vio que alguien que le sonaba de algo la había etiquetado en una foto de Instagram, y que tenía veinte nuevos mensajes y diez solicitudes de amistad. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">¿Qué demonios? </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">Se metió en la aplicación, y en apenas un segundo sintió que se le caía el móvil sobre la mesa. Sus ojos seguían fijos en una imagen. Era ella, abrazando a un chico. Un chico con sus mismos ojos marrones, su mismo pelo rubio, y su misma sonrisa. Incluso la misma forma de la nariz. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">Miró a León con la respiración hecha un desastre, y él estaba pálido, mirando el teléfono como si hubiera visto un fantasma. Abrió la boca para decir algo, pero la volvió a cerrar. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">No hacía falta que dijera nada. Los recuerdos volvieron a ella como un tsunami. El de la foto era Alonso. Alonsito. El imbécil de su hermano gemelo. Con el que hasta se había inventado un idioma secreto. Todos los recuerdos de su infancia volvieron a ella. ¿Cómo podía haber olvidado a la persona más importante de su vida? Claro que ese hombre le había recordado a Alonso, llevaba su misma colonia, la que ella siempre le regalaba por navidad para vacilarle antes de darle su regalo de verdad. Claro que no había estado bailando <i>Bad Medicine</i> sola con su familia, había estado bailando con él, haciendo el tonto. El calcetín no era de León, era de Alonso, que siempre se los dejaba tirados por cualquier parte cuando se quedaba a dormir con ella. Y no era León el que odiaba la mermelada de melocotón, era Alonso, que siempre las tomaba solo de Nocilla. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">Estela sintió un sollozo romper por su garganta, y se llevó las manos a la boca, mirando a León. No sabía qué había pasado. No sabía por qué se sentía así. Solo sabía que Alonso ya no estaba. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">—¿Por qué? </span><span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">—fue lo único que consiguió decir. Apenas se escuchó a sí misma por el ruido de su corazón estallando en mil pedazos. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">Su hermano, su <i>otro</i> hermano la cogió en un abrazo, y los dos empezaron a mecerse, sin importarles que el resto de mesas a su alrededor les estuvieran mirando. Estuvieron en silencio un par de minutos, hasta que ella repitió la pregunta. Necesitaba saber. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">León se apartó y se pasó las manos por la cara. También estaba llorando. Las pocas esperanzas que Estela tenía de que su gemelo simplemente estuviera lejos, o mal, se desvanecieron al ver las lágrimas de León. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">Le vio tragar con fuerza antes de hablar. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">—El sábado pasado llamó de madrugada. Dijo que habíais salido de fiesta, y que habías empezado a encontrarte muy mal. Estaba confuso, porque habías estado bebiendo, pero no tanto como para ponerte así. Dice que vomitaste, dijiste que te dolía muchísimo la tripa y la espalda, que tenías miedo, y te desmayaste. Le dijimos que llamara a la ambulancia. Cuando llegaste al hospital, te hicieron pruebas y dijeron que tenías fallo renal. Que debía llevar bastante tiempo creciendo, y que ese día había llegado a su límite.</span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">Estela no dijo nada. Solo lloraba, con las manos aún sobre la boca. Los recuerdos de la fiesta también volvieron. Había estado hablando con una chica cuando le pasó, y fue corriendo a buscar a Alonso, asustada. Recordó ver sus ojos oscuros llenos de preocupación antes de desmayarse; y después, cuando se despertó en el hospital. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">>>Necesitabas un trasplante </span><span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">—siguió León, con los puños apretados y mirando a la mesa como si ésta fuera la culpable de lo que estaba contando</span><span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">—. Los médicos dijeron que no tardaría mucho, pero Alonso dijo que te lo donaba sin problema. Estuvo un par de días ingresado contigo. No te despertaste mucho, la única vez que lo hiciste empezaste a gritar de dolor y tuvieron que sedarte.</span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">—Recuerdo eso </span><span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">—musitó. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">—En cuanto pudieron hacer la operación, entrasteis los dos. Alonso estaba contento. No son operaciones con mucho riesgo, y le gustaba poder ayudarte. Dijo que al menos así el resto de su vida en abstinencia se pasaría mejor porque tú también la pasarías con él, y podría meterse contigo </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">Su hermano se calló. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">—¿Qué pasó? </span><span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">—instó. No quería saberlo. Solo quería levantarse e irse. Pero <i>debía</i> saberlo. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">León se secó las lágrimas con excesiva fuerza, dejándose un restregón rojo bajo los ojos. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">—Hubo complicaciones. Los médicos no saben muy bien por qué, pero su corazón simplemente paró. Dicen que a veces pasa, aunque es raro. Las operaciones nunca son cien por cien seguras, dijeron.</span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">Estela controló el sollozo que la derrumbó por dentro, dejando solo un inmenso vacío. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">>>Te lo contamos cuando te despertaste. Te dio un ataque de pánico, te tuvieron que sedar. Cuando despertaste el jueves, no recordabas nada. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">Estela se quedó en silencio unos minutos, recomponiendo las piezas del horrible y asqueroso puzzle que eran sus recuerdos. Todo encajaba, pero joder, solo esperaba que León le dijera que era una broma pesada, y su hermano pequeño (por diez minutos) apareciera por esa puerta. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">—¿No va a volver? </span><span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">—preguntó, desesperada.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;">León la volvió a abrazar, y sintió que él temblaba. </span><br />
<span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">—Lo siento, tata. Lo siento tanto. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt;"><br /></span>Bea http://www.blogger.com/profile/16473190309861347042noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2281243082511064590.post-36445548541760738052020-04-13T19:24:00.000+02:002020-04-13T19:24:18.243+02:00Prompt 12: primera cita en una pescadería<b><u>Escapada romántica</u></b><br />
Klak no paraba de dar vueltas por su casa, sus patitas dejando pequeñas marcas en el poliespán. Todos los demás se habían apartado de en medio, aburridos por su comportamiento, y por la charla que llevaba echándoles desde hacía horas.<br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">—No me puedo creer que vaya a hacer esto </span><span style="font-family: Cambria, serif;">—iba murmurando, en bucle. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Aún quedaba un rato hasta que tuviera que ir a por ella, pero sentía que le iba a dar un ataque antes. ¿Cómo se respiraba? </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Una lluvia fina cayó sobre él y miró hacia arriba todo lo que pudo, girando el largo cuello rojo hasta formar un ángulo de noventa grados con el cuerpo, las pinzas delanteras alzadas sin poder evitarlo. Inhaló el olor húmedo y dejó que las gotas le intentaran calmar. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">No lo consiguieron. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Se acercó hacia su mejor amigo, Plip, que le estaba mirando sin expresión. Era difícil poner alguna expresión con un exoesqueleto. Pero Klak sabía que su amigo estaba harto de él, a pesar de que le fuera a apoyar de todas maneras. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">—¿Cómo estoy? </span><span style="font-family: Cambria, serif;">—preguntó, el nerviosismo claro en su tono.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Su amigo se le quedó mirando un segundo.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">—Pues igual que todos. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Klak se enfadó un poco por la falta de colaboración.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">—Eso no me vale, tengo que estar excepcional, radiante. Quizás si me quedo más bajo el chorro la próxima vez que toque...</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">—Quizás si te das mil vueltas más a la caja estarás en plena forma para impresionarla </span><span style="font-family: Cambria, serif;">—notaba claramente el sarcasmo en la voz de Plip. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">—Tienes razón </span><span style="font-family: Cambria, serif;">—respondió, cegado por los nervios. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Cuando terminó la siguiente vuelta, Plip caminó con rapidez para ponerse en medio de su camino. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">—No va a cambiar nada, inútil. Tan solo espera a que la caja de abajo esté vacía y ve con ella. Además, es un cangrejo verde, para ella todos somos iguales. Igual que todos son iguales para nosotros, si no es ella ni siquiera te vas a dar cuenta.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">—Eso es bastante racista, Plip. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Su amigo no respondió. Es más, se dio la vuelta y se fue a hablar con otros cangrejos de una esquina. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Klak suspiró internamente. Sabía que estaba exagerando, pero no sabía manejarlo mejor. Si fuera una cangreja de la caja, aún sería más sencillo porque todos se conocían y el protocolo ya quedaba olvidado en confianza.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">¿Por qué, oh, por qué tenía que haberse caído esa mañana en la caja de los cangrejos verdes cuando el hombre les había sacado del almacén? </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">La había visto ahí, mirándole toda confundida, con ese exoesqueleto verde, tan exótico, y no había podido evitar pedirla verse de nuevo. Tan solo era cuestión de tiempo que el hombre se diera cuenta, pero Klak tenía que conocerla mejor. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">La cangreja solo había atinado a tartamudear un sí antes de que la mano enorme del hombre le cogiera y le llevara de vuelta con sus compañeros. Klak le había gritado que quedarían en la caja debajo de ambos, cuando esta estuviera vacía porque ya hubieran comprado todo el salmón que había. Siempre se agotaba rápido. Al menos, es lo que había pasado los dos últimos días que había estado allí. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Ahora se apoyó en el borde inferior de la caja de poliespán, haciendo fuerza con las pinzas delanteras para alzarse sobre el borde. Atinó a ver la caja de abajo. Aún quedaba una pieza de salmón sobre el hielo desmenuzado. Era cuestión de tiempo. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Cambria, serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Cambria, serif;">Si Crabla hubiera sido físicamente capaz de poner expresión de aburrimiento, estaba segura de que nunca antes en su vida hubiera tenido tanto sentido que la pusiera como ahora. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Todas sus amigas llevaban un buen rato arremolinadas a su alrededor, chasqueando las pinzas y moviéndose de un lado a otro, nerviosas. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">—Pero cómo vas a salir con uno de... ¡de esos!</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">—¿Es que estás loca? </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">—Yo de verdad no sé de dónde sacas tal mal gusto.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">También quiso fruncir el ceño para mirar mal a su compañera.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">—¿Cómo que mal gusto? </span><span style="font-family: Cambria, serif;">—alzó un poco la cabeza, aunque simplemente fue agachar las patas traseras y estirar las delanteras</span><span style="font-family: Cambria, serif;">—. Pues a mí me pareció un cangrejo muy guapo, sobre todo comparado con los que tenemos aquí. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Todas sus amigas hicieron sonidos de disgusto, y se empezaron a alejar sutilmente, charlando como si ella estuviera loca. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Al final, solo quedaron dos: Pik y Tac. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">—¿Vosotras también creéis que es un error? </span><span style="font-family: Cambria, serif;">—suspiró Crabla.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Las dos se miraron entre sí antes de volver a hablar.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">—A ver </span><span style="font-family: Cambria, serif;">—empezó Pik</span><span style="font-family: Cambria, serif;">—, a mí no me ha parecido muy guapo, pero para gustos los colores.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">—Además </span><span style="font-family: Cambria, serif;">—repuso Tac</span><span style="font-family: Cambria, serif;">—, ¡es una aventura! Ya quisieran muchas de aquí escaparse de la caja para encontrarse con un amante secreto </span><span style="font-family: Cambria, serif;">—dijo, con tono ensoñador. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Crabla se puso bastante contenta con ese comentario. Lo cierto es que le había parecido una locura, y no sabía por qué había dicho que sí cuando ese cangrejo se había caído en su caja esa mañana. Quizá había sido la forma en que su cuerpo alargado se había retorcido al levantarse, o la forma en la que sus ojos negros la habían mirado. Pero se había encontrado a sí misma diciendo que iría, y ahora no se iba a echar atrás. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">—¿Estás nerviosa? </span><span style="font-family: Cambria, serif;">—preguntó Tac.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Crabla se lo pensó un momento.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">—No. Bueno, un poco, sobre todo por ver cómo llego hasta la caja de abajo, pero creo que irá bien. Parecía muy majo. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Sus amigas asintieron, y las tres empezaron a hablar sobre lo que podían hacer el rato que estuvieran juntos, sobre si se verían de nuevo, o incluso sobre escaparse de allí como en un cuento de hadas, hacia la libertad. Justo cuando estaban diciendo eso último, una lluvia fina cayó (como cada diez minutos), y la escena quedó mucho más épica, haciendo que la emoción de las tres cangrejas fuera en aumento. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Cambria, serif;">Cuando finalmente el último lomo de salmón desapareció de la caja, Klak ya llevaba un rato observando y fue corriendo a buscar a Plip para que le ayudara a subir. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Su amigo no paró de quejarse e insultarle, pero aún así se puso en el borde de la pared para que Klak pudiera subirse a su espalda.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">—Más vale que merezca la pena y que tengas buenas historias que contar a la vuelta, pelmazo. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Klak le hizo callar.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">—¡No me lo gafes!</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Plip no dijo nada más, y Klak en seguida consiguió subir al borde y deslizarse hacia la caja justo de bajo. Se dejó caer, y sus piernas resbalaron por la superficie inclinada cubierta de hielo medio derretido hasta que consiguió pararse. Cuando se chocó contra la pared de abajo de la caja vacía.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Entonces se quedó mirando fijamente la caja que había justo al lado de la suya, por la que debería aparecer su cita de un momento a otro. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Pasaron dos finas lluvias, y ya pensó que ella le iba a dejar plantado y se planteó cómo siquiera iba a volver a su casa, cuando por fin vio una cabeza verde aparecer sobre el borde de la caja. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">En unos segundos, a la cangreja le pasó lo mismo que a él, y se escurrió soltando un pequeño chillido hasta llegar abajo, casi golpeándole de lleno. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">—Hola </span><span style="font-family: Cambria, serif;">—dijo ella, sin respiración, cuando se recompuso.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">—Hola </span><span style="font-family: Cambria, serif;">—respondió él, sintiéndose un poco estúpido y sin saber qué decir. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Ya habían llegado allí, ¿ahora qué? </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">—Bueno... </span><span style="font-family: Cambria, serif;">—empezó a hablar ella, algo incómoda, chasqueando un par de veces las dos pinzas verdes </span><span style="font-family: Cambria, serif;">—¿Qué tal?</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Si no fuera ya rojo, Klak probablemente se hubiera sonrojado en ese momento.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">—Bien. Muy bien. ¿Y tú? Por cierto, me llamo Klak.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Ella se le quedó mirando.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">—¿Klak? Que nombre tan... curioso </span><span style="font-family: Cambria, serif;">—no sabía si lo decía para bien o para mal </span><span style="font-family: Cambria, serif;">—. Yo me llamo Crabla.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Él pensó que era un nombre raro, pero no iba a decir eso.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">—Encantado. ¿Qué tal </span><span style="font-family: Cambria, serif;"> la vida en tu caja? </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Entonces los dos empezaron a hablar, y se dieron cuenta de que la vida allí era más o menos parecida. Crabla tan solo llevaba allí desde el día anterior, la mitad de tiempo que él, pero ya había descubierto todo lo que había por descubrir en ese sitio. No era mucho, pero al menos seguían vivos, que era más de lo que se podía decir de la mayoría de los habitantes de las otras cajas. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Los dos se rieron y bromearon, y se fueron acercando cada vez más y más.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Justo cuando Klak pensó que iban a chocar las frentes -el beso típico de los cangrejos, y aparentemente un gesto natural en todas las razas de cangrejo- vio una sombra sobre ellos. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Pensó que tan solo sería el brazo del hombre pasando sobre ellos para coger alguna cosa, como pasaba muchas veces al día, pero su corazón se le paró en seco cuando se dio cuenta de que la mano estaba justo frente a ellos. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Es más, había dos manos. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Les habían pillado. Con lo bien que iba, y ahora iban a volver a sus dichosas cajas a esperar la próxima oportunidad, que probablemente no fuera hasta el día siguiente. Una eternidad.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Cambria, serif;">La otra mano cogió a Crabla y la dejó de vuelta en su caja. Ella estaba un poco desubicada porque no lo había visto venir, y su mirada se encontró fija sobre la mano que llevaba a Klak aún por el aire. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Esperaba que le dejara en su caja, y que ambos se asomarían sobre el borde para seguir hablando un poco más.</span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Sin embargo, ante su atenta mirada, el hombre metió a Klak en un cucurucho de papel, ignorando sus gritos desesperados, y luego cogió a otros cuatro de la misma caja de cangrejos rojos, que fueron a parar al mismo sitio. </span><br />
<span style="font-family: Cambria, serif;">Después, Klak se había ido. </span>Bea http://www.blogger.com/profile/16473190309861347042noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2281243082511064590.post-50771662715559543322020-04-07T20:41:00.001+02:002020-04-07T20:41:14.425+02:00Prompt 11: Relato distópico<b><u>El maldito umbral</u></b><br />
<i>Humanos, ha llegado el momento.</i><br />
La voz, firme y profunda, sonó a través del aire por todo el mundo. No era ni de hombre ni de mujer. No era un sonido reconocible. Hasta ese día, había mucha gente que pensaba que ni siquiera fue un <i>sonido</i> propiamente dicho. Nadie sabía qué idioma estaba hablando, pero todos lo entendieron a la perfección de alguna manera.<br />
Todos los animales callaron, como llamados a la calma por la voz desconocida.<br />
Y toda la actividad humana cesó en ese momento. No hubo choques de coches, no hubo accidentes. Todos siguieron haciendo exactamente lo mismo que habían estado haciendo antes, pero en piloto automático. Su consciencia había sido llamada por la voz.<br />
<i>Hasta hoy, Vishnu os había vigilado con cariño. Os ha guiado, os ha intentado enseñar, y ha plantado las semillas que una civilización necesita para crecer todo lo posible. También ha dejado en vuestras propias manos la decisión de cuidar y hacer crecer esas semillas o no. </i><br />
<i>Pero, como a todas las civilizaciones, ha llegado el momento de cruzar el Umbral. Desde hace poco os hemos ido preparando, dado avisos para que os reorganicéis, os hemos dado toda la ayuda que hemos podido. </i><br />
<i>Hoy, por fin, Vishnu se retira para dejar paso a Shiva. Serán meses duros, quizás años. Igual que Vishnu plantó las semillas para vuestro crecimiento, Shiva ha plantado la de vuestra destrucción. Y, al igual que entonces, ahora es vuestra decisión seguir regando, o cesar hasta que la tormenta amaine.</i><br />
<i>Puede que no consigáis salir de esta. Ha pasado muchas veces antes, con muchas civilizaciones incluso más preparadas que vosotros.</i><br />
<i>Pero también puede que salgáis a delante, de alguna manera, como especie. Que paséis el Umbral que os ha sido marcado, y consigáis perdurar en este universo durante otro ciclo. Al igual que muchos más preparados que vosotros perecieron, hay otras tantas civilizaciones inferiores que lo consiguieron, y que lo conseguirán.</i><br />
<i>La decisión es vuestra. El desenlace, también. </i><br />
<i><br /></i>
<i><br /></i>
<i><br /></i>
Mario encendió la televisión y en seguida la volvió a apagar. Ya habían pasado dos años desde el anuncio de Brahma; uno y medio desde que pensaron que se había estabilizado la pandemia; y algo más de un año desde que <i>ellos</i> empezaron a salir a la luz.<br />
Tan solo un diez por ciento de la población mundial había sobrevivido a ese primer año. Los que sobrevivieron pero se habían infectado habían cambiado. Y algunos de los que creían muertos, habían resultado no estarlo tanto.<br />
Habían sido unos años interesantes.<br />
Su hermana pequeña, Mónica, entró en el salón con una de sus tazas de té. Se acababa de duchar y tenía el pelo húmedo. Se sentó en el sofá sin decir nada. Solía ser muy habladora, pero ahora se lo guardaba todo para sí misma. Aunque lo mismo había pasado con él. Ahora, se comunicaban de una forma diferente. Más pausada. Más pesada.<br />
Sonó la puerta de la casa y ambos se tensaron y la miraron de golpe.<br />
Por allí entró Víctor, con la mascarilla mal colocada y la respiración acelerada. Cerró de golpe la puerta tras de sí. Para cuando se quitó la mascarilla y los guantes, Mario y Mónica ya estaban a un metro de él, mirando expectantes.<br />
<span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">―Había uno </span><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">―explicó el chico, con la mano en el pecho y la bolsa con pan y patatas aún bajo el brazo derecho</span><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">―. Estaba al final de la calle, y creo que no me ha visto, pero yo sí y he salido corriendo. </span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">Silvia entró en la sala a paso apresurado, con el ceño fruncido por la preocupación. Llevaba el pelo recogido en un moño y las gafas de ver un poco torcidas sobre la nariz. Había estado trabajando. </span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">―¿Solo uno? </span><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">―preguntó, rápidamente recogiendo los datos de la conversación.</span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">Víctor asintió, y por fin se quitó la bolsa del hombro. </span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">―Cada vez hay menos </span><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">―susurró Mónica.</span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">Mario la miró.</span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">―Es verdad. Quizá por fin estamos pasando el Umbral...</span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">―O quizás estamos muriendo todos. Nosotros y ellos. </span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">Las palabras amargas de Víctor les hicieron callar a todos durante el resto de la tarde. </span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">Cuando todo eso había empezado, Víctor y Silvia habían estado juntos, viviendo en esa casa desde hacía unos meses. Mario había sido el mejor amigo de Víctor de toda la vida, y éste no había dudado en acogerle cuando los padres de los hermanos habían sido infectados hacía unos meses. </span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">Sin embargo, la pareja no fue capaz de aguantar la situación unida. Poco a poco, las tensiones se fueron haciendo demasiado, y terminaron rompiendo hacía dos meses. El primero había sido bastante incómodo, pero ¿qué eran unas semanas de incomodidad dentro de una casa en la que estaban a salvo de la plaga? Los dos habían aprendido a sobrellevarlo, y ahora se llevaban bastante bien, como amigos. </span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;"><br /></span>
<span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">Ese día le tocaba a Mónica hacer las comidas. Había tenido que aprender a cocinar, pero le gustaba mucho; era una distracción </span><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 16px;">―aunque momentánea</span><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 16px;">― de todas las cosas que pasaban a su alrededor.</span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 16px;">De alguna manera, los servicios de electricidad, agua e internet seguían en pie, aunque malamente. El ser humano se agarraba con uñas y dientes a lo que le había costado toda una evolución conseguir. </span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 16px;">Fue entonces cuando escuchó los chillidos en el edificio. Los dos eran masculinos, pero uno era horrorizado y el otro era claramente no humano. </span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 16px;">Se le pusieron los pelos de gallina, y quitó la sartén del fuego antes de coger dos cuchillos bien afilados que guardaban en el tercer cajón de la cocina. </span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 16px;">Casi como si la hubiera llamado, Silvia apareció por la puerta y cogió el cuchillo que Mónica le tendió. </span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">―¡Víctor, Mario, encerraos en el baño! ¡No salgáis hasta que no volvamos nosotras!</span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Los científicos que aún quedaban en pie trabajaban día y noche para encontrar respuestas: una vacuna, una cura, una solución. </span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Por ahora, lo único práctico que habían encontrado era que los convertidos se guiaban por sus propias hormonas para encontrar a sus presas. Por ello, solo perseguían y atacaban a los humanos con las sus mismas hormonas.</span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Según los gritos que habían escuchado, las dos estarían relativamente a salvo de lo que fuera que había entrado en su portal. </span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Ya había pasado muchísimas veces antes. Cuando uno de ellos entraba en un edificio, esperar a que se fuera no era útil porque se quedaría esperando, escondido, a que alguien saliera para ir a por él. Había demasiados olores humanos como para disuadirle.</span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Así que, sin pensar demasiado, Mónica abrió la puerta del tirón. </span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">A los pocos segundos, los pasos frenéticos empezaron a subir desde el segundo. La puerta de enfrente se abrió, y por ella salió Cristina con un cuchillo jamonero en la mano. </span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Cuando el hombre consiguió subir las escaleras a su piso, Cristina le cogió de la manga sin contemplaciones y le tiró hacia el pasillo de su casa. El chaval se cayó al suelo y reculó a cuatro patas, sin importarle no conocer a la mujer que le acababa de meter en casa.</span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Justo a tiempo, apareció el otro corriendo por las escaleras. No tenía un aspecto demasiado demacrado; era como cuando vas a un tanatorio y ves al difunto al otro lado de la pantalla. Pálido, subrealista, casi como un muñeco. Pero con los ojos abiertos y negros por la necrosis. </span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">A pesar de que atacaban a gente con sus mismas hormonas, no eran tontos. Así que el convertido se lanzó hacia Cristina, que era la que tenía más cerca, intentando ir directamente a por el cuello con esos dientes amarillos y rotos, las encías muy retraídas.</span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Sin titubear, Cristina le clavó el cuchillo en el pecho y se echó hacia atrás para que no le llegara a dar.</span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Mónica y Silvia se lanzaron hacia él y le tiraron al suelo. Silvia le agarró los hombros y Mónica las piernas. Cristina sacó el cuchillo de su pecho, todo manchado de un negro viscoso, y no titubeó ni un momento al clavarlo en su cuello y hacer fuerza hacia abajo. Los tejidos medio podridos no opusieron mucha resistencia, y la cabeza rodó escaleras abajo, haciendo un ruido húmedo cada vez que golpeaba el lado interno del cuello. </span><br />
Las tres chicas se pusieron en pie y se miraron con complicidad. Si había algo que había conseguido todo esto, era que habían aprendido a ayudarse, costara lo que costara. Ya no eran todos contra todos.<br />
Era humanos contra el maldito Umbral.<br />
<br />Bea http://www.blogger.com/profile/16473190309861347042noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2281243082511064590.post-44968337618027663342020-04-06T00:15:00.002+02:002020-04-06T00:15:46.735+02:00Prompt 10: Disfraces<b><u>The eyes, chico, they never lie</u></b><br />
Clara le dio un trago a su copa mientras escuchaba la conversación de sus amigos, pero no estaba prestando demasiada atención. Era la primera vez que todos iban tan elegantes a un evento, todos eran mucho más de ir a discotecas guarras o botellones cutres, y vestir de chándal.<br />
Pero ahora allí estaban, en medio de una fiesta de máscaras organizada por la<br />
Facultad de Económicas de su universidad. Normalmente ni se les hubiera pasado por la cabeza ir, pero la novia de uno de sus amigos les había dado entradas y todos se habían emocionado mucho con eso de tener que ir con máscaras y vestidos emperifollados, como si fuera de una película.<br />
Aunque bueno, el fin era el mismo. Ya eran las doce y todos se habían tomado varias copas, así que Clara calculaba que para dentro de una hora ya estarían todos perreando aunque la música no fuera precisamente el último disco de Bad bunny.<br />
Solo esperaba que el resto de estudiantes de allí hicieran lo mismo para que su grupo no fuera el único haciendo el ridículo en aquella fiesta.<br />
De repente, su mirada se chocó con la de alguien al otro lado de la sala. Era una chica de piel morena, con un vestido carmesí que tenía un escote en v hasta el ombligo y era ceñido hasta la cintura para luego caer en ondas casi hasta el suelo. Llevaba unas plataformas negras. Tenía el pelo negro rizado y suelto, y le llegaba por los hombros. Sus ojos oscuros estaban maquillados con intensidad para destacar por debajo de la máscara negra con bordes dorados que llevaba. Sus labios oscuros estaban torcidos en una sonrisa.<br />
Y la estaba mirando a ella.<br />
Clara automáticamente desvió la mirada, y esperó que no se notara que se había sonrojado. La había pillado observándola, fijo.<br />
<i>Madre mía, qué vergüenza. </i><br />
Se propuso no volver a mirar para comprobar si la chica seguía mirando, y trató de prestar atención a lo que sus amigos estaban hablando.<br />
<br />
<br />
Tania caminó entre el gentío intentando encontrar a su grupo de amigos. Se le había hecho tarde porque los zapatos que se había comprado para la ocasión habían empezado a apretarle antes de salir de casa, y había tomado la sabia decisión de ponerse otros; pero había tenido que estar un buen rato buscándolos.<br />
Le pareció ver a su amiga Diana al fondo de la sala, así que se acercó hacia allí con paso rápido.<br />
Mientras andaba, iba observando toda la gente que ya había allí. Aún entrarían más en las siguientes horas, pero no creía que se fuera a llenar demasiado.<br />
Entonces su mirada se topó con un vestido color azul cielo intenso que brillaba con detalles plateados en la cintura. La chica que lo llevaba tenía el pelo cobrizo en un medio recogido en la nuca con un broche plateado, y la melena ondulada le llegaba casi hasta la mitad de la espalda. Sostenía un vaso medio lleno en la mano mientras la gente de su círculo hablaba, pero ella parecía algo distraída.<br />
La chica empezó a girarse, inspeccionando sus alrededores con curiosidad, hasta que se topó con ella.<br />
Tania casi pudo jurar que los ojos claros de la chica se agrandaron un poco tras la máscara plateada, pero no quería hacerse ilusiones.<br />
Se quedó mirándola un poco después de que la otra ya se hubiera girado, pero en seguida siguió su camino hasta su grupo de amigas.<br />
Todas tenían más vasos en las manos, y se metieron con ella en cuanto la vieron llegar por ir tan tarde.<br />
―¡Aleluya! ―se burló Diana, pero le tendió un vaso lleno de vino blanco con sprite.<br />
<br />
La siguiente vez que sus miradas coincidieron, la chica del vestido azul se estaba riendo. Tenía los labios pintados de un rojo claro, y Tania pensó que lo que de verdad tenía era una sonrisa preciosa. Las dos desviaron la mirada segundos después de un par de segundos, pero sus corazones siguieron acelerados otro par.<br />
Según los estudiantes iban bebiendo más y más, y según el volumen de la música iba mejorando y ponían canciones más movidas, la gente empezó a moverse por la sala y a bailar unos con otros.<br />
Tania saludó a varios de sus amigos de clase que había tenido en su primer año de económicas, justo antes de dejar la carrera, y estuvo un rato con cada uno de ellos poniéndose al día. Por un rato, se olvidó de la chica del vestido azul. Cuando volvió a recordarla, no la encontró por ninguna parte.<br />
<br />
Clara olvidó varias veces su intención de no volver a mirar a la chica que la había pillado antes. Otras veces, sintió la mirada de la morena sobre sí misma, pero pensó que serían imaginaciones suyas y se resistió a comprobarlo.<br />
Después de una hora, ya se había bebido varios vasos de vino tinto, y empezaba a reírse de todos los chistes de sus amigos. Incluso de los de Toni, que siempre eran malísimos.<br />
Estuvo bailando un rato con todos ellos, pero le agradó ver que el resto de gente allí también había empezado a soltarse y a bailar. Supuso que al principio, con tanto ambiente y postureo, había sido más tenso.<br />
Marta le cogió de la mano y tiró de ella.<br />
―¿Qué haces?<br />
―Acompáñame a por otra copa, y así te coges tú también.<br />
Casi todos los demás las siguieron.<br />
Clara echó un vistazo sin querer por la sala, pero no encontró a la chica del vestido rojo.<br />
Cuando llegaron a la barra, se la encontró de frente.<br />
Sus miradas volvieron a encontrarse.<br />
<br />
Tania pensó que ese era su momento.<br />
Sin quitarle los ojos de encima, se acercó a la chica y a su grupo.<br />
―Hola, perdón ―saludó, con una sonrisa amable. Estaba lo suficientemente achispada como para atreverse a hacer eso, aparentemente―. ¿Quién es el último para pedir?<br />
―¿Tania?<br />
Un momento. Conocía esa voz. Tania miró a la chica castaña y se acercó a darle un gran abrazo.<br />
―¡Hola Lucía! ¿Cómo estás?<br />
Charlaron durante un rato, aunque era obvio que hacía mucho que no hablaban porque ninguna de las dos sabían muy bien qué decir. Es que Tania ni siquiera estaba allí para conversar con ella, para empezar.<br />
Por suerte, la chica del vestido blanco en seguida le dio la excusa que buscaba.<br />
<br />
Clara estaba muy nerviosa mientras la chica morena hablaba con Lucía.<br />
Para su desesperación, empezó a sentir que tenía ganas de hacer pis, no sabía si por los nervios o por los vasos que ya llevaba bebidos.<br />
Así que decidió excusarse e ir corriendo al baño. Con un poco de suerte, la chica aún seguiría por allí cuando volviera, y sino le preguntaría a Lucía por ella.<br />
Pero para su sorpresa, la morena respondió:<br />
―Ay, yo también tenía que ir. Te acompaño.<br />
<br />
Las dos caminaron hacia el baño teniendo una conversación agradable pero tensa. Clara había visto las miradas que Tania le echaba, y Tania no se estaba cortando nada en tratar de dejar claras sus intenciones.<br />
Cuando Clara salió del baño, Tania seguía allí de pie.<br />
―¿Ya has pasado?<br />
Tania la miró con un brillo travieso en los ojos.<br />
―Mira, te voy a ser honesta. No tenía que ir al baño.<br />
―Oh ―Clara sintió que se sonrojaba, y en su estómago explotaron miles de mariposas. Ambas se sostuvieron la mirada durante lo que le parecieron minutos, hasta que la tensión se le hizo demasiado.<br />
Sintió que Tania estaba esperando alguna clase de respuesta.<br />
―Entonces... ―fue lo único que atinó a decir.<br />
Y lo único que hizo falta, porque al siguiente momento Tania ya se había lanzado, y la estaba besando tal y como sus miradas durante toda la noche le habían presagiado.<br />
Las dos se quedaron allí durante mucho rato, hasta que una de las chicas que salió del baño carraspeó, probablemente un poco incómoda, y ambas se apartaron.<br />
Tania la miró con una emoción extraña, y Clara se tensó.<br />
―Oye... ―se rio un poco histérica― No te lo he preguntado. ¿Cómo te llamas?<br />
<br />
<br />Bea http://www.blogger.com/profile/16473190309861347042noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2281243082511064590.post-82246090134732470662020-04-03T20:06:00.002+02:002020-04-03T20:06:46.201+02:00Prompt 9: En la casa de mi infancia<b><u>Un despiste</u></b><br />
Hacía varias horas que todos se habían despertado, y poco menos desde que habían salido a buscar comida para ese día. Estaba haciendo mucho calor ese día, y el pequeño llevaba tiempo queriendo parar a descansar, pero sabía que no podía porque aún no había encontrado nada de comer ese día.<br />
No hacía mucho tiempo que su madre le había dejado salir a volar lejos del nido, y no podía demostrarle que seguía siendo un bebé. Tenía que aguantar y seguir buscando.<br />
Se propuso llevar el gusano más gordo de todos sus hermanos, a pesar de que él era el más pequeñito.<br />
Las nubes estaban muy altas, y, aunque los enormes bloques de piedra se alzaban a su alrededor, no conseguían tapar el terrible sol que caía justo desde arriba. El pequeño sintió que sus ojos empezaban a estar cansados de mirar de un lado para otro, y que sus movimientos llevaban un rato sin ser fluidos, y habían empezado a ser más bien espasmódicos.<br />
Estaba cansado, tenía sed, calor, y estaba empezando a ver borroso por los bordes. Tenía que encontrar algo pronto, o no tendría fuerzas para seguir buscando mucho tiempo más.<br />
Estaba tan concentrado en mantenerse enfocado en todas las sombras que veía moverse por el suelo, en busca de las que ya había empezado a reconocer como comida o animales, que no se dio cuenta de que uno de los altos bloques de piedra tenía un agujero abierto.<br />
En un parpadeo, el pequeño se encontró mirando un suelo que estaba mucho más cerca de sí mismo que hacía un instante. Además, era un suelo de color mucho más claro, marrón, con vetas oscuras.<br />
Escuchó un chillido agudo, y al mirar arriba, una señora le estaba mirando con los grandes ojos verdes horrorizados.<br />
<span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">―¡Se ha colado un pajarito! </span><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">―gritó la señora. </span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">Aunque el pequeño no pudo entender lo que ella había dicho, por supuesto, y solo escuchó una serie de sonidos extraños muy altos. </span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">Asustado, intentó alejarse de la mujer. Entró en un pasillo oscuro. Al final, a la derecha, había una fuente de luz. Se acercó esperanzado, queriendo irse de allí. Ya se había olvidado de conseguir comida, lo importante ahora era escapar. </span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Vio el azul del cielo tan claro como si estuviera volando bajo el sol, y se apresuró a llegar allí. Sin embargo, justo cuando creía que podría escapar de aquella cueva oscura y extraña, se chocó con algo. </span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Se calló al suelo, pero en seguida fue capaz de levantarse, mirando con confusión el cielo. ¿Con qué se había golpeado? No había nada allí. De fondo, los gritos de la mujer se habían unido a la voz grave y tranquila de otro hombre. </span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Volvió a intentarlo, con cautela, pero volvió a chocarse con algo invisible.</span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Una trampa. Le estaban tendiendo una trampa.</span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Asustado, volvió por donde había venido, hasta ese pasillo oscuro con muchas puertas. Deshizo todo su camino. Sabía que podría salir por donde fuera que había entrado, ¿no? Solo tenía que encontrarlo, y superar todas las trampas y obstáculos que se estaba encontrando.</span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Cuando llegó al primer sitio donde había entrado, la mujer estaba medio escondida detrás de un hombre alto y de pelo negro. Los dos le estaban mirando, pero no supo entender cuáles eran sus intenciones.</span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Así que se puso en lo peor.</span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Trató de esquivarles, girando rápido a la izquierda, y pudo ver el cielo de nuevo. </span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Soltó un chillido alegre al sentir el aire de nuevo en la cara, pero volvió a chocarse con la cosa invisible que le había impedido salir en el otro sitio.</span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">No... No iba a ser capaz de salir de allí.</span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">El miedo se instaló en su pecho y empezó a gritar y gritar, esperando que así le fueran a dejar libre. </span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Buscó un escondite por todas partes, y se metió en un sitio muy pequeño y oscuro, detrás de varias figuras que se movieron cuando las golpeó. Se intentó quedar quieto en una esquina, y esperó que las personas se olvidaran de que él estaba allí y pudiera escapar y volver con su familia. </span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Escuchó un ruido que venía de lejos, y de repente apareció una humana más pequeña que el resto, frotándose la cara. </span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">―¿Qué pasa? </span><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">―preguntó.</span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">Aunque el pequeño solo escuchó una serie de sonidos roncos que le hicieron revolverse un poco en su sitio.</span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">Tres. Eran tres. Muy grandes. ¿Cómo iba a ser capaz de salir de allí?</span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">―Se nos ha colado un pajarito </span><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">―respondió la mujer. Su tono había cambiado a uno más calmado, y el pequeño no sabía cómo interpretar eso. ¿Estaba más calmada porque él la había sorprendido, o porque ahora le tenían donde querían?</span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">La humana pequeña soltó un grito, y él también chilló y se movió a la otra esquina de su pequeño escondite.</span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">No sabía si podían verle, pero deseó con todas sus fuerzas que no.</span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">―¿Qué vais a hacer? </span><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">―preguntó la humana pequeña.</span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">―Cogerle </span><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">―respondió el hombre, con la voz muy grave para el pequeño.</span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Lo próximo que él vio fue que el humano se acercaba hacia su escondite y metía las manos hacia donde estaba él.</span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Trató de gritar y patalear, pero fue inútil. En seguida se vio envuelto por unas enormes manos que le cogían todo el cuerpo y no le dejaban moverse. Sin embargo, siguió gritando, pidiendo ayuda desesperadamente. </span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Quizá, si alguno de sus hermanos pasaba por allí y le escuchaba, entraría a ayudarle y podrían irse los dos sanos y salvos de vuelta a casa. Era lo único que podía pensar.</span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Sin embargo, antes de darse cuenta, vio que el hombre se movía hacia el agujero al exterior, y que la mujer se adelantaba para mover una barra de metal que el pequeño no entendió, pero simplemente era para abrir más la ventana. </span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Se quedó callado, confuso. </span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">De primeras, no quería tener fe. Después de todo, estaba atrapado en las garras de un animal mucho más grande que él, indefenso y sin poder moverse. ¿Cómo iba a tener algún tipo de fe de que podría sobrevivir?</span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Pero ahí estaba, apenas unos segundos después, cayendo a plomo hacia el suelo.</span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Sus instintos en seguida se activaron. Sus alas se extendieron y empezaron a batir como locas. Sin pensarlo, puso rumbo a casa. Se le había quitado el hambre.</span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">No le importó ser el único que no traía comida, ni que se rieran de él por haberse metido en líos. </span><br />
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Iba a ser el pájaro de su familia con la mejor historia que contar durante muchos años. </span>Bea http://www.blogger.com/profile/16473190309861347042noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2281243082511064590.post-12362530916850751002020-04-02T19:51:00.003+02:002020-04-02T19:52:16.658+02:00Prompt 8: Arco Emocional de Edipo<b><u>Nuevas rutinas</u></b><br />
Miré a la televisión con los ojos desenfocados, masticando los cereales rellenos de cacao mecánicamente, una cucharada tras otra, sin parar. En la televisión, un veterinario estaba intentando calmar a un perro pequeño que se había roto una pata.<br />
Miré mi reloj. Aún me quedaban veinte minutos para arreglarme. Tiempo de sobra.<br />
Terminé la leche, dejé la taza en el fregadero y me fui a terminar de arreglarme.<br />
Ese día me había propuesto llegar a tiempo a clase. Ya, ya sé que es lo más normal, lo esperable de cualquier estudiante universitario, blablabla. Pero por alguna razón ese curso se me estaba haciendo una tarea imposible. Además, ya había faltado varias veces a prácticas en las que la asistencia era importante, y una de las profesoras ya me había avisado de que si volvía a faltar sin justificación, perdería el treinta por ciento de mi nota.<br />
Así que me había puesto el despertador (los tres) quince minutos antes de lo habitual, había conseguido no quedarme media hora en la cama, y si todo iba bien iba a salir de casa casi veinte minutos antes de lo normal.<br />
De hecho, emocionada al ver una motivación inusitada para mí, pensé que quizás ese era un nuevo comienzo. Tras esto, conseguiría adquirir alguna disciplina, ser puntual, y quizás hasta aumentar mi media.<br />
Es lo que iba pensando mientras bajaba las escaleras y caminaba los cinco minutos que tenía hasta la parada del autobús. Además, no había sido tan duro, ¿no? Simplemente había tenido que perder quince minutos de sueño (qué más da eso) y no enrollarme a mirar Twitter e Instagram antes de levantarme de la cama. Ya podría mirarlos en el autobús.<br />
Empecé a ponerme nerviosa según el tiempo pasaba y éste no llegaba. Solía tardar pocos minutos a esas horas de la mañana, pero ahora llevaba ya más de cinco esperando y no había ni rastro del gran vehículo verde.<br />
Solté un suspiro cuando justo le vi entrar por el principio de la calle, como si le hubiera invocado.<br />
Miré la hora. Iba bien.<br />
Cuando me senté en mi sitio preferido (al final del todo, a la derecha), miré por la ventana con una sonrisa de autosuficiencia. Así que sí era capaz de ser responsable después de todo, ¿eh? Solo tenía que... trabajar un poco bajo presión.<br />
Saqué mis cascos y el móvil y me puse mi playlist mientras cotilleaba las nuevas noticias y fotos de mis conocidos en las redes. Me empezó a entrar un poco de sueño después de un rato, y decidí cerrar los ojos, apoyando la cabeza contra el reposacabezas. Total, en poco rato pararía el autobús, no me daría tiempo a dormirme.<br />
<br />
Un badén me hizo abrir los ojos. Debí jadear en alto a la vez que abrazaba mi mochila, porque la mujer que tenía a mi izquierda me miró de refilón un poco raro.<br />
Miré a mi alrededor. Apenas llevábamos tres cuartos del recorrido. ¿Qué hora era? ¿Cómo me había quedado así de dormida en apenas quince minutos?<br />
Miré al reloj. <i>Las diez menos cuarto.</i><br />
No, no, no. No podía ser así de tarde. La clase empezaba a y diez, y aún tenía que coger otro autobús que tardaba otros veinte minutos antes de llegar a la universidad. Miré a la fila de coches que se extendía delante de nosotros.<br />
Atasco. Un maldito atasco. Justo el único día que me había levantado pronto. El día que había decidido poner de mi parte y la vida me hacía esto. No me lo podía creer.<br />
<i>Si es que al final no sirve para nada intentarlo.</i><br />
Respiré profundamente cuando me vino ese pensamiento a la cabeza. A ver, tampoco me iba a poner así de dramática. Si todo iba bien, llegaría, aunque muy, muy justa. Y sino, aunque llegara cinco o diez minutos tarde, dudaba de que la profesora me fuera a quitar las prácticas. Solían pasar lista al final.<br />
Así que cambié de canción y me puse una más alegre que el <i>Impossible</i> de James Arthur que había estado sonando y me acomodé de nuevo en el asiento. Solo me quedaba esperar.<br />
<br />
Cuando llegamos a la parada siete minutos y medio después, fui la segunda en salir pitando del autobús. Y solo porque había una señora que ya había estado ahí de pie cuando yo me levanté.<br />
Corrí entre las mareas de gente que solía haber en el intercambiador a esas horas, con cafés en la mano y cara mustia, y traté de no caerme de bruces mientras subía las escaleras de dos en dos. Ah, sí, las escaleras mecánicas estaban estropeadas, por cierto.<br />
Llegué a la superficie en un sprint. Por supuesto, el semáforo estaba en rojo, con un pequeño grupo de gente esperando también.<br />
Me quedé parada, aunque no paraba de mover los pies en anticipación. Miré el reloj dos veces, y tuve que mirarlo una tercera porque no me salieron bien las cuentas. Además, estaba mirando compulsivamente el dichoso semáforo en rojo y el autobús que tenía sus puertas abiertas y estaba absorbiendo a la gente de la fila como una aspiradora gigante.<br />
Si perdía ese, tendría que esperar otros cinco o diez minutos. Y ya iba unos cinco minutos tarde.<br />
El semáforo cambió a ámbar y los coches se empezaron a parar poco a poco. Seguía en rojo para los peatones, pero yo empecé a cruzar igualmente. Cuando llegué a la puerta del autobús, ésta tuvo que abrir de nuevo la puerta porque acababa de cerrarla cuando había llegado corriendo, con cara de loca y los ojos muy abiertos del susto.<br />
<i>Gracias al cielo por los conductores amables.</i><br />
Me senté, de nuevo en mi sitio, y sentí las pulsaciones aceleradas golpeando en mi cuello. Lo había conseguido. Había llegado.<br />
El autobús arrancó y miré de nuevo el reloj: las diez menos dos minutos. Seguramente llegaría un poco tarde, pero nada raro. Además, esta vez podría decir que había tráfico, <i>y sería verdad.</i><br />
Eché un vistazo a la gente del autobús, esperando ver a alguien de mi clase por allí. Siempre era mejor llegar con alguien cuando se entraba tarde, quedabas menos mal y tenías a alguien para apoyar tu teoría del atasco. Pero en ese momento no había nadie que reconociera, así que tendría que hacer el camino de la vergüenza hasta mi sitio sola, con la cabeza gacha y los dedos cruzados.<br />
Bueno, al menos iba a entrar a clase.<br />
Sonreí un poquito, casi de forma sarcástica. Pocas veces se me había hecho tan largo el dichoso camino. Solo esperaba que los próximos días se hiciera más fácil, o que me acostumbrara rápido a esta nueva rutina. Al menos los lunes y los miércoles, que tenía prácticas de esta clase.<br />
Desbloqueé el móvil y bajé los casi cincuenta mensajes que habían mandado desde ayer a las diez de la noche. No sabía qué habían dicho, pero ya lo miraría después.<br />
<i>―¿Alguien más va a llegar tarde a primera? Jaja</i><br />
Dos de mis compañeras respondieron en seguida con stickers de un dibujo riéndose. Sonreí.<br />
Luego, una de mis mejores amigas de clase me habló por privado, reenviándome mi propio mensaje.<br />
<i>―</i><i>Tía, la profe estaba súper mosqueada. Creo que te va a quitar la parte de prácticas de verdad. </i><br />
Fruncí el ceño.<br />
<i>―Pero si solo voy a llegar diez minutos tarde, no creo que me lo cuente como falta. </i><br />
Vi que mi amiga empezó a escribir. Luego, lo borró. Volvió a escribir, y yo empecé a ponerme nerviosa. Al fin me llegó el mensaje:<br />
<i>―... la clase era a las nueve. </i><br />
<br />
<br />Bea http://www.blogger.com/profile/16473190309861347042noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2281243082511064590.post-79761849133678267852020-03-30T21:10:00.002+02:002020-03-30T21:11:32.431+02:00Prompt 7: Fantasía<b><u>Viento</u></b><br />
Los dos hombres caminaban entre los altísimos árboles con un paso agradable y gracioso, sin ninguna prisa por volver a casa. Llevaban toda la tarde fuera, buscando presas por los alrededores para traer a su manada, así que ambos cargaban con sendas bolsas llenas de pequeños animales que servirían para comer durante un par de días. Suficiente, pero no demasiado para que la comida no se les estropeara.<br />
Los dos iban desnudos, charlando animadamente sobre la caza. Se habían pasado todo el día en su forma de lobo, y ahora estaban aprovechando para comentar la jugada, ya que podían hacer mejor uso de sus cuerdas vocales.<br />
La forma de lobo estaba mejor para muchísimas cosas, y también les servía para comunicarse ligeramente, pero la capacidad del cuerpo humano para conversar era una de las que más disfrutaban.<br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 11pt;">—Sinceramente, pensé que se nos iba a escapar </span><span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 11pt;">—rió uno de ellos, moreno. </span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px;">Los dos eran betas de la manada, así que no había rivalidad entre ellos. Además, hacían un muy buen equipo.</span></span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 11pt;">—No te voy a engañar, yo también lo pensaba </span> <span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 11pt;">—respondió el otro, con el pelo de un castaño claro</span><span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 11pt;">—. Has hecho una finta muy rara, por un momento pensé que estabas haciendo el tonto de nuevo.</span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 11pt;">El moreno pareció no ofenderse por ese comentario, y sonrió de lado con tranquilidad.</span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 11.0pt; line-height: 107%;">—Estoy intentando una cosa nueva. </span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 11.0pt; line-height: 107%;">—¿Ah, sí? ¿El qué? </span><span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 11pt;">—se burló el otro. </span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 11pt;">Su compañero le echó una mirada sucia. </span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 11.0pt; line-height: 107%;">—Me da igual que no me creas. Ya me reiré yo cuando consiga hacerlo y no te enseñe ni un poquito. </span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 11.0pt; line-height: 107%;">El rubio bufó.</span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 11.0pt; line-height: 107%;">—Simplemente te copiaré. </span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 11.0pt; line-height: 107%;">Su amigo le clavó los ojos ámbar. </span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 11.0pt; line-height: 107%;">—¿No tienes ni un poquito de orgullo, o qu-?</span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 11.0pt; line-height: 107%;">Ambos se pararon en seco al notar un olor extraño. Casi inmediatamente, se escuchó un grito agudo viniendo de la dirección de su campamento. </span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 11.0pt; line-height: 107%;">Los dos se pusieron tensos, pero no echaron a correr. En lugar de eso, ojearon sus alrededores intentando identificar ese olor tan extraño e inquietante. Escucharon un gruñido potente a lo lejos, pero en seguida lo reconocieron como el gruñido del alfa.</span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 11.0pt; line-height: 107%;">Ahí sí que echaron a andar a paso ligero, cautelosos, listos para transformarse en lobos y correr a toda prisa al más mínimo cambio. </span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 11.0pt; line-height: 107%;">No fue hasta que no estuvieron a un par de minutos del campamento que vieron las tres sombras al lado de un árbol. El olor extraño se había ido haciendo cada vez más potente, hasta que los dos sintieron que lo que fuera que era eso estaba lo suficientemente cerca como para saltarles encima. </span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px;">Al lado del árbol estaban el alfa y una mujer llorando. Sin embargo, lo que más les llamó la atención fue el pequeño cuerpo derrumbado sobre el árbol, desmadejado como una muñeca de trapo. </span></span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px;">Era uno de los niños de la manada. Estaba a pocos meses de llegar a la mayoría de edad. </span></span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px;">De su cuerpo salía un objeto punzante con plumas de colores en el extremo que sobresalía.</span></span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px;">Los dos se quedaron helados durante un segundo. Tan solo se escuchaba el llanto de la mujer, la madre del pequeño, y el ruido del resto de animales del bosque. El viento se mecía y aullaba entre las hojas como un lamento más. </span></span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 11.0pt; line-height: 107%;">—No puede ser </span><span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 11pt;">—fue lo primero que dijo el moreno, después de varios momentos de silencio espero y confuso.</span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 11pt;">El alfa fijo sus ojos oscuros y cabreados sobre ellos.</span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 11.0pt; line-height: 107%;">—Pues ya ves que sí. No es que yo te lo diga.</span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 11.0pt; line-height: 107%;">—Puede que haya sido otra manada. Puede que hayan decidido usar...</span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 14.6667px;">—Ya sabes que nosotros no usamos esta clase de armas. No tienen honor, ni clase, ni respeto hacia la persona </span><span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 14.6667px;">—escupió en el suelo.</span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 14.6667px;">La mujer les miró con los ojos azules lleno de dolor y del mayor terror que habían visto en sus vidas. Si se hubieran mirado entre ellos en ese momento, podrían haberlo visto también reflejado en sus propias miradas. </span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 14.6667px;">—Pero... son solo una leyenda </span><span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 14.6667px;">—el castaño se pasó la mano por el pelo, desesperado, y dejó caer la bolsa con las presas. ¿Qué más daba eso ahora? </span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 14.6667px;">La mujer sorbió por la nariz.</span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 14.6667px;">—Están aquí. Puedo olerlo. Sé que vosotros también lo oléis. Es parte de nuestro olor, mezclado con... con...</span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 14.6667px;">—Odio. Rabia </span><span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 14.6667px;">—respondió el alfa</span><span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 14.6667px;">—. Maldad. </span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 14.6667px;">El moreno soltó una risita histérica. En cualquier otro momento no se le hubiera ocurrido reírse delante del cadáver de uno de los pequeños, pero ni siquiera fue consciente de lo que hizo. Fue un intento de su cerebro de lidiar con lo que estaba pasando.</span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 14.6667px;">—No puede haber... humanos. Eso es una tontería. No hay solo humanos, igual que no hay solo lobos. Son cuentos de hadas. No hay partes de lobo y de humano que se separan en la luna llena. No hay humanos disparando flechas para terminar con nosotros. </span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px;">No sabía a quién estaba intentando convencer, si a ellos o a sí mismo. </span></span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px;">Era un cuento que se le contaba a los niños pequeños para que se portaran bien las noches de luna llena y no se alejaran demasiado del campamento, para que no se perdieran. Se decía que había algunos hombres lobo que, si les daba la luna, mutaban y las dos partes de su ser se separaban: la fuerza animal del lobo, y la inteligencia brutal del humano. Y que, al estar separadas, no eran capaces de controlarse ni inhibirse la una a la otra. </span></span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px;">Así, el lobo se metería en peleas hasta la muerte con los pequeños.</span></span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px;">Pero la parte humana... </span></span><span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 14.6667px;">La parte humana sabía crear herramientas para no tener que acercarse. Cuerpo a cuerpo era más débil. Y no tenía el sentido del honor del lobo, así que atacaba de lejos, con armas de gran velocidad decoradas con partes de otros animales como señal de amenaza. Y de burla.</span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px;">Los cuatro miraron reflexivamente a la luna. Ese día estaba llena, y refulgía con un tono amarillento. Un color enfermizo, como el que habían adquirido los ojos vidriosos del niño a sus pies.</span></span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px;">Tendrían que volver al campamento y contárselo al resto. Después se irían de allí. Lo más lejos posible, hasta algún sitio donde pudieran esconderse en días de luna llena. Nada sería lo mismo después de eso.</span></span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 14.6667px;">El viento aullaba cada vez más, casi como coreando el llanto y el miedo que los cuatro estaban sintiendo al unísono. Doliendo por el pequeño.</span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 14.6667px;">Quizás si no hubiera estado soplando tan fuerte, los cuatro hubieran podido escuchar unas cuerdas estirándose, el crujido de los arcos al estar bajo tanta tensión, o las respiraciones nerviosas y agitadas de las personas que los sostenían, escondidos en las sombras de las ramas de los árboles a su alrededor. </span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 14.6667px;">Quizás, si la naturaleza no hubiera estado coreando su pánico, hubieran escuchado el silbido de las flechas al salir disparadas, certeras a los cuatro cuerpos.</span><br />
<span style="font-family: "calibri" , sans-serif; font-size: 14.6667px;">Pero no fue así, y las hojas siguieron con su tétrica canción mucho después de que los cuatro cuerpos hubieran caído al suelo y dejado de respirar. </span>Bea http://www.blogger.com/profile/16473190309861347042noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2281243082511064590.post-43790719829576063492020-03-28T22:11:00.002+01:002020-03-28T22:13:39.331+01:00Prompt 6: Ningún gerundio <b><u>Una última vez</u></b><br />
Sentí una sensación familiar según perdía la consciencia. Era como un cosquilleo por las extremidades, una sensación de que algo no iba como debía.<br />
Hacía varios años que no me pasaba, que no sufría una parálisis del sueño.<br />
Una parte de mí estaba sorprendido: no entendía por qué ahora, por qué me pasaba de nuevo. Pensé que, una vez que pasara la adolescencia, me habría librado por completo de la dichosa parálisis, con sus dichosas sombras y sonidos y visiones inquietantes.<br />
Sin embargo, intenté mantener controlada mi respiración y conté hacia atrás desde cien, de tres en tres, tal como había aprendido en un blog sobre alguien a quien le pasaba esto casi cada noche. Había funcionado hacía cuatro años, no entendía por qué iba a ser diferente ahora.<br />
También intenté mover los dedos de los pies. Había leído en alguna parte que eso ayudaba a salir de la parálisis, y por intentarlo que no quedara.<br />
Así que respiré. Conté. Intenté mover el dedo.<br />
Seguí durante varios minutos.<br />
Terminé los cien. Los repetí, y la tercera vez empecé por trescientos.<br />
Tuve mucho cuidado de no pensar en la inmovilidad que sentía en todo mi cuerpo, en la sensación de que mi cuerpo no era mío, no era más que una cárcel que había colapsado y no me dejaba moverme.<br />
Sobre todo, tuve mucho cuidado de mantener bien alejados los pensamientos fatalistas que me decían que iba a morir allí. Que algo iba a pasar y no iba a poder despertarme del todo. Nunca.<br />
Pero nada de eso funcionó así que, después de lo que me parecieron horas, abrí finalmente los ojos. Decidí que si mi cuerpo quería que experimentara toda la parálisis antes de poder salir del maldito trance, pues que así fuera. Cuanto antes pasara, antes podría volver a dormir.<br />
En pocos segundos vi algo moverse por el rabillo del ojo. Intenté girar la cabeza pero, claro, una de las cosas que tiene la parálisis es que no te deja mover ninguna parte del cuerpo, solo abrir los ojos.<br />
Poco a poco, la sombra se volvió cada vez más claras en la periferia. Estaba de pie en la puerta de mi habitación, y se había quedado quieta. Empecé a escuchar una respiración profunda, pesada pero tranquila. Yo desde luego no era.<br />
Me tensé. Era inevitable. A pesar de que sabía que todo eso era producto de mi cerebro adormilado, no podía no tener miedo. Tan solo quería que eso acabara, despertar, hacerme una tila y tratar de distraerme con memes o algo en mi móvil. Tenía mucha prisa en pasar por eso. Y bastante miedo, cada vez más.<br />
La sombra, como solía hacer en mi adolescencia, empezó a acercarse con pasos igual de pesados que su respiración. Como si estuviera muy cansada. O muy nerviosa o excitada. Mi subconsciente, por supuesto, me decía que era esto segundo: que la sombra estaba muy pero que muy nerviosa por tenerme ahí, a su merced.<br />
Pero, claro, eso era una tontería.<br />
Cuando estuvo lo suficientemente cerca, me di cuenta de que los ojos de la sombra eran de un rojo brillante. Sentí que me miraba, y que mi piel se ponía de gallina.<br />
Mi respiración empezó a agitarse también. Nunca se me había puesto la piel de gallina. Nunca había sentido que me mirara así.<br />
<i>Bueno, quizás es simplemente que no me acuerdo bien de todo</i>, intenté razonar.<br />
Escuché una risa baja, profunda, que se coló en mis oídos como si fuera brea. Abrí los ojos de golpe -aunque no estaba muy seguro de cuándo los había cerrado siquiera.<br />
¿Qué estaba pasando? Nunca había escuchado a mis alucinaciones reír. Para el caso, nunca había escuchado una risa tan... así. Oscura. Densa. Pesada.<br />
Algo no iba bien. No sabía por qué, pero algo no iba bien. Tampoco sabía por qué me ponía así. Ya había pasado por esto. Muchas veces, más de las que me gustaría. Tenía experiencia. No tenía que exagerar así.<br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">—</span>No creo que sea exagerar <span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">—</span>respondió la sombra a mi pensamiento.<br />
¿Cómo?<br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">—Ya nos conocemos desde hace mucho, Juan. Creo que es hora de que hablemos. Bueno </span><span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 16px;">—</span><span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">soltó otra risa gutural</span><span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">—, todo lo que podemos hablar contigo paralizado, claro. </span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">Su voz era oscura, pesada, sofocante. Y yo había empezado a hiperventilar. Todas las alarmas en mi cerebro empezaron a saltar una tras otras, potentes como pinchazos en la cabeza. Todas me decían que tenía que moverme. Intenté hacerles caso, de verdad que lo intenté: concentré mis esfuerzos en los dedos de los pies, los de las manos, en la cabeza, los brazos, la piernas, todo. Pero nada funcionó. Lo único que se movió fueron mis ojos, que parecía no poder cerrar, y mi pecho al subir y bajar varias veces por segundo.</span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">La sombra me miró fijamente durante mucho tiempo, al lado del borde de mi cama. Desde arriba. No sabía cómo podía saber eso, ya que sus ojos no tenían pupila: solo un torbellino carmesí que parecía centellear y girar, como si fluyera. Pero aún así sabía que estaba mirando dentro de mí, viendo mi terror. Y que le encantaba. </span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">—Me ha gustado mucho venir todos estos años. Desde hace varios he estado observando desde fuera, para que no sospecharas, pero creo que ha llegado el momento.</span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">Sentí una presión en la cabeza. Sabía que era su mano. Alargada, áspera como la corteza de un árbol. Pegajosa. Y caliente, muy caliente. Demasiado caliente. Me abrasó, pero no pude gritar. </span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">—Me va a dar pena que termine nuestro viaje pero verás, me tengo que ir del país un tiempo, y no puedo retrasarlo más. Pero que sepas que te voy a echar de menos.</span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">No entendí ni una palabra. O sea, objetivamente sí era capaz de entender lo que estaba diciendo, a pesar de que arrastraba la sílabas una tras otra, como si fueran una masa densa. Lo que no podía entender era el concepto, lo que trataba de decirme. Simplemente no podía. </span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">Entonces lo vi. O lo sentí. no podía ver sus facciones, pero sentí que abría la boca. Demasiado. Mucho más de lo que una persona puede abrir la boca. Y sentí algo en el pecho, a pesar de que no me había tocado ahí. </span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif;">Me sacó la respiración. La presión continuaba, como un imán que me atraía. Sentí que me iba a estallar la cabeza. </span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif;">Entonces se agachó con un ruido como de quejido de madera contra metal.</span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif;">Es curioso porque se supone que la parálisis del sueño ocurre... bueno, durante el sueño. Lo lógico sería que ahí me hubiera despertado de una pesadilla horrible. Pero sentí que pasaba al contrario, que me quedaba dormido. </span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif;">Aunque me equivocaba. No me había dormido. </span><br />
<br />Bea http://www.blogger.com/profile/16473190309861347042noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2281243082511064590.post-45163719429898432062020-03-24T21:32:00.001+01:002020-03-28T22:13:26.928+01:00Prompt 5: Space Opera<u>Sobre la importancia de estar atento a las luces rojas</u><br />
Agobart silbó una melodía sin siquiera darse cuenta mientras recorría la última calle de su antepenúltimo planeta de ese día.<br />
El sol rojo profundo de Mu Eta estaba casi poniéndose en el horizonte, y el aire se notaba un poco cargado, ya que la atmósfera era rica en nitrógeno. Tanto, que Agobart siempre tenía que llevar puesto el respirador en ese planeta. Pero se compensaba por las increíbles puestas de sol, y por los bonitos paisajes. No muchos seres "avanzados" eran capaces de vivir en esa atmósfera, por lo que la civilización era moderada, y la naturaleza había seguido sin prisa su curso durante milenios.<br />
Se bajó una última vez de su furgoneta y echó la carta sellada en el buzón de una pequeña casa cuyo color azul contrastaba con la luz natural. Después, se volvió a subir y cambió la configuración de la furgoneta para poder despegar hacia el próximo planeta, Mu Theta.<br />
Llegó en apenas una hora, ya que el sistema en el que se alojaba Mu Theta estaba a muy pocos años luz de Mu Eta.<br />
Este sistema tenía una enana azul, muy cerca del fin de su ciclo. Sin embargo, aún había mucha población en este planeta, que se agarraba a su vida aquí hasta el último momento posible.<br />
El planeta estaba casi en el extremo más alejado de la zona habitable de la estrella, por lo que Agobart tuvo que coger su abrigo más gordo y un gorro del asiento trasero antes de abrir la puerta y empezar con la primera ronda de entrega de cartas.<br />
Había una pareja caminando al final de la calle, pero no había nadie más salvo algunos pájaros, ya que en esta zona de Mu Theta ya era de noche.<br />
Sin darse cuenta, empezó a silbar la misma canción de antes, que pertenecía a un anuncio de cereales que había en su planeta natal cuando él era un niño. Pero él no se dio cuenta de esto, tan ocupado que estaba echando las cartas en un bloque de pisos muy alto, con más de treinta plantas.<br />
Mientras las repartía todas, su mente divagó hacia las tareas que le quedaban pendientes. Tenía que entregar todas las cartas de ese sector del planeta, las clasificadas como "muy urgentes", y después tan solo le quedaban las del planeta Xi. Tras eso, podría ir a su casa y relajarse con un buen cuenco de sopa y los mimos de su perro mientras veía una película.<br />
Volvió de nuevo a pensar sobre el cargamento de ese día. Le habían dicho que eran cartas muy importantes, e incluso había un par de paquetes que parecían bastante pesados según había visto. Tenía que entregarlas en el edificio de una de las embajadas, y no pudo evitar preguntarse qué era el contenido.<br />
Dándole vueltas a las posibilidades, salió del edificio.<br />
De hecho, de tan distraído que estaba no se dio cuenta de que las puertas de la furgoneta estaban abiertas hasta que el sonido de un potente motor despegando le hizo salir de su ensoñación.<br />
Instantáneamente, sus dos corazones se le aceleraron en el pecho y su mente corrió a toda velocidad.<br />
No. No podía ser. No podía haberle tocado a él.<br />
Desde hacía unas semanas, habían circulado rumores de un ladrón de correo. No se las había creído, porque no creía que alguien fuera a tomarse la molestia de perseguir entre galaxias a un camión solo para robar un puñado de cartas, y mucho menos cuando la información realmente importante no se enviaba más por ese medio de comunicación.<br />
Y, sin embargo, ahí estaba Agobart, sin lugar a dudas. Persiguiendo a un pequeño vehículo de un color gris oscuro, saliendo a la estratosfera del planeta a toda velocidad y sin parar de gritar maldiciones dentro de la cabina de la furgoneta.<br />
Cuando salieron al espacio, el vehículo se mimetizó inmediatamente. Por suerte, Abogart ya había pensado en eso y había configurado su GPS (entre gritos e insultos al pobre dispositivo) para que siguiera al vehículo, aunque él no fuera físicamente capaz de verlo.<br />
Entre enfadado y asustado, se quitó el chaquetón y el gorro y los lanzó de malas maneras al asiento del copiloto.<br />
-No me puedo creer que haya sido así de estúpido -gruñó-. Y eso que había cerrado las puertas. ¿O no? Imagínate que se me olvidó cerrarlas. Me van a despedir. Si no cojo a ese malnacido mañana mismo me dan la patada. Cuando le agarre lo mato.<br />
Siguió en piloto automático durante varios minutos, casi sin mirar a su alrededor de lo ofuscado y enfadado que estaba.<br />
Quizá por eso tardó tanto en darse cuenta del piloto rojo que había salido en la esquina superior de una de las pantallas de control de la furgoneta.<br />
Sin embargo, apenas reparó en eso se vio envuelto en un haz de luz cegadora, tan fuerte que, a pesar de los tintes y protecciones inteligentes especiales del cristal frontal, tuvo que taparse los ojos con el brazo y ahogar un grito de dolor.<br />
Escuchó vagamente una pequeña alarma sonando, al mismo tiempo que algo chocaba con el lado derecho de la furgoneta y la hacía girar casi ciento ochenta grados sobre sí misma.<br />
Después de un par de minutos, Agobart sintió un tirón particular de la gravedad, una sensación de fuerza que se le instaló en la boca del estómago y le recordó a la primera vez que se había subido a una montaña rusa de adultos. La luz se disipó tan rápido como había llegado<br />
Esa sensación cobró forma, y se dispersó por todo su cuerpo hasta llegar a su aletargado y confuso cerebro.<br />
Abrió los llorosos y doloridos ojos de golpe cuando se dio cuenta de lo que acababa de pasar.<br />
-No -musitó-. No, no, no, ¡no, no, no! -con cada "no", el tono de su voz subía y se iba volviendo cada vez más histérico.<br />
Tomó los mandos con manos temblorosas y trató de virar de nuevo la furgoneta, que parecía estar parada en medio de la nada. A su frente, una línea ancha de luz extremadamente brillante (la que acababa de atravesar) se extendía como un corte horizontal en el universo.<br />
Miró las pantallas que había descuidado. Muchas luces brillaban y parpadeaban.<br />
Todas eran rojas.<br />
Un cartel encima de una de las pantallas brillaba y parpadeaba con un mensaje que había entrado hacía apenas unos minutos, más o menos al mismo tiempo que él debía haber entrado en la zona de luz:<br />
<i>Perdón :)</i><br />
-Hijo de p...<br />
El muy capullo del ladrón le había hackeado los sistemas de navegación. Había estado siguiendo un fantasma, y el fantasma le había llevado directo a...<br />
-Un puto agujero negro. Vamos, no me jodas.<br />
La furgoneta por fin había sido capaz de virar, y al mirar hacia delante, no vio nada.<br />
Literalmente nada.<br />
Es más, la nada más nada que había visto en su vida.<br />
La nada más nada que alguien vivo podía ver a lo largo de su vida.<br />
El periodo de luz había sido el horizonte de sucesos, y lo había cruzado como un campeón sin darse cuenta.<br />
Y ahora estaba... Bueno. En un marrón, la verdad. Un marrón muy oscuro.<br />
No sabía cuánto le quedaba, pero se echó hacia atrás en el asiento, tomando una respiración profunda.<br />
Nadie sabía lo que pasaba a ciencia cierta cuando cruzabas el horizonte de sucesos. Solo que ya no se podía salir.<br />
La pregunta era... ¿Qué rumbo de la paradoja le tocaría? ¿Empezaría en seguida a estirarse como un espagueti hacia el centro del agujero? ¿Se quedaría en ese limbo durante años, siglos, aparentemente quieto? ¿Se vería a sí mismo en el borde del horizonte de sucesos si la furgoneta se giraba de nuevo?<br />
Suspiró, aparentemente calmado.<br />
Sacó una manzana de la guantera y empezó a comérsela. A medio camino, su mano parpadeó durante un segundo.<br />
Agobart ni siquiera se molestó en sorprenderse.<br />
-Pues vaya mierda de día.<br />
<br />
<br />Bea http://www.blogger.com/profile/16473190309861347042noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2281243082511064590.post-21658140662185476712020-03-16T23:46:00.000+01:002020-03-28T22:13:16.045+01:00Prompt 4: Año Nuevo Chino<u>Ravioles y pescado:</u><br />
<u><br /></u>
Kyon se tocó la espalda dolorida mientras veía el vapor salir del cocedor. Ya estaba casi listo, solo le quedaban un par más de minutos a los ravioles.<br />
Mientras esperaba, con todo lo demás listo, puso la mesa en el comedor: un par de palillos, un mantelito individual, y un pequeño vaso lleno de agua.<br />
Se quedó mirando por la ventana, pensativa. Podía escuchar desde su primer piso las risas y el bullicio de todo el mundo en la calle, e incluso pudo apreciar unos fuegos artificiales explotando cerca del horizonte.<br />
El cielo estaba despejado esa noche, y las estrellas se veían claramente, la luna brillando por su ausencia.<br />
Dando un suspiro profundo, volvió a la cocina. Caminó despacio, con las manos a la espalda. No tenía ninguna prisa.<br />
Puso los ravioles en un pequeño cuenco, y el pescado que había cocinado antes en un plato llano, y se llevó ambas cosas de vuelta al comedor.<br />
Generalmente, solía poner la televisión para entretenerse mientras cenaba, comía, o hacía alguna cosa. Pero ese día no tenía ganas de ver las noticias. No tenía ganas de escuchar las entrevistas y los vídeos de gente celebrando y de familias unidas.<br />
Así que, en lugar de eso, se quedó observando distraídamente los fuegos artificiales y escuchando el alboroto por la ventana abierta.<br />
Cuando los fuegos terminaron, su mirada se desvió inevitablemente al cuadro que había en el mueble al lado de la televisión. Llevaba toda la noche intentando deliberadamente no dirigir su mirada al cuadro, sabiendo que lo único que iba a hacerse era más daño, pero fue superior a sus fuerzas.<br />
No podía pasar ni un día entero sin recordar la cara de su marido. Tan solo hacía cinco meses que les había dejado, <i>que la había dejado</i>, pero se le antojaba casi una eternidad. Y, aunque la foto había sido hecha poco después de su boda -hacía más de cincuenta años-, para ella él siempre había conservado la misma expresión de amabilidad y alegría, los mismos ojos oscuros que tanto añoraba.<br />
Como se había esperado, se le empezaron a humedecer los ojos, y se le quitó el apetito.<br />
Se levantó con los platos a medio comer, y los llevó a la cocina. No se atrevió a tirarlos, así que los dejó sobre la encimera y se fue a la sala de estar, donde tenían un pequeño balcón desde donde podía ver todas las festividades.<br />
Se acordó de su hijo, Yan Yan, y de su nieta, Bo. Se habían tenido que ir hacía algo menos de un año a Europa, en busca de un trabajo mejor. Todos los meses le mandaba religiosamente parte de su sueldo, junto con una pequeña foto de algo que habían hecho ese mes. Bo, que acababa de cumplir veintitrés años, cada mes dejaba más de ser una adolescente y se convertía en una gran mujer.<br />
-Dios mío -musitó, para sí misma, mirando distraídamente uno de los dragones que corrían en ese momento por su calle-, cómo os echo a todos de menos.<br />
Yan Yan llamaba cada día o cada par de días como mucho, y ella siempre se alegraba de hablar con él. Por supuesto, también se alegraba de que él hubiera podido tomar esa oportunidad, y de que estuviera haciendo grandes cosas con su vida. Pero eso no quitaba lo mucho que odiaba estar separada de ellos. <i>Sola.</i><br />
Casi como si le hubiera invocado, su teléfono sonó desde la otra habitación. Kyon se apresuró para poder cogerlo, y la voz de su hijo la acogió con calidez y cariño. <i>Igual que su padre.</i><br />
-Hola, mamá.<br />
-Hola, hijo -respondió ella, tratando de enmascarar su tristeza-. ¿Cómo estás? ¿Qué tal el año nuevo? ¿Vas a poder celebrarlo en casa esta noche?<br />
Hubo un pequeño silencio antes de que su hijo respondiera.<br />
-Sí, más o menos.<br />
Kyon arqueó una ceja.<br />
-¿Qué te traes entre manos?<br />
Su hijo se rió, y a Kyon le pareció escuchar también la tintineante risa de Bo de fondo.<br />
-Mamá, ¿me puedes hacer un favor?<br />
-Sí, claro -respondió ella de inmediato.<br />
-¿Recuerdas cómo te dije que se ponía él teléfono en altavoz?<br />
-Creo que sí, espera.<br />
Le costó un par de intentos, y por un momento pensó que había colgado sin querer, pero por fin consiguió que la voz de su hijo se escuchara por toda la salita.<br />
-¿Y ahora qué? -preguntó, muerta de curiosidad, deseando saber qué se traían esos dos entre manos.<br />
Entonces Yan Yan la guió por una serie de iconitos y botones, dictando y mandando que hiciera cosas, y ella le siguió en silencio, esperando no estar haciendo nada mal.<br />
Después de unos minutos, consiguió abrir una aplicación de fondo azul, con una letra S metida dentro del dibujo de una pequeña nube. Su hijo le instruyó sobre qué poner, y en seguida consiguió entrar en una página que, sinceramente, no le decía nada.<br />
-Dame un segundo, mamá. ¿Has cenado ya?<br />
Ella miró extrañada el móvil.<br />
-Estaba en ello -mintió.<br />
-¡Genial! -respondió él.<br />
Entonces se colgó la llamada. Kyon soltó una exclamación horrorizada. ¿Qué había hecho? ¿Por qué se había colgado?<br />
Pero antes de poder volver a llamar, un mensaje parecido a una llamada apareció en la pantalla. Sin pensarlo, descolgó.<br />
Y entonces se abrió ante ella una imagen. Era la cara de Yan Yan desde un ángulo muy cercano (y, la verdad, algo desfavorecedor), mirándola con una sonrisa enorme. Bo saludó de fondo, con la mano.<br />
Detrás de ellos había una mesa completamente lista, con tres sitios preparados: dos sitios tenían comida, y el otro solo tenía un plato vacío.<br />
Completamente soprendida, Kyon se tapó la boca con la mano. No se podía creer que pudiera verles, hablar con ellos mientras estaban tan lejos.<br />
-¿Qué habéis hecho? -preguntó, anonadada.<br />
Los dos volvieron a reír.<br />
-¡Hola, abuela! -exclamó Bo, acercándose.<br />
-¡Hola, cielo!<br />
-Habíamos pensado que, ya que no hemos podido estar allí, podríamos cenar contigo por internet para celebrar el año nuevo.<br />
-Pero... pero si ahí todavía es de día.<br />
Su hijo se encogió de hombros.<br />
-He pedido el día libre para poder hacerlo. ¿No decías que estabas cenando?<br />
-Sí. ¡Sí! -mintió- Dame un segundo -corrió al comedor-. ¿Puedo dejar esto aquí? -inquirió, dejando con delicadeza el aparato sobre la mesa vacía. Se dio cuenta de que, arriba a la derecha de la pantalla, una pequeña imagen había estado capturando su cara, y ahora apuntaba al techo.<br />
Sin darles tiempo a responder, corrió a la cocina y volvió a coger lo que se había dejado de cena. Además, cogió una botella de soja, y la usó como soporte para que el teléfono se sujetara sobre la mesa - era un truco que había visto por la tele hacía unos días.<br />
Y después de eso, casi sin creer que fuera real, los tres compartieron una cena entre cotilleos, anécdotas, y recordatorios de cosas que habían hecho los tres o cuatro juntos, cuando su marido aún vivía.<br />
Por un segundo, lo que pasaba fuera de la ventana de Kyon no le pareció un recordatorio de todo lo que había perdido, sino una celebración a todo lo que aún tenía y podía vivir.<br />
Bea http://www.blogger.com/profile/16473190309861347042noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2281243082511064590.post-20206412243957889462020-03-16T23:43:00.000+01:002020-03-28T22:12:54.686+01:00Prompt 3: Aracnofobia<u>Ventana abierta</u><br />
<u><br /></u>
Di los últimos pasos cautelosos hasta la puerta de mi casa, esa sensación de estar alerta ya instalada en la boca de mi estómago aliviándose ligeramente al saber que por fin llegaba a mi lugar seguro.<br />
Normalmente estaba tensa en mi casa, alerta, por mi propia seguridad, pero era mucho peor cuando tenía que salir a la calle; no había nada que yo pudiera hacer para controlar mi entorno, para asegurarme de evitar que apareciera alguna.<br />
Como siempre, saqué un pañuelo de mi bolsillo trasero, apenas fijándome en el tejido rosáceo del guante fino que llevaba puesto. Revisé, metódicamente, todos los resquicios que había en la puerta y en el quicio. Me alegré de haber tirado el felpudo hacía un par de meses: no servía para nada más que para ser el refugio de alguna araña, o de sus huevos.<br />
Cuando por fin estuve segura de que la puerta estaba limpia, saqué mis llaves con mi otra mano enguantada, y las metí en la cerradura - no sin antes haber pasado el pañuelo por allí para asegurarme de que estaba limpia.<br />
Nada más entrar, me golpeó ese fuerte olor a desinfectante con limón que usaba varias veces al día. Una parte de mí lo acogió como un olor confortable, que significaba la seguridad de mi hogar; pero otra parte de mí sintió nauseas ante la potencia.<br />
Sin hacer caso a esa segunda parte, cerré la puerta y me quedé observando el pasillo principal de mi casa tan y como había estado observando el quicio antes: sin prisa, fijándome bien en todas las esquinas, para no perderme cualquier posible telaraña que hubiera podido aparecer en la hora que había estado fuera, haciendo la compra de la semana.<br />
Por suerte, no había ninguna. Ni en el pasillo, ni en las puertas principales y de la cocina que se veían desde mi posición, ni tampoco en la mesita que había al lado de la puerta principal, que solo tenía una pequeña bandeja blanca simple para dejar las llaves - no tenía ningún adorno ni decoración más, solo servirían de reclamo y escondite para las arañas.<br />
Fui al salón y, sin darme cuenta, ya había cogido el spray desinfectante y el plumero que había dejado especialmente para ese cuarto. Revisé y desinfecté el sofá con la cabeza en otra parte, sintiéndome agradecida por el servicio que te llevaba la compra a casa, pero sintiendo la horrorosa sensación de que tendría que revisar bien las bolsas para asegurarme de que no había ninguna araña ni ningún bicho dentro del que no se hubieran dado cuenta al traerlo todo. Se suponía que llegarían en alrededor de una hora.<br />
Cuando por fin estuve a gusto con el resultado del sofá, me permití sentarme - en el medio, no quería estar pegada a los bordes del sofá por donde cualquier cosa podría subir-, y cogí el mando que había, solitario, encima de la mesita. Presioné el botón reojo, recubierto de plástico protector, y me decidí a buscar entre los canales para entretenerme hasta que llegara la compra.<br />
Sin embargo, no me duró mucho el descanso, pues me di cuenta de que no había limpiado la mesita ese día.<br />
<i>El polvo</i>, me susurró mi vieja amiga en la cabeza, avisándome, <i>asegúrate de limpiarlo o podrá criar bichos. </i><br />
Asentí, muy convencida de que esa voz tenía razón, y me dirigí hacia el baño, donde guardaba el limpiacristales.<br />
Mis pasos se pararon en seco a mitad del pasillo, cuando una ligera corriente de aire fresco me acarició la cara. No. No podía ser que me hubiera olvidado...<br />
Todos mis sentiros se agudizaron aún más de lo que ya estaban, y miré a mi alrededor frenéticamente, sin querer perdiendo el ritmo metódico y lento que siempre me obligaba a usar al revisar las cosas. Era demasiado urgente. Si me había dejado la ventana del baño abierta esa mañana, ahora podría haber cualquier cosa allí... En el baño, y el pasillo, o la casa entera... Mi respiración se aceleró exponencialmente.<br />
<i>Tengo que limpiarlo todo. Todo está expuesto, podría haber cualquier cosa. </i><br />
Puse una mano -aún enguantada- en la pared para sostenerme, y me vino a la mente una imagen de mi hermana, que había estado visitándome hacía poco más de un mes. No la veía mucho, decía que no podía seguir como estaba. Yo, por mi parte, sabía que era ella la que estaba exagerando: no tenía ningún problema, era algo de lógica que quisiera mantener la casa limpia para que no entraran arañas, era una cuestión de salud.<br />
Sin embargo, ella me hizo prometer que si me daban más de tres ataques de pánico en una semana, hablaría con una psicóloga de la que me había dado el número. Yo, sabiendo que nunca era para tanto, había aceptado.<br />
Pero ya llevaba dos ataques, y ahora mismo tenía la sensación de que estaba al borde de otro.<br />
-Vale -me dije en alto, respirando profundamente para calmarme-, no va a pasar nada. Voy a ir a cerrar la ventana, coger todas las cosas, y limpiar toda la casa. No va a haber ninguna araña, y seguro que no me va saltar encima ni va a... Vale, esto no está funcionando, voy a entrar.<br />
Cerrando los ojos con fuerza, di el par de pasos que me separaban de la puerta del baño. Mis ojos se dirigieron a todos los rincones posibles con una rapidez pasmosa, y sentí el latido de mi corazón golpeándome en los oídos, hasta que era lo único que podía escuchar, aparte de mi trabajosa respiración.<br />
Al no ver nada, cerré corriendo la ventana y me aproximé al cajón donde tenía los botes de lejía, pero antes de poder llegar, vi una sombra. Allí, en el techo a la derecha, algo de un marrón oscuro se movió ligeramente,<br />
Sentí que se me paraba todo: el corazón, la respiración, los músculos, y hasta el cerebro se me paró durante una milésima de segundo, lo que tardé en procesarlo. Ante mis ojos, la araña creció en tamaño, hasta que sentí que podría aplastarme si se me caía encima.<br />
Escuché un grito de fondo, y después de unos instantes, me di cuenta de que el grito estaba siendo mío.<br />
<i>No me puede estar pasando esto, no puede ser, simplemente no-</i><br />
La araña se movió.<br />
Todo se volvió negro.<br />
<br />
Cuando abrí los ojos, lo primero que hice fue levantarme de golpe y mirarme el cuerpo, intentando sentir si tenía algo encima, si la araña se me había puesto encima.<br />
Miré a mis manos, luego a la pared. Estaba vacía. Miré al resto del baño, resto de rincones.<br />
Mi mano derecha, pared de en frente, brazo izquierdo, sobras del espejo, pierna derecha, váter, me palpé la cabeza mientras miraba a la ducha.<br />
Nada, no había nada. Se había esfumado, pero sabía que estaba allí, en algún lugar.<br />
Cuando me miré la mano de nuevo, me di cuenta de que el guante rosado estaba manchado de rojo.<br />
<i>Sangre</i>. Realmente me había desmayado y me había golpeado la cabeza.<br />
Me quedé allí, quieta como un pasmarote, pensando en todo lo que había pasado. La voz de mi hermana parecía estar gritándome al oído, sollozando.<br />
Supe lo que tenía que hacer.<br />
Casi como un zombi, me dirigí al salón y cogí el teléfono -no sin antes limpiarlo con un pañuelo-, y marqué los números que había en el papel de al lado, con la caligrafía de mi hermana.<br />
Después de un par de toques, una voz femenina respondió.<br />
-Clínica de Lorena Mora, ¿en qué puedo ayudarle?<br />
Tomé una respiración profunda.<br />
-Hola, eh... Me llamo Nadia, y creo que necesito su ayuda.<br />
<br />Bea http://www.blogger.com/profile/16473190309861347042noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2281243082511064590.post-1342380059172308042020-02-25T23:30:00.004+01:002020-03-28T22:12:41.896+01:00Prompt 2: Día de Reyes<u>Olor a dulce</u><br />
Lucas se levantó esa mañana muy temprano, cuando aún todavía no había salido el sol. Lo sabía porque, desde que se le rompió una persiana vieja hacía seis meses, cada vez que se despertaba podía ver el cielo. No le gustaba demasiado que el sol le despertara, pero lo prefería a los gritos y los llantos de sus amigos desde otra habitación.<br />
Sabía que no podía levantarse hasta las ocho, ya que sino Elena y Matías, sus cuidadores, se enfadarían con él.<br />
Así que se quedó en la cama, recordando el sueño que acababa de tener, sabiendo dentro de su alma que ese día sería el mejor Día de Reyes de toda su vida.<br />
El sueño no había sido muy claro. De hecho, ya solo le quedaban sensaciones vagas en la boca del estómago, parecidas a cuando llevaba muchas horas sin comer porque le habían castigado. Pero esta era muy diferente, porque le hacía sentir contento.<br />
En su sueño había alguien. Alguien mayor, que le hablaba con una voz agradable y alegre, y después le abrazaba. Un abrazo calentito como no recordaba nunca que le hubieran dado. Sí era cierto que Elena y Matías se portaban muy bien con él -y con todos-, y que el resto de sus amigos también solían abrazarle cuando estaban contentos o él estaba triste. Pero ese abrazo se había sentido diferente. Más... pleno. Más feliz.<br />
También recordó un olor a algo dulce, como un pastel o un bollo. Sabía que le recordaba a algo, pero no sabía exactamente qué podía ser. En todos los años que llevaba en ese cole, ninguno de los bollitos que les habían dado había olido tan rico.<br />
se le pasaron los minutos mientras miraba al techo sin ver nada realmente. No podía parar de pensar en esa sensación de felicidad. Tanto era así, que ni siquiera se dio cuenta de que la mayoría del tiempo la había pasado con una minúscula sonrisa en los labios.<br />
Cuando por fin escuchó ruidos afuera, se levantó corriendo y fue al comedor dando saltitos. Elena se le quedó mirando con curiosidad, y con un mechón de pelo canoso cayendo por su frente.<br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">—Uy, ¿y a ti qué te pasa? </span><span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">—le preguntó, también con una sonrisa. Sin embargo, Lucas pudo ver que debajo de aquella fachada alegre, la mujer parecía muy cansada.</span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">Como siempre.</span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">—Hoy es día de reyes </span><span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">—explicó él, con simpleza</span><span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">—, y voy a tener un regalo genial.</span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">La mujer sonrió aún más ampliamente, y Lucas vio que tenía un cartón de leche vacío en la mano. Le empujó a sentarse en una de las sillas para empezar el desayuno, aunque aún no había casi ningún niño más alrededor.</span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">—Ya sabes que hasta las doce no os podemos dar los regalos, cuando estéis todos </span><span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">—advirtió ella.</span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">Lucas se encogió de hombros, mirando los sosos cereales con disgusto. </span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">—No me refiero a ese. Va a ser uno mucho mejor, ya verás. </span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Lucas apenas tenía recuerdo de los pasados cuatro años, con sus respectivos cuatro días de Reyes. Y siempre, sieeempre, les habían regalado a todos algún libro o alguna revista, quizá un pequeño coche de juguete. A todos les hacía mucha ilusión, incluído a él. Sin embargo, ese año ese regalo que aún no conocía se le había quedado pequeño. </span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Sus amigos Rafita y Valeria no tardaron en llegar. Eran sus mejores amigos de allí. A veces se peleaban entre ellos, porque Rafita a veces se ponía un poco bruto jugando y Valeria solía irse llorando y gritando cada vez que alguien le llevaba la contraria. Sin embargo, a Lucas le caían bien. </span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Pasaron la mañana juntos, como siempre. Era sábado, así que no tenían que ir al aula de clases esa mañana, y pudieron pasarla charlando y jugando en una de las salitas. Su preferida era la que tenía las paredes pintadas de azul. </span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Lucas les contó su sueño, y sus amigos se rieron y le contaron lo que habían soñado esa noche también. </span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif;">Pero él dejó de escuchar cuando sus oídos recogieron unas risas fuera de la puerta. Se asomó corriendo, pero solo alcanzó a ver la espalda de un hombre mayor de vaqueros y chaqueta verde girando por la esquina del pasillo. Su estómago hizo una cosa rara, parecida a la que hacía cada vez que estaba a punto de empezar una carrera en la clase de Educación Física. </span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">—¡Lucas! ¿Qué haces? </span><span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">—le llamó Rafita</span><span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">— Ven, vamos a jugar a algo. </span><br />
El resto de la mañana pasó volando. El regalo que les tocó a todos ese año fue un MP3 pequeñito, que tenía cien canciones. ¡Cien! Lucas, Rafita y Valeria se pasaron el resto del día escuchándolas y comentándolas. Era el regalo más chulo que les habían dado hasta la fecha.<br />
Además, Matías había estado contándoles un cuento por la tarde a los que habían querido. Siempre los contaba muy bien, porque tenía una voz muy agradable y siempre actuaba igual que lo que estaba leyendo.<br />
Pero a Lucas no se le había olvidado que aún le quedaba un regalo. Casi era la hora de la cena, y la emoción que había tenido durante todo el día se había ido transformando en otra cosa mucho más fea. No paraba de pensar que había sido un tonto por haber estado esperando algo durante todo el día. Además, ¿qué estaba esperando? En todos los años que estaba allí, nunca había pasado nada emocionante, y no entendía por qué justo ese día había ido diciéndole a todo el mundo que iba a pasar algo guay.<br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">—Se van a pensar que soy un tonto </span><span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">—susurró, con los puños sujetándose los mofletes, sentado en la cama después de ducharse.</span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">Justo en ese momento, llamaron a la puerta y él dio un bote en la cama por el susto. Elena asomó la cabeza con una pequeña sonrisa, y justo encima de ella apareció también la cabeza sonriente y gordita de Matías. </span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">—Lucas, ¿puedes venir un momento?</span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Él se levantó automáticamente, asintiendo. El corazón le iba muy rápido, pero no sabía por qué. Solo sabía que Matías y Elena nunca habían ido a buscarle a su cuarto.</span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Según iba por el pasillo quiso hacer muchas preguntas, pero no se le ocurrió ninguna en concreto y se quedó callado. Los otros dos seguían sonriendo.</span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;"><span style="font-size: 12pt;">—</span>¿Sabes? </span><span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">—comentó Elena</span><span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">— Creo que tenías razón esta mañana, cuando me dijiste que te quedaba un regalo.</span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">Antes de poder decir nada, entraron a la oficina del director. Si se hubiera dado cuenta de que iban hacia allí, se hubiera pensado que se había metido en líos. </span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">El director estaba acompañado por dos hombres mayores. Los dos eran morenos. Uno tenía barba, pero el otro no. Lucas pareció reconocer al señor de los vaqueros y la chaqueta verde que había visto por el pasillo esa mañana. ¿Qué hacía allí de nuevo?</span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">—Hola, Lucas </span><span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">—saludó el director. </span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">—Hola </span><span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">—respondió él. Se había olvidado de su nombre, de nuevo</span><span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">—. ¿He hecho algo mal? </span><span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">—preguntó, ahora de repente preocupado.</span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">Los dos hombres le estaban mirando con unas sonrisas enormes en la cara, y uno de ellos rió entre dientes a lo que Lucas preguntó. Lucas tampoco podía parar de mirarles con curiosidad.</span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">—No, no te preocupes </span><span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">—dijo el director</span><span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">—. Tengo una noticia que creo que te va a gustar. Dime, Lucas, ¿tú estás bien viviendo aquí?</span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">Lucas le miró rápidamente, extrañado. Se encogió de hombros.</span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">—Supongo. Están mis amigos, y Elena y Matías siempre son majos. </span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">—Bueno </span><span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">—continuó él</span><span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">—, ¿y qué te parecería mudarte a otro sitio? Otro sitio en el que no haya siempre tantos niños, donde tengas una habitación muy grande para ti solo.</span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">Lucas sintió que se le iba a salir el corazón del pecho. Miró a los dos hombres casi con urgencia, intentando encontrar respuestas a todas las preguntas que tenía en su cabeza. </span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">Finalmente, uno de ellos se acercó y se agachó hasta quedar a su altura. Tenía los ojos marrones muy claritos. </span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">—Hola, Lucas </span><span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">—se presentó, tendiéndole una mano. </span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">Le gustaba su voz. Le dio la mano.</span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">—Hola. ¿Quién eres? </span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">El hombre sonrió aún más. </span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">—Yo me llamo Iván, y ese de ahí es Javier. ¿Qué te parecería si fuéramos tus nuevos papás?</span><br />
<br />Bea http://www.blogger.com/profile/16473190309861347042noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2281243082511064590.post-70543308321943026482020-02-18T14:40:00.000+01:002020-03-28T22:12:29.422+01:00Prompt 1: Un baile multitudinario<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><b><u>Año nuevo, vida nueva</u></b></span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Laura intentó perderse en el baile. La música era buena, el ambiente no estaba demasiado cargado, ella misma estaba agradablemente achispada... todo debería haberla hecho sentirse contenta mientras bailaba bajo los focos de colores al ritmo de Bad Bunny. </span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">—¿Cómo te llamas?</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Ahogando un suspiro de cansancio, Laura pasó del chico que llevaba viendo acercarse desde hacía un par de minutos. Se dio la vuelta y se dirigió hacia la barra, dispuesta a comprarse otro combo de dos cubatas por diez euros. </span></span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Ahora solo le quedaba encontrar a alguno de sus amigos.</span></span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">O, lo que era incluso mejor, a Juan. </span></span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Toda la gente a su alrededor parecía tan contenta. Todas las caras se miraban y cantaban con una sonrisa y la cara sudorosa, el maquillaje corrido por el calor, a pesar de que era 1 de enero. </span></span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Pero ella no era capaz. </span></span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Cuando llegó a la barra se encontró con su amiga Mireia. Ella estaba más borracha aún, y pareció muy aliviada de verla.</span></span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">—¡Laura! ¿Dónde leches estabas? </span>—preguntó mientras le daba un fuerte abrazo—¡Te llevamos buscando desde hace como media hora!</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Laura no pudo reprimir una mueca de disgusto junto con un pinchazo de culpabilidad. </span></span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">—Ya sabes... </span>—gritó por encima de Becky G.— Estaba hablando con Juan. </span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Ahora fue Mireia la que puso una mueca, sabiendo exactamente lo que pasaba. </span><br />
<i><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Siempre la misma historia. No sé para qué salgo de fiesta.</span></i><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">—¿Habéis discutido?</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Laura se encogió de hombros.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">—He dado un par de vueltas a la sala, ya me iba a volver a salir.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Su amiga la tomó de la mano y se abrió mano a empujones entre la gente.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Cuando salió a la calle, lo primero que hizo fue mirar alrededor, a los grupitos de gente, en busca de esa familiar cabeza de pelo rubio rizado que no había entrado detrás de ella cuando se había ido enfadada. A pesar de que lo había estado esperando. </span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">—¿Qué ha pasado esta vez? —inquirió Mireia, sacándose un piti del pequeño bolso beige. </span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Laura se abrazó a sí misma cansada.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">—Lo de siempre. Hemos discutido por una tontería, hemos exagerado todo, y me he ido esperando que viniera para solucionarlo. Pero no. ¿Le ves?</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Mireia echó un vistazo alrededor y soltó una calada. </span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">—Nop. Pero allí está el resto. ¿Quieres ir?</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Ella negó con la cabeza.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">—Creo que voy a llamarle. Quiero arreglarlo.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Su amiga la miró con el ceño fruncido, y ella ya sabía perfectamente lo que estaba pensando y lo que iba a decir antes de que lo hiciera.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">—No te voy a decir nada, pero no creo que esta situación sea sostenible. ¿Cuándo fue la última vez que salisteis de fiesta sin discutir?</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Laura hizo memoria y, al no encontrar una respuesta, decidió encogerse de nuevo de hombros en vez de responder. </span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Su amiga suspiró.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">—Ven a buscarme si necesitas algo, o llámame, ¿vale?</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Ella asintió, y después cruzó a la acera de enfrente, que estaba mucho más vacía. </span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Justo cuando estaba a punto de entrar en el paso de cebra, le vio de reojo, riendo y charlando relajadamente con unos amigos que a ella no le sonaban, al lado de la otra discoteca que había en esa calle. </span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Se acercó a paso rápido, sin poder evitar pensar en lo bien que fingía él con el resto que no le pasaba nada. O eso, o realmente no le importaba una mierda que hubieran discutido y que ella estuviera rallada. </span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">En cuanto la vio acercarse, su expresión cambió como si acabara de morder un limón, y se despidió rápido antes de acortar la distancia que había entre ellos. . </span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Laura sentía que todos alrededor les miraban, esperando que pasara algo.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">—¿Ya se te ha pasado? —preguntó él, con recochineo.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Ella sintió que la ira bullía en su interior y se mordió la lengua. </span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">—Creo que no soy la única a la que le pasa algo.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">—A mí no me pasa nada. No soy yo el que se ha enfadado contigo por una estupidez. </span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Ella apretó la mandíbula.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">—No me enfadé contigo. Simplemente no sabía dónde habías ido, y estuviste más de tres cuartos de hora cuando nos fuimos del parque sin aparecer ni responder a los mensajes. Solo quería saber dónde estabas para ir contigo —intentó explicar de manera calmada, aunque le salió un tono más borde de lo que le hubiera gustado.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Juan resopló y puso en blanco sus ojos marrones. </span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">—Estaba con unos amigos que me avisaron de que estaban cerca. No me iba a perder. No pasa nada porque no estemos juntos toda la noche. </span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Laura se pasó las manos por la cara. </span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">—No es que no quiera estar separados ni un momento, Juan, solo quería saber que estabas bien. ¿O preferirías que no me preocupara? —se arrepintió el mismo momento en el que soltó la pregunta. </span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Porque no quería saber cuál era la respuesta. </span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Que fue encogerse de hombros y mirar hacia otro lado, casi con aburrimiento.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">—Yo no te he pedido que te preocupes. </span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">No podía soportar eso más, así que se dio la vuelta y echó a andar, intentando dejar ir el enfado y la frustración de alguna manera. ¿Cómo podía ser tan denso? ¿Cómo podía importarle tan poco? </span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">—¿Me estás diciendo que si hubiera sido al revés no te hubieras preocupado ni un poquito si no aparezco en casi una hora?</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">—Ya eres mayorcita, habría supuesto que estabas haciendo algo o hablando con alguien.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Ella soltó un gruñido.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">—Mira, vete a la mierda —se fue pisando fuerte.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Como siempre que hacía eso, esperó escuchar unos pasos fuertes detrás suya, siguiéndola. Deseó con todas sus fuerzas que él la cogiera del brazo para pararla, que se diera cuenta de las tonterías que estaba diciendo y pudieran hablar las cosas como personas racionales. </span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Pero, también como siempre, en seguida se encontró sentada en el bordillo entre dos coches, con la cara entre las manos y el maquillaje corrido. </span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">De nuevo la intentaba hacer sentir como si fuera siempre una exagerada, como si sobre actuara y lo que sintiera no fuera lo suficientemente importante como para intentar arreglarlo al momento. Como si lo mal que lo estaba pasando fuera culpa suya, por tomarse las cosas siempre a mal. </span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">La gente seguía pasando a su alrededor, riendo hasta que se daban cuenta de que ella estaba allí. Entonces, sus risas cambiaban a esa expresión de pena que tanto se ve en las discotecas y las fiestas cuando hay una chica llorando.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Después de más de tres años de relación, estaba muy quemada. Siempre que tenían un problema se sacaba tanto de proporción, y ella salía tan mal parada mientras a él parecía no afectarle, que sintió que no podía soportarlo más. Sentía que Juan era su media naranja, que iba a ser el padre de sus hijos e iba a formar una familia con él. Pero en ese momento, sentada entre gente que parecía mirarla con la respuesta en los ojos, algo cedió. Sintió que no quería seguir viviendo eso en dos meses, mucho menos en dos décadas.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">—Amiga, date cuenta —escuchó susurrar a una chica que pasó tambaleándose, agarrada del brazo de otra.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Esa otra la chistó, avergonzada, pero a Laura le salió una risa - si bien quizá un poco histérica.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">—Gracias, creo que me acabo de dar cuenta.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Se levantó, se limpió la parte de atrás del pantalón, y rehizo el camino de vuelta a donde Juan seguía hablando con esos amigos, que la miraron con una cara agria cuando la vieron volver.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Él se giró para ver qué pasaba, y cuando la vio venir se le puso en los ojos esa expresión de "he ganado".</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">—Tienes razón —soltó ella, tragando con fuerza.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Él alzó las cejas.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">—¿Ah, sí? </span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">—Sí —Laura apretó los puños y se decidió por fin a hacer lo que llevaba mucho tiempo pensando, pero nunca se había atrevido, porque por alguna razón había seguido pensando que la siguiente vez todo sería diferente, que iría a mejor. No lo haría—. Tú no me has pedido que me preocupe por ti. Así que no lo voy a hacer. Hemos roto, Juan. No merezco alguien que no me aprecie, y supongo que tú no necesitas a alguien como yo. Me largo.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">No recordaba haber tenido que tomar nunca una decisión que le hiciera tanto daño, pero sabía que era lo mejor, y que lo agradecería en el futuro. Cuando encontrara lo que de verdad merecía. </span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Después de eso, se alejó y llamó a Mireia para que la acompañara a casa. De camino, le contó todo lo que había pasado. </span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Y se fue a casa con un corazón que ya había estado roto desde hacía tiempo, pero respirando algo más tranquila. </span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span>
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span>
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span>
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><span style="font-size: 14.6667px;"><br /></span></span>Bea http://www.blogger.com/profile/16473190309861347042noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2281243082511064590.post-68098952252956077142020-02-18T14:39:00.000+01:002020-02-18T14:39:41.931+01:0052 retos de escrituraSiguiendo mi objetivo de empezar a ser más constante con la escritura y el dibujo, a principio de año decidí comenzar un reto que vi para escritores, en el <a href="https://blog.literup.com/52-retos-de-escritura-para-2020/">Blog LiterUp</a><br />
En resumen, este reto consiste en hacer un relato cada una de las 52 semanas del año, siguiendo una serie de "prompts" que marcan el tema cada semana.<br />
Como se puede ver, yo ya voy tarde, pero estoy decidida a retomar el ritmo y ponerme al día para poder apuntarme a la lista que se ve en el propio blog. Solo para tener un poquito más de presión que me motive a terminar esto.<br />
Así que bueno, espero que este reto me ayude a tener algún tipo de rutina mejor que la que he tenido hasta ahora, y que me inspire a crear cosas chulas. Quizá hasta que me dé alguna idea para una novela más larga en el futuro, no sé.<br />
Bueno, no me voy a alargar mucho más. Ya veremos cómo avanza este año, este reto, y yo. Espero que os guste lo que salga, o incluso que alguien se anime a hacerlo.<br />
¡Suerte (para vosotros, pero sobre todo para mí)!Bea http://www.blogger.com/profile/16473190309861347042noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2281243082511064590.post-80777113111897935752020-02-11T19:01:00.000+01:002020-02-11T19:01:34.664+01:00Propósitos de año nuevo<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;">Creo que nunca he sido demasiado constante con mis aficiones. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;">Cuando tenía unos trece o catorce solía escribir cada día, o cada pocos días, y además solía ser capaz de ponerme horas y horas seguidas sin aburrirme y sin parar. Ni siquiera me costaba esfuerzo.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;">Ahora me parece mucho más difícil. Durante un tiempo pensé que quizá eso significaba que había dejado de gustarme escribir, que mi cerebro me estaba dando señales de que ese hobbie ya no me aportaba nada, que no era lo mío y que buscara otra cosa. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;">Pero de vez en cuando me ponía, y hay épocas en las que me sentía súper inspirada y no paraban de venirme ideas a la cabeza sobre cómo seguir con una historia, sobre cómo hacer un fanfic de mi última obsesión, o sobre más historias que podría hacer. Y cuando de verdad me ponía a escribir, o terminaba un capítulo (aunque a veces me cueste días o semanas), sentía una alegría y orgullo que pocas veces he sentido con otras cosas. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;">Así que he llegado a la conclusión de que sí es lo mío. Simplemente, voy a rachas. Pero eso se puede arreglar, si consigo ser constante y entreno un poco la disciplina.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;">Puede que no me salga solo el ponerme horas y horas cada día a crear, o que las palabras no me fluyan como cuando tenía catorce años y sin saberlo estaba haciendo una versión tremendamente cutre de Hush, hush, pero cuando me pongo, sé que lo estoy haciendo bien. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;">Además, tampoco es que no haya terminado nada nunca. Si me pongo a contar, tengo dos libros terminados, uno a punto, un relato corto que con un poco de suerte termino en unos días, dos fanfics que realmente son novelas (y estoy muy orgullosa de uno de ellos, aunque quede mal decirlo), varias historias cortas... Supongo que, viendo cómo todo el mundo escritoril a mi alrededor no para de hacer cosas, de subir contenido a sus redes, a su Patreon, de rellenar cuadernos con su worbu, etc., me es muy fácil caer en el pensamiento de "no estás haciendo suficiente, mira cómo ellas hacen todo eso, y tú aquí perdiendo el tiempo cada día".</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;">También es una broma recurrente que he visto por redes la de decir que a los escritores les encanta tener cosas escritas pero odian escribir. Y eso, de vez en cuando, me sirve para paliar a esa vocecilla que no para de decirme que soy un desecho como escritora. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;">Quizás es el famoso síndrome del impostor. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;">En fin, lo que yo venía aquí a decir es que he decidido tomar cartas en el asunto. El otro día por Twitter me encontré un post en un blog con 52 retos literarios, 52 "prompts" para hacer un relato por cada semana del año. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;">Y he decidido que voy a intentar hacerlo.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;">Sé que no me cuesta demasiado inventar relatos, porque ya hice cuatro para Halloween (que quizá suba por aquí?), así que he pensado que me podría venir bien para, por lo menos, mantenerme ocupada y conseguir una rutina, aunque cada relato no sean más que 200 palabras. Además, me viene bien practicar los relatos porque soy pésima en ir al grano como seguramente, si es que alguien ha llegado hasta aquí, habréis podido comprobar.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;">Ya voy a empezar mal, porque ya estamos en la segunda semana y aún no he empezado ni el primero pero, en mi defensa, estoy de exámenes. Así que ya compensaré cuando los termine (pero de verdad, no es una excusa (espero)).</span></span></div>
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<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;"><br /></span></span></div>
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<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;">He empezado por apuntarme en la agenda los dos primeros temas de los relatos, para verlos cada vez que la mire y quizá me venga alguna idea a la mente: uno tiene que ir sobre un baile multitudinario; otro sobre algo que pase el Día de Reyes. </span></span></div>
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<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;"><br /></span></span></div>
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<span style="color: #fce5cd; font-family: source sans pro, sans serif;"><span style="font-size: 14px;">Por ahora estoy procastinando escribir y estudiar, ¡pero deseadme suerte!</span></span></div>
Bea http://www.blogger.com/profile/16473190309861347042noreply@blogger.com0